El estado meteorológico del
domingo sirve para la elaboración de metáforas. Si llovió es porque el cielo llora, si brilló el sol es porque el
futuro será mejor. También, la lluvia limpia la mugre y el sol reseca
tierra y plantas. Con las metáforas climáticas que quieran, una vez más elegimos. Y esta vez, bastante mejor que en 2015. ¡Por fin!,
digamos también, porque desde las PASO hasta ayer, se hizo muy largo y el ‘muy’ con muchas ‘u’. Pero llegamos, como
sobrevivientes de una travesía tortuosa con una tripulación que no hizo más que arruinarnos la estadía. Muchos
desempolvarán la vieja frase “el pueblo
nunca se equivoca” y algunos
agregarán pero “esta vez sí”;
unos harán juegos numéricos para dibujar cuántos
votaron en contra de Fulano o Mengano y otros mascullarán su veneno con un “volvemos
al pasado”. Como sea, muchos votamos
con la convicción de que nunca más vuelva un modelo tan nefasto como el aplicado en estos cuatro oscurísimos
años y otros, con la inconciencia del “Sí
se puede” entorpeciendo el
entendimiento.
Si de algo sirven las malas
experiencias es para aprender de ellas. La Dictadura y el Menemato fueron experimentos neoliberales impuestos con
sangre y camuflaje. El que abandonamos ahora, que conquistó las
preferencias con engaños, dejó en
evidencia a los que se benefician siempre con las crisis, algo que no había
quedado tan expuesto en los episodios anteriores. Empresarios y ceos pusieron la cara para esta nueva etapa de
despojo, la que consideraban definitiva. Como actuaron de conquistadores desaforados, el pillaje duró
poco, aunque se llevaron mucho. Y no hay que buscar bóvedas enterradas en
la Patagonia para recuperar el botín: las
off shore los deja al descubierto. Y los esquiladores son tan pocos que no demandará mucho tiempo probar sus
delitos y encarcelarlos.
Pero no hay que adelantarse: por
ahora debemos celebrar que hayamos expulsado a los que nunca tendríamos que haber aceptado como gobernantes. Una pena que no haya sido una expulsión en serio, con un
zapatazo que deberían recordar por siempre. Aunque hay que esperar el
recuento definitivo, los números marcan un triunfo en primera vuelta pero con el aliento de la bestia soplando en
nuestra nuca. Lo que las encuestadoras marcaban como una diferencia cercana
a los 20 puntos terminó siendo apenas un
apretado ocho y la derrota del macrismo no fue proporcional al daño provocado. Cinco distritos permitieron que
Macri no termine tan humillado como
merecía. Cinco distritos que en lugar de palos otorgaron un caprichoso premio al peor equipo de los
últimos 50 años.
Esperanza
en construcción
Los números no fueron los
esperados. Con el sisepuedismo agónico de la Caravana amarilla, con promesas
absurdas como “ya llega el alivio” o hay que defender la República, con la complicidad sistémica y vergonzante
de los medios hegemónicos, el macrismo sumó casi diez puntos al resultado
de las PASO. Un par de semanas más de
campaña y terminaban forzando un balotaje. Con nada, por supuesto. ¿Qué apoyaron los que apoyaron? ¿El
crecimiento de la pobreza, del desempleo, del hambre? ¿La caída en la producción, en las ventas, en la actividad? ¿Una
inflación acumulada del 200 por ciento y
un dólar que comenzó en 10 y termina en más de 60 pesos? Nada más
preocupante que convivir con ese 40 por ciento enceguecido por un odio difícil de erradicar, más dispuestos a aplaudir estupideces antes que evaluar
logros.
Pero nos estamos adelantando. Les Fernández no perdieron votos, sino que
sumaron un puchito. Las calles
explotaron aunque el triunfo no fue tan
contundente. La ansiedad contenida durante tanto tiempo, la bronca acumulada por tamaño deterioro,
la furia por tanta estigmatización
difundida en cadena nacional hicieron de la noche del domingo una fiesta
popular. Miles de gargantas entonaban el Nosepudo
como una catarsis colectiva que
ignoraba la proximidad de los resultados. Los bocinazos y las manos
triunfales poblaron las principales plazas hasta muy tarde. Un alivio que merecíamos aunque con una
diferencia preocupante.
Si desde 2015 los dos puntos de
diferencia valieron como 20 para las
fieras gobernantes, los ocho del domingo servirán como si fueran mil. Salir de este pozo económico requerirá
un gran esfuerzo, pero más insumirá
esquivar las arremetidas de la oposición que se conformará a partir del 10
de diciembre. Aunque la felicidad ilumine nuestros corazones, la convivencia con los perdedores será tan
turbulenta como lo ha sido hasta ahora con los oficialistas salientes. La autocrítica que exigieron durante estos
cuatro años estará ausente de ahora en
más, a pesar de los desastres provocados por el Cambio. Las urnas no los expulsaron con la contundencia
merecida ni la convicción necesaria. El desafío es construir con esta casi paridad tan destructiva.
Lo que se viene requerirá mucha paciencia, entendimiento y voluntad.
Paciencia para soportar titulares
difamatorios, operaciones judiciales y críticas despiadadas. Entendimiento
para desarmar las bombas de estiércol que arrojarán los medios que seguirán siendo apologistas de la
oscuridad. Voluntad para seguir iluminando
a los repetidores de zonceras. Una parte de ese cuarenta por ciento que
insistió con el Cambio está confundida y
hay que recuperarla. El resto seguirá siendo esa minoría que cada tanto se
convierte en mayoría con la propalación
del odio y del individualismo más perjudicial.
Siempre queda la esperanza de que
hayan agotado las tretas para ocupar el poder en su exclusivo beneficio. Si la
esperanza no funciona debemos neutralizar las armas que utilizan siempre para
convertirse en gobierno.
Pasadas las elecciones, la sensación, además del alivio nos trae algo que, no por esperable es menos ominoso y, realmente, increíble, que 40 de cada 100 hayan preferido la porquería siendo también sus víctimas, es una especie de colmo indigerible qué más necesitaban?, que el desastre fuera aún peor?, supongamos que la opción opositora hubiera sido malísima, no hay UN maldito ejemplo favorable al amarillaje y sin embargo, no lo quisieron ver, no les importó... la parte deprimente de un día de fiesta
ResponderBorrarDe todas maneras, hay que agradecer, ya hay consecuencias, doña colesterol que se retira, doña malbec buscando laburo, quizás consiga en israel, yo que ella, preguntaría y, claro, un oasis el pornográfico racismo de esa funcionaria que encima tiene apellido *negro*, las realidad que se burla de estos idiotas siniestros, de nuevo, éso precisamente es lo que votaron, el racismo, el desprecio y, mal que les pese, la escasez. Los monos somos más y bastante mejores que esa basura.