jueves, 15 de agosto de 2019

Una experiencia descontrolada


La Argentina cambiemita no es una comedia de enredos sino un drama de la vida real. Enredos hay, pero no hacen reír: enojan, indignan, irritan y hasta hacen llorar. Por más ridículo que sea, el empresidente Macri ya no provoca risa. Tan cerca estamos del drama que ni los tropiezos verbales de la vice Michetti resultan divertidos. El abismo está cerca en serio y no sólo desde el domingo, sino desde mucho tiempo atrás. En los últimos días explotó la bomba que comenzó con la asunción del tipo menos preparado para ser presidente. Tan poco preparado que no sabe cómo frenar la hecatombe que él mismo desató. No sólo él, por supuesto: el Mejor Equipo de los Últimos 50 Años también hizo lo suyo. Y, claro está, el tan idolatrado Mercado, beneficiario casi exclusivo de la impronta amarilla. Nada de esto hubiera sido posible, como ya sabemos, sin la contribución impune de los medios de comunicación dominantes y los periodistas acólitos que, con el incendio a la vista, sólo pueden simular sorpresa, indignación y un atisbo de autocrítica.
El resultado de las PASO sorprendió a todos, pero no es ése el punto de partida de la debacle que estamos padeciendo. Desde el primer día de su mandato, el Ingeniero puso la economía del país en manos del Mercado, eliminando controles cambiarios, obligaciones a los exportadores, elevando las tasas de interés y batiendo records de endeudamiento para alimentar ese círculo vicioso. La dolarización de la vida doméstica y la devaluación habilitaron que nuestra dignidad quede a merced de los especuladores y de los formadores de precio. El Mundo del que habla Macri y al que nos integró está fagocitando nuestro futuro, no por la certeza de que habrá un cambio de rumbo después de las elecciones, sino porque el modelo de Macri está en agonía.
En estos días, los medios se poblaron de expertos que analizaron la psiquis del mandatario por la reacción ante la contundente derrota y sus gestos robóticos y desencajados. Hasta Nelson Castro le destinó un diagnóstico de Hubris para no quedar afuera de la guardia médico-mediática. Psicótico, golpeador, perverso fueron algunas de las etiquetas que trataron de explicar las palabras que destinó Macri a los argentinos entre el domingo y el lunes. Primero, desencajado y demolido, nos mandó a dormir sin postre, como si fuéramos los autores de una travesura pueril. Al día siguiente, pronunció una frase muy estúpida para alguien con su responsabilidad: “el mundo no quiere al kirchnerismo”. Al día siguiente, los diarios especializados internacionales, las calificadoras de riesgo y hasta los integrantes del Círculo Rojo vernáculos dictaron una sentencia inapelable: el principal escollo es el Macrismo.
Psicosis de anti políticos
En estos días, muchos se encargaron de recordar la frase más amenazante de este impostor: “si me pongo loco, les puedo hacer mucho daño”. En realidad, lo está haciendo desde que asumió y por más que el candidato a vicepresidente Pichetto asegure que el presidente “está en control”, como si fuera un coche en la RTV o el Súper Agente 86 en su oficina, la situación está descontrolada. Tanto, que hablan de la institucionalidad con el cartel de presidencia de fondo y, en lugar de estar Michetti junto a Macri, está Pichetto. Claro que ninguno de los dos aporta demasiado, pero desplazar de ese papel a la rodante Gaby ya es poco institucional. Tan descontrolado está el panorama que a las pocas horas de anunciar un congelamiento del precio de los combustibles, los empresarios petroleros alzan su voz como si fueran indigentes.
Los perdedores oficiales, con los números –tanto electorales como económicos- estampados en sus rostros, salieron a lamentar la situación y a ofrecer toda su ayuda para aliviar a los padecientes. Imposible tanto cinismo: ellos no integran una red de beneficencia sino que conducen el país; no tienen que ayudar, sino gestionar para que no haga falta ayudar a nadie, salvo ante fenómenos imprevistos. Ellos ofrecen su ayuda angelical después de haber construido esta catástrofe innecesaria. Y, aunque pasó un poco desapercibido en medio del caos del dólar y los precios, el subsecretario de Cultura, Pablo Avelluto, ostentó su impudicia el lunes por la noche: si despidió a 1600 empleados de la cartera a su cargo fue porque tuvo “el coraje, la audacia y la voluntad política de hacerlo”. Valentía, audacia y voluntad con los trabajadores pero sumisión, obsecuencia y complicidad con los poderosos que se están llevando el país a paraísos fiscales.
Esta es la impronta PRO: generar tormentas para después repartir salvavidas de plomo. Ahora sale el buen Mauricio para disculparse por haber reprochado la decisión del voto ciudadano, a pedir perdón por hacernos escalar el Aconcagua, por convertir los alimentos en artículos de lujo. No está loco ni es psicótico sino es lo que es, lo que son todos los que pergeñaron el Cambio, le dieron forma electoral y garantizaron el nefasto triunfo de 2015: avarientos insensibles que jamás han asomado la nariz de la burbuja de lujos en la que siempre han vivido. Ese engendro, convertido en gobierno democrático, es lo que jamás deberemos volver a experimentar.

2 comentarios:

  1. muchas gracias estimado Gustavo-comparto y abrazos

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  2. Uno, hincha de Boca apenas, ya tenía motivos de sobra para saber la nula preparación y capacidad del coso nomás, impensable pero con mejor sentido hubiera sido votar a Bianchi, creo, más esas opiniones del papá que se encontraban por ahí, no precisamente buenas y con el agregado de conocerlo desde siempre y a su costo, recordemos que le fundió SEVEL, o sea, malo para empresario, justamente su supuesto “mérito“... y a un tipo así se le dió la presidencia del país, una genialidad.
    Claro, entre la heladera vacía y los bolsillos más vacíos aún, ni pelusa, vea, parece ser que unos cuantos se avivaron y pasó lo que tenía que pasar y lo del domingo se ve justo, lógico, razonable y sin odio, que por cierto se lo tendrían bien merecido por el desastre causado y sus horribles consecuencias, ésas sí en pleno desarrollo, UVA, inflación, presos que no deben estar presos, malaria generalizada y encima el excelentísimo farsante te reta y se hace el víctima, pobrecito... somos tan malos que no lo dejamos dormir. Parte de esa culpa es suya Gustavo, con su prédica, hágase cargo.
    Por momentos la cosa parece demasiado buena para ser cierta, dicen que rajaron a durancito barba, que marquitos está ahí nomás, el ministro baldío se evaporó y hasta octubre falta una eternidad.... no soy adivino pero sospecho que acá se está proyectando un campo minado para el próximo gobierno y la ministra malbec, compradora compulsiva de táser y otros chiches “de seguridad“, esperan su minuto de gloria, cuando las víctimas, las verdaderas y más acuciadas salgan a las calles porque no dan más, el final de esta porquería es urgente y las elecciones deben adelantarse para ayer, que dejen tierra arrasada, más todavía, no es un lujo que podamos o debamos darnos.

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