La “Marcha del Millón” no llegó
ni a la mitad. Un número considerable para una fuerza no-política que desdeña expresiones de este tipo. Poco,
si tenemos en cuenta que los medios hegemónicos alimentaron la hoguera de esta actividad sabatina con la idea de
dar vuelta un resultado que parece inamovible. Esta vez nadie protestó por restricciones a la circulación, los micros
alquilados ni la mugre posterior. Tampoco nadie se atrevió a exaltar la
espontaneidad ni la ausencia de banderías. No
hubo ni lo uno ni lo otro. Un acto armado de antemano para expresar apoyo a
un candidato-presidente que tiene pocos
logros que exhibir y casi ninguna promesa que formular, más que tonterías
como Libertad, República y Verdad, entre tantas. Aunque tuvo la intención de
sumar votos, apenas alcanzó para sostener al núcleo duro de los cambiemitas: un público alelado por pamplinas mediáticas
que sólo se expresa en contra del Otro, aunque simule estar a favor del que
consideran propio.
Un cacerolazo sin cacerolas o algo así. El ruido estuvo puesto por las
gargantas que entonaban “Mauricio la da
vuelta”, sin tener en cuenta que los
números no alcanzan porque dio vuelta los bolsillos de casi todos en beneficio
de unos pocos. Y el infaltable hit “Sí,
se puede”, que acelera el marcapasos
y sacude las prótesis dentales de muchos de los asistentes. El grito “chorra” o “cárcel” se dejaba oír cada tanto como la propuesta más política que podía circular entre esas voces. Si
supieran la mitad de los chanchullos oficiales que ocultan los medios
apologistas, los destinatarios de esos
gritos serían los que danzaban y canturreaban sobre el escenario. Pero lo
que más abundó fue el absurdo de instalar en estas expresiones la idea de la rebeldía, que votar por los candidatos del Poder Real
es resistir a no se sabe qué.
Eso es lo que más irrita de los
seguidores del Cambio: que no se atreven
a decir qué país quieren; que escudan
con generalidades las barbaridades que piensan; que no se animan a afirmar
que están en contra de un país más
desarrollado, menos injusto, más equitativo; que disfrazan su complicidad con la pátina de la anti-corrupción ajena.
Individuos que babean de rabia con las engañosas acusaciones mediáticas pero destinan indiferencia a las evidentes
trapisondas de estos saqueadores. Que, si se enteran de que Juan José
Aranguren operó desde la función pública
para beneficiar a Shell, lo justifican como privilegio de una clase a la
que no pertenecen. Que antes se preocupaban por “la plata de los jubilados” y ahora
ni se inmutan cuando procesan a Luis María Blaquier por malversar fondos de
la ANSES en beneficio de empresas con
las que está vinculado. Tan manipulados están que llaman “conflicto de intereses” a los
latrocinios amarillos que son, a todas
luces, la verdadera corrupción del país.
Acuerdos
con el enemigo
En eso estamos: unas 350 mil
personas se juntaron en los alrededores del Obelisco para apoyar la continuidad de este engendro. Algunos ingenuos piensan
que estas marchas pueden insuflar ánimos al oficialismo y hasta contagiar a algunos incautos. Otros,
más timoratos, consideran que estas manifestaciones son saludables para la
democracia. Las dos opciones chocan con
la realidad: las marchas del “Sí, se
puede” son la humillante despedida
del macrismo y es de esperar que sea un contundente Nunca Más al neoliberalismo; nada saludable es para una
democracia que un tercio del padrón vote
desinformado y con odio, ajeno a las dañinas consecuencias de su equivocada
elección.
Demasiado aguantamos este ajuste
innecesario y, sobre todo, salvaje que unos
llaman gradualismo y otros el único camino. Envidia da la
reacción de chilenos y ecuatorianos ante incrementos tarifarios que parecen mínimos en comparación con el
aplicado en nuestro país. Después de llevar todo a precios inalcanzables,
de fundir empresas pequeñas, medianas y grandes, de implementar la burla como concepto político y de instaurar la
mentira como única explicación de los
desastres provocados, que el Cambio conserve un 30 por ciento de intención
de voto es un rotundo fracaso de la
democracia.
Por el bien de todos, no van a pasar mucho más de ese número.
Todo indica que Les Fernández ganarán en
primera vuelta con más del 50 por ciento. Por más que el Buen Mauricio
ensaye los mejores discursos motivacionales
o invoque a un dios en el que no cree, por más que defienda las dos vidas
aunque aliente el gatillo fácil, por
más que mienta a cuatro manos en el debate presidencial, la situación económica y social en la que deja el país hace que su
triunfo esté muy lejano. Por más que los apologistas rentados pueblen el
espacio simbólico de alabanzas al desempeño de Macri, el votante, por ahora, ha dejado de comprar espejitos de colores.
Según parece, la ilusión de recuperar el bienestar
perdido está depositada en Alberto, aunque el Ingeniero agite las aguas de
la corrupción K no demostrada, aunque Espert tire entre sus cavernícolas propuestas algún palo a la Década Ganada o
Del Caño iguale a los dos postulantes
que polarizan las preferencias. La propuesta del ex Jefe de Gabinete de los
Kirchner pasa por un acuerdo, como si
todas las partes involucradas estuvieran dispuestas a algo así. Para
muestra basta con observar el colchón
que están armando los formadores de precios para un posterior simulacro de
retroceso. Especuladores, avaros y
estafadores. Tan egoístas y descomprometidos como los mil asistentes al
Coloquio de IDEA que, ante la pregunta de quiénes
contratarían a un piquetero, sólo
tres levantaron la mano.
¿Con tipos como éstos vamos a
pactar para garantizar un mejor futuro? ¿Con
angurrientos dispuestos a dar un zarpazo cuando sus ganancias bajen unos
céntimos? ¿Con individuos absolutos que no invierten proporcionalmente a lo
que ganan y que esperan cualquier
descuido para esquilmar nuestros bolsillos? ¿Con explotadores que no ven la
hora de que alguien impulse una reforma laboral que precarice aún más a los trabajadores y dé por tierra con los convenios
colectivos?
En lugar de un pacto, ¿por qué no
proponer una reforma empresarial que
obligue a los más ricos a tratar con más respeto a la sociedad en la que hacen
sus negocios; que les exija a invertir y no reclamen rebajas impositivas o cargas patronales; que brinde al
Estado herramientas para controlar las
ganancias de estos succionadores del trabajo ajeno? No se puede acordar con
los depredadores, menos aún si nosotros
seremos sus seguras presas. Que otros se queden discutiendo sobre el
dedito, el supuesto auricular o las
patrañas que usó Macri para disimular sus falencias discursivas. Los que
queremos un país para todos sabemos que no
puede haber un futuro armonioso con estas fieras ávidas que habitan el lado
más oscuro de La Grieta.
comparto Gustavo, muchas gracias
ResponderBorrarUsted pone sus posts cada 3 días más o menos y sigue sorprendiéndome que casi todas las veces, en el virreinato de la porquería, pasa algo y queda viejo, desactualizado y pasó el *debate*, con más pena que gloria y ninguna influencia real, salvo los *ofendidos* porque AF habló de papá franco... en fin, las delicias de nuestra prensa seria y tuerta, quizás se olvidaron que el que lo definió como corrupto, mientras estaba tibio en el cajón, fue el hijito en el programa de la larva más famosa, majul. En fin, todo merece ser olvidable pero, da la casualidad que uno no se olvida y son los abnegados marchantes de la procesión del millón - que nunca serán tantos, a dios o lucifer, gracias - los olvidadizos, o mejor tienen un sentido de lo moral y decente tan alto, que ni se imaginan que el agotador de reposeras sea una basurita así.... pero bueno, también pasó una novedad de importación, Chile, el paraísao, el ejemplo que debiéramos seguir y se armó la podrida, mal, gente desagradecida esos invasores alienígenas-chavistas que no aprendieron a disfrutar las delicias del modelo y, seguro pretenden cositas de los impíos argentinos, universidad gratis, por ejemplo.... parece mentira, acá estamos mal y afuera quisieran estar como nosotros y paralelamente, una buena parte de nosotros, de neuronas ociosas, se pegotea pidiendo parecerse a Chile, mejor dicho, que los negros vivan tan mal como Chile, porque ellos, gente capaz no va a tener esos problemas, no, si tienen laburo será eterno y si tienen negocio, también... me conmovió un general, O'higgins no era, lamentando que no hubiera un pinochet, un tierno... ni le digo la ministra malbec, escupiendo guerras imaginarias, contra los invasores chilenos... ya que están de salida, debiera pedir una beca allá, es tan eficiente que se pelearían por llevarla, creo... pero no vamos a tener tanta suerte.
ResponderBorrarY pasaron las elecciones en Bolivia, ganó Evo, pero nos dicen que no y que hay algo llamado *pueblo* que lee los diarios serios de allá que quiere ser como Chile y progresar.... como ahora les va mal, sin inflación, con crecimiento sostenido, empleo, poder adquisitivo que aumenta... claro, son indios, coyas, aymará y espantos así, cuando lo verdadero y razonable es ser ario, blanco y puro, pobre como laucha pero digno y orgulloso, nunca indio. P`al indio, rifle sanitario, la solución más democrática
Ya falta menos de una semana y aunque podamos hacer apuestas sobre qué patraña nueva, qué maldad estarán preparando, se van y, ojalá, nunca más nos permitamos repetir la porquería, que a pesar de que no va a ser fácil, ninguno de los días por venir, vamos a tener margen de pensar en un país vivible y cómo mejorarlo, sin necesidad de odiar cachivaches como ellos, que no sirven ni para éso, odiarlos, sólo quedarse con guita que no les corresponde.