La oposición apela a cualquier cosa pasa seguir en carrera y alimentar los prejuicios de sus odiadores votantes. Con cada operación, se muestran como son y demuestran lo que no son. Nada de propuestas y mucho desprecio a pedido de un público cada vez más reducido.
Los dicterios de los diputados
Mauro Wolf y Fernando Iglesias contra Florencia Peña muestran lo que aportan los PRO para la vida política argentina.
Este penoso episodio es mucho más que
una treta de distracción o una forma de marcar agenda. Incluso, va más allá
de la violencia de género que, sin dudas, ejercieron verbalmente estos
personajes. En esta escena se concentra todo
lo que son los juntistas. Y aquí
entran casi todos, porque apenas fueron
un par los que cuestionaron los dichos de estos despectivos tipejos. Eso
sí, aunque son bestiales hay que
reconocerles cierta habilidad. Si nos centramos en discutir el tema en sí,
estamos dejando de lado asuntos mucho
más cruciales para entrar en su oscuro juego. Si lo dejamos pasar, pueden decir y hacer cosas peores con
el riesgo de contagiar a un puñado de odiadores. Si se los castiga –como muchos
están exigiendo- les servimos en bandeja la
posibilidad de victimizarse y conquistar unos porotos más del público
cautivo. Por eso la anti-política es tan nociva para la vida democrática:
porque permite a sus practicantes ocultar
sus propuestas y patear el tablero en su propio beneficio.
Todo lo que recitan es para esconder lo que piensan hacer desde sus
bancas. De ahí que todos voceen generalidades
sobre la Libertad, la República, la Justicia. La pre-candidata rosarina
Carolina Losada lo exhibe claramente en su afiche: “si Cristina queda atrás, ganamos todos”. ¿Qué significa que Cristina quede atrás? ¿Atrás de qué? ¿Quiénes son
‘todos’? Ese ‘todos’, por supuesto, no abarca a todos los argentinos, sino al puñado que siempre gana, aunque Cristina
esté adelante. Cuando nombran a Cristina no están diciendo nada concreto:
simplemente están explotando la
demonización que han construido desde La
Rebelión de los Estancieros. Cuando Martín Tetaz escupe “en
el partido de enfrente hay un Führer que dice quién va y quién no”,
sabe que está afirmando una tontería y su
entrevistador también lo sabe. Cuando denuestan a Cristina apuntan más allá de la persona:
disparan a un proyecto de país más inclusivo, más distributivo, más justo.
Cristina –para Ellos- es un emblema del populismo que desprecian y no pueden desterrar con argumentos.
Tampoco con hechos, después del latrocinio de la Revolución de la Alegría. Y menos aún con promesas, porque las han
incumplido todas. Cristina es un disparador del odio que se expresa en los adjetivos, las
comparaciones, las acusaciones, las falacias. Un odio desmedido que no les produce otra cosa que impotencia
porque, con todos los medios hegemónicos a favor para justificar sus sandeces, un grupete de jueces y fiscales que cajonean sus trapisondas y un puñado de
especuladores y estafadores que sacuden
la Economía a su favor, no pueden desterrarla, no logran borrarla del amor colectivo. Y así frustrados se
convierten en monstruos que vociferan barbaridades. Capaces de trocar las restricciones sanitarias en una estadía
en la base yanqui de Guantánamo, las vacunas en veneno y una reunión de actores
en Olivos en una truculenta orgía.
Aunque intenten equipararlo, la visita de jueces y fiscales a Macri para
diseñar el plan de persecución judicial es de una gravedad institucional
sin atenuantes y no porque hayan tenido sexo con el entonces presidente. Que un
grupo de actores y productores se reúnan con Alberto para encontrar soluciones
para el sector no puede transformarse en
escándalo, salvo con la putrefacta inventiva de los amarillos, que arrojan
estiércol porque no tienen nada mejor que aportar. Y hasta la más angelical de todas, María Eugenia Vidal está sumergida en el mismo lodo. La
ex gobernadora aseguró estar “orgullosa de toda la lista que me
acompaña. Con errores, con aciertos, compartimos los mismos
valores”, aunque sean negar la
soberanía en Malvinas, cuestionar el número de desaparecidos o denunciar “escándalo sexual” donde saben que no lo
hubo. Así son todos los juntistas y para que no queden dudas, se equivocan
mucho porque comparten los mismos
valores.
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