Como si fuera el protagonista de una fantasiosa película de
animación, el Jefe de Gobierno porteño sostiene interesantísimas conversaciones
con los árboles de Tecnópolis. Eso
sí: pierde la discusión, porque le falta madera… o le sobra. Pero no
importa, porque es tan abierto al diálogo que continúa hablando, aunque sea
solo. Los arbóreos argumentos esgrimidos
por las diferentes especies de Villa Martelli fueron más contundentes que las
justificaciones del ingeniero para arrasar con todo. El antojo de incrustar
un innecesario metrobús en la avenida
9 de julio es cuestionado por tantos, que hasta el tan prestigioso New York Times le ha dedicado unas líneas
bastante duras. Pero mientras Macri hace sus negocios en la CABA con el plan Metrobús para Todos, pasan cosas
importantes en el mundo real. La democratización de la Justicia es el tema que
ha entrado al debate en estos días de vientos renovados. Muchos conocedores del
tema acercan sus propuestas y quienes se
sienten cómodos con el status quo dicen cualquier cosa, como siempre. El
año judicial comienza con las palabras del Presidente de la Corte, Ricardo
Lorenzetti, que en sintonía con las formas, es promotor del programa Titulares para Todos, porque aporta
ideas para conformar a todo el espectro mediático. En la Cámara de Diputados,
en cambio, el clima no es tan apacible. El último capítulo de la aprobación del
Memorando de Entendimiento con Irán promete
un compendio de los más explosivos cruces entre oficialistas y opositores.
Pero nada de esto conmueve al Alcalde Deforestador.
Enfurruñado porque nadie aplaude la mutilación de la avenida más ancha del
planeta, envió una carta al Secretario General de la Presidencia, Oscar
Parrilli, para exigir disculpas por sus dichos. Razonable: a nadie le gusta que
le digan que es "un mentiroso y un
vago irresponsable", por más que haya justificados motivos para
pensarlo. Porque hay un conflicto
numérico que involucra árboles. Claro, como vecinos, urbanistas, dirigentes
políticos y otros más salieron en defensa de la postal más conocida de Buenos
Aires, el Líder Amarillo acusa al
kirchnerismo por la oposición ante el progreso
que viene de su mano. El urbanista Daniel Politi, editor del blog
“Latitudes: vistas alrededor del mundo”, del New York Times, afirma que “la capital de Argentina puede estar a punto
de perder su postal más icónica: un nuevo proyecto del jefe de gobierno
Mauricio Macri está convirtiendo a la avenida 9 de Julio en una sombra de sí
misma, en el nombre de un proyecto de transporte público mal concebido”. Sin
embargo, desoyendo voces más equilibradas y para justificar la tala de los añosos árboles que garantizan flores todo el año, acusó al Gobierno
Nacional por la deforestación en Villa Martelli para construir Tecnópolis.
La Presidenta le contestó desde ese lugar -que Macri jamás ha visitado- con una
comparación fotográfica y con filmaciones que evidencian que hay más árboles
que antes.
Pero el ingeniero insistió y en una luminosa epístola con el metafórico título “La Ceguera”, desplegó su yermo ideario. Con planimetrías bastante amañadas, afirma que en el territorio que ocupa la muestra de
ciencia y tecnología en Villa Martelli, "se
redujo en un 62 por ciento el espacio verde". Una manera pueril de hacer política: algo así como si la hermana mayor
cortó árboles, él –en lugar de denunciar tal atrocidad- reclama su derecho a
des-arbolar la vida. Con magistral
muñeca, el Jefe de Gobierno transforma una discusión ecológica en una lección política y afirma que "es casi seguro que no estén en
condiciones de verla con claridad, porque su gobierno tiene serias dificultades
para percibir la realidad”. Y no conforme con eso, nutrió su escrito con esclarecedores ejemplos: “no pueden ver la inflación. No pueden ver la inseguridad en las
calles, a la que han transformado en una 'sensación de inseguridad'. No pueden ver el estado de ánimo social que
han creado, aunque multitudes se manifiesten fastidiadas en las calles de todo
el país".
Tanto enojo despiertan las fabulaciones de Macri, que hasta los árboles de Tecnópolis le
contestaron. "Nos enteramos de
que estás muy preocupado y que anduviste hablando de nosotros –ironizan los
vegetales- Queremos decirte que tendrías
que habernos venido a ver en vivo y en directo en lugar de espiarnos por
Internet”. Y para revertir la desinformación del ex presidente de Boca y
apologista del Fútbol Para Pocos, los frondosos escribientes le comunican que “éramos
2042 árboles (no 1145 como afirmaste) los que estábamos antes de que se
iniciara la construcción de este Parque. Y
que ahora somos 894 árboles más”. Y para no ruborizar más al Alcalde,
le facilitan la suma en la firma: “los 2936 estamos bien”.
En tanto, los que no están hechos de madera ni pertenecen al
reino vegetal, intercambian ideas para construir un nuevo sistema de justicia.
El Presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, comenzó el año judicial con
guiños y advertencias hacia todos los que participan del debate. En un año
electoral como el que está en curso, éste
será un tema que permitirá distinguir entre los custodios del Poder Fáctico y
los que promueven transformaciones tan cruciales. Los primeros desplegarán
ante los micrófonos las generalidades de siempre: el respeto por las
instituciones y la independencia de los poderes; defender la libertad de
expresión; denunciar las presiones de la tiranía
K hacia los influenciables y desvalidos jueces y demás sutilezas por el estilo. Nada dicen de los obstáculos en que se
convierten las decisiones de los jueces, sobre
todo cuando favorecen a las voraces megaempresas. A partir de un documento
difundido hacia fines de año, el movimiento Justicia Legítima hizo pública su intención de construir un nuevo
Poder Judicial pensado desde y para la
democracia. La Presidenta instaló el debate a finales del año pasado,
después de conocerse la sentencia absolutoria en el caso Marita Verón.
Para la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils
Carbó, el Poder Judicial sigue siendo “un
sistema cerrado, alejado de la comunidad y
lo hace permeable y cercano a todas las influencias de sectores de poder”.
Según la funcionaria, el punto principal de este debate debe comenzar por “quebrar esta forma de funcionar que nada
tiene que ver con los intereses de la sociedad”. No conforme con eso, Gils
Carbó consideró que es el poder que menos se ha transformado desde el retorno a
la democracia y “sigue teniendo una matriz autoritaria que se ve exacerbada en los
últimos tiempos”. Pero
además, destacó que “el Poder Judicial ha tenido siempre una función legitimadora
de las grandes inequidades como han sido las dictaduras o los vaciamientos
del Estado en la época liberal”.
El Supremo, a pesar de sus zigzagueos, aseguró que “no hay que tener miedo a los debates
fuertes”. “Nosotros pensamos que el Poder Judicial también debe cambiar y que esos cambios deben ser en beneficio del
pueblo”, declaró en
representación del resto de los integrantes del máximo Tribunal. Como ejemplo
de su intención democratizadora, sólo afirmó estar a favor con que “todos los jueces paguemos Impuesto a las
Ganancias”. Pero no dijo que no hace
falta una ley, sino un fallo de Ellos
Mismos que elimine una cautelar presentada hace muchos años. Pero el tema
crucial que rozó el Magistrado se relaciona con lo que pocos exponentes de la
oposición denuncian: “debemos mostrar una
clara independencia de los intereses económicos”. Interesante sutileza la diferencia entre ‘mostrar’ y ‘ser’. La
orden parece ser “mostremos independencia
aunque no la tengamos”. El debate no se agota porque recién comienza. Sólo
podrá darse en serio cuando toda la sociedad comprenda que los jueces no son ángeles validados por una elección divina, sino
seres de carne y hueso que tienen que cumplir una concreta misión: proteger a
los ciudadanos de los descarriados, sobre
todo de aquéllos que no tienen límites para hinchar sus arcas con nuestro
esfuerzo.