Más de un año queda para las
elecciones primarias y algunos
candidatos se zambulleron en la campaña como si faltaran apenas unos días.
¿No encuentran nada más importante que hacer? ¿Tanto apuro tienen por sacarse
de encima al kirchnerismo? Aunque también algunos candidatos oficialistas están
haciendo actos, los Otros empezaron
primero. Ni bien terminaron de contar los votos de las legislativas, Massa
y Macri arrancaron con sus fantasías sobre la presidencia. Y Scioli no podía
quedarse atrás. Y el resto, menos que menos. Entonces, ya están propalando
lemas, banderas, afiches, jingles y amenazas de visitas domiciliarias. No olvidemos que estas cosas cuestan dinero
y de algún lado sale. No sea cosa que los personajes sombríos que siempre
asechan apuesten sus fichas más gordas a
un par de candidatos dispuestos a restaurar sus privilegios.
Mientras tanto y para preparar
una escena caótica acorde con el panorama
electoral, algunas empresas apelan a las
tradicionales medidas de suspensión y despido de trabajadores, con el
argumento de que todo está muy mal.
En estos días, el titular de la UIA, Héctor Méndez, suplicó por una devaluación
de la moneda, más allá de los perjuicios que eso puede traer en el mercado
interno. Y de paso, elevó su protesta por el debate parlamentario de la Ley de
Regulación de las Relaciones de Producción y Consumo. Para el empresario del
plástico, esta iniciativa “es
peligrosa, puede afectar muy negativamente la inversión y el empleo”. En
realidad, lo que amenaza la inversión y
el empleo es la angurria de muchos de los exponentes de este sector, que
sólo buscan multiplicar sus ganancias para acumularlas debajo del colchón.
Y para muestra, un botón: un grupo de empresarios
propone comprar los bonos en default en manos de los buitres, no como un gesto
patriótico para terminar con una amenaza, sino
para convertirse en un nuevo factor de presión. En enero, cuando la
cláusula RUFO llegue a su fin, podrán reclamar al Gobierno los 1500 millones de
dólares dilapidados más alguna tajada que obtengan de la operación. Si en estos
años hubo dificultades en el crecimiento de la economía, ha sido más por la avaricia de los principales
actores que por factores estructurales. Si tienen esa suma, que la
inviertan ahora en lugar de especular con el incremento de los precios, la cotización
del dólar y la búsqueda de un nefasto protagonismo en los titulares.
Un
revuelo entre los propios
La Ola Naranja no
es la promoción de una tarjeta de crédito, sino el movimiento que impulsa la
candidatura presidencial de Daniel Scioli. “Por
todo lo que me ha ocurrido en la vida –explicó el ex motonauta- siento que Dios me preparó para ser
presidente”. En verdad, si Dios existe, debería destinar su eternidad a cosas más trascendentes que entrenar a
Scioli para que sea presidente de Argentina, salvo que eso forme parte de
un plan que desconocemos. El momento más encendido de los 22 minutos que ocupó
su discurso ante una multitud que simulaba efervescencia, fue cuando llamó a “tener cuidado y estar atentos frente a quienes
proponen soluciones y quieren cambiar todo”. Después habló de compromiso y lealtad con la tibieza de siempre.
Así y todo, disputa con honores la predilección en las encuestas, más en los
ajenos que en los propios.
En otro tiempo y
lugar, el vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, se mostró más inflamado
como uno de los oradores del acto que, en conmemoración del Día Internacional
de la Juventud, organizaron algunas agrupaciones kirchneristas en el Luna Park.
“La deuda externa no la asumió un
gobierno peronista –exclamó el dirigente- Los gobiernos peronistas son
los que arreglan los problemas que dejan los gobiernos cipayos”. Como
el lema del encuentro era Patria o
Buitres, el conflicto con los especuladores del Norte y la defensa de la
soberanía fueron los ejes principales de los expositores.
Hebe
de Bonafini también se animó al micrófono, aunque no está tan acostumbrada a
actos así. Su aparición fue muy aplaudida, sobre
todo por su apoyo al gobierno de CFK y los elogios dirigidos a Axel Kicillof.
Pero quien resultó más ovacionado por sus contundentes conceptos fue el
diputado Andrés Larroque. “Este acto se
llama ‘Patria o buitres’ –recordó El
Cuervo- pero también podría haberse llamado ‘Patria o Clarín’”. Después de
aclarar que de la conciencia surgen las convicciones, Larroque destacó que “el
desafío ahora es cultural, no electoral, es mucho más profundo y hay muchas
más cosas que discutir”.
Como
siempre, quien no ha sido invitado a la fiesta es el que más la desdeña. Por
eso, el diputado Martín Insaurralde cuestionó hasta el lema del acto, porque no
le gusta “todo lo que sea dividir”. Como si fuera posible convivir con
los carroñeros, destacó que le “gusta
buscar los consensos, buscar los acuerdos, dentro
de las diferencias que tenemos todos, buscar las coincidencias”. Una
conmovedora frase que puede resultar promisoria entre iguales, pero sumamente
peligrosa cuando existe la amenaza de picotazos voraces. A ver si la entienden
de una vez los tibios que aseguran apoyar este proyecto: no existe consenso ni acuerdo posible con los que buscan estafarnos ni con
los que ansían succionar nuestras riquezas. Pero no hay que pedir peras al
olmo, como decían los abuelos, ni
carrozas a los zapallos. Que se ocupe de su farandulera boda y que vaya
practicando alguna danza provocadora por si Tinelli lo convoca para el baile
del caño, mientras la mayoría busca
garantizar la continuidad de este proyecto.
Ya
que los candidatos han salido al ruedo con bastante anticipación, tenemos tiempo más que suficiente para
escuchar con atención lo que proponen. Y también de exigirles que sean más
concretos en sus programas, para que no intenten engañarnos con eslóganes y frases
de pósters; para que no exploten el embeleso que produce la promesa del paraíso sin pasar por enojos ni conflictos, todos en
una mágica armonía; para que no reproduzcan los deseos y estrategias destituyentes de los grupos de poder en
los discursos dirigidos a los ciudadanos. En definitiva, que sean candidatos a representantes y no
postulantes a voceros, que piensen en todos y no en los pocos, que diseñen
un futuro luminoso y no que restauren un pasado oscuro. Que contribuyan a la
construcción de un sueño y no que operen
para provocar una nueva pesadilla.
Ellos empezaron temprano, ahora que no se quejen.
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