miércoles, 20 de agosto de 2014

Como tantas veces, asecha el enemigo interior



La violenta situación en Missouri permite visualizar una particularidad: todavía existe el Ku Klux Klan en EEUU. Y después pretenden imponer su modelo al mundo. Para que se entienda, la existencia de esa organización racista no tiene nada que ver con los DDHH, a pesar de que ese país bombardee a trochemoche para promoverlos. Aunque hablen de democracia, el voto ciudadano está restringido a los que pueden darse el lujo de faltar al trabajo, porque las elecciones se realizan en días laborables. Por eso hay más de un 50 por ciento del electorado que se abstiene. Contradicciones de un Imperio en decadencia. Tanto, que pronto Wall Street perderá su prestigio como capital financiera del mundo. La angurria de unos turbios financistas y los antojadizos fallos de un juez comenzaron la demoledora tarea. El Bank of New York, que pisoteó contratos y esquivó sus compromisos por ramplona obsecuencia, aportó lo suyo. Y la firmeza de un Estado por defender su soberanía está dando el golpe letal.
Quizá no sea para tanto, pero uno lo siente así. Ante las rastreras propuestas de los exponentes de la oposición de someter nuestro futuro a la voracidad de los buitres y a las caprichosas interpretaciones de Griesa, el Gobierno Nacional emprendió una batalla contra tamaña injusticia. Desde mediados de junio, CFK y su equipo desafiaron a Paul Singer y su magistrado cómplice, algo que escandalizó a los caranchos locales, que pronto se convirtieron en voceros de esos nefastos intereses. Tan obvias son sus manipulaciones, que perdieron credibilidad y, al menos en este tema, las gestiones del oficialismo han recibido un creciente apoyo de la opinión pública. Aunque no haya sido ésa la intención, contribuyeron al fortalecimiento de una conciencia colectiva.
Quizá por esto La Presidenta se animó a dar un paso mucho más audaz: ofrecer por ley nacional la posibilidad de pagar a los bonistas en jurisdicción local. Con el tentador agregado de que se pagará a la totalidad de los acreedores, incluidos los que no aceptaron entrar al canje de deuda, tanto los litigantes como los que están a la espera. Si nueve años atrás cobrar en Nueva York era una garantía, ahora, la inseguridad jurídica generada por el delirante accionar del juez Thomas Griesa torna riesgoso ese trámite. Riesgos de no recibir un centavo, valga la redundancia. “Argentina respetará los canjes de su deuda realizados en 2005 y 2010 –anunció CFK por Cadena Nacional- y, bajo esos términos, propondrá ingresar a los tenedores de bonos que no aceptaron estas reestructuraciones”. Y si no aceptan, allá ellos. “Que nadie diga que la Argentina se niega a pagar. Lo que se niega el gobierno argentino es a ser extorsionado”, agregó, por si quedaban dudas.
Aunque parezca mentira, algunos exponentes de la oposición contribuyen a fortalecer ese accionar perverso. El Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, anunció que el bloque del PRO votará en contra de la iniciativa. Claro, si unas semanas atrás aconsejó cumplir con todo lo que pida Griesa, menos va a avalar un nuevo desafío. El quiere ser bien atendido cuando abreve en las aguas del Norte. Una vez más, pidió “respetar las reglas del juego”, aunque sean dolosas para el país. Y advirtió que la propuesta del Ejecutivo “agravará más la situación económica, el desempleo y el problema inflacionario”, tal como ya están haciendo desde hace un tiempo sus amigotes del Círculo Rojo.
Esta situación ya provoca hartazgo. Desde todos los flancos posibles intentan clavar sus aguijones para succionar, una vez más, nuestros recursos. Y no sólo los buitres, que ya son enemigos fácilmente identificables, al igual que sus voceros, emisarios y demás caranchos locales, sino también los grandotes de la economía criolla. Los grandes empresarios, muchos de ellos enriquecidos gracias a la deuda que estamos pagando entre todos, lejos de acompañar la defensa de los intereses soberanos, agitan el tablero para inclinarlo a su favor. En el revoltijo, como siempre, son Ellos los que ganan.    
Y son también Ellos los que ocasionan las pequeñas crisis que después denuncian; aumentan los productos para generar la inflación de la que, a renglón siguiente, se quejarán; suspenden y despiden trabajadores y se lamentan por la incipiente desocupación; cierran sus puertas sin motivo para declarar que no les quedaba otra opción. ¿Acaso no son repugnantes? ¿No merecen vivir en la indigencia, para tener una dosis de su propia medicina?
Encima, se quejan porque se los quiere controlar. Hipócritas que defienden la propiedad privada cuando se trata de especular y multiplicar sus ganancias y no cuando se empecinan en saquear nuestras billeteras. ¿O consideran que no es propiedad privada la porción de nuestros salarios de la que se apropian con el incremento indiscriminado en los precios? Si les molesta la sanción de las leyes de defensa del consumidor, habrá que seguir adelante con el proyecto, porque si los dejamos actuar de acuerdo a sus instintos, pronto se transformarán en buitres incontrolables. Alguien dijo que la mejor ley es la que no hace falta. En este caso, es imperiosa una normativa que limite su capacidad de daño. Toda libertad necesita ser responsable, aunque sea la de mercado. De lo contrario, la voracidad gobernará las acciones de esta minoría, pisoteará las libertades ajenas y convertirá sus privilegios en la ruina de la mayoría. Eso es lo que hay que frenar de una vez por todas.

2 comentarios:

  1. Por las dudas que alguno le llame la atención. Acechar es vigilar, asechar es confabular. No hay error en el título.

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  2. vardades verdaderas , muy bueno

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