Mientras
los buitres cobran el seguro gracias al fallo que redactaron para Griesa, algunos
caranchos locales aprovechan la distracción para hacer de las suyas. Un diputado aliado al macrismo, Guillermo Durand
Cornejo, presentó una medida cautelar en
la Justicia salteña para obstaculizar –una vez más- la adecuación de todos los
grupos mediáticos a lo que dispone la LSCA. En estéreo, el diputado y
rabino Sergio Bergman, del mismo partido, cuestiona que Kirchner haya ordenado
bajar los cuadros de Videla y Bignone y clama por la memoria completa, la ya
erradicada teoría de los dos demonios. ¿Qué
le pasa a esta gente? Parecen tener el síndrome del túnel del tiempo y les
encanta retroceder. Y después dicen que
son lo nuevo y que quieren construir un país diferente pero con las viejas
ideas que nos llevaron a la ruina. Un rompecabezas amorfo con piezas
importadas de nuestro peor pasado que ya no encajan en la Argentina de hoy. Pero
a no desesperar: el nuevo país no será ése, sino el que se atreva a enfrentar a las corporaciones, tanto las militares
como las judiciales, económicas y mediáticas.
Una
de las principales virtudes –es un decir- del PRO es la descarnada sinceridad
de sus principales exponentes. Durand Cornejo y Bergman no renuncian a ser los voceros de los poderes fácticos ni siquiera en
campaña, aunque falte casi un año para las elecciones primarias.
Seguramente, en los afiches y cortos televisivos se mostrarán sonrientes y
comprometidos con los intereses de la gente,
pero el guión que recitan parece escrito por Otros. “Estoy con vos”, dice su jefe político, Mauricio Macri, en sus llamadas telefónicas y amenaza con
invadir nuestros domicilios con su insoportable cinismo.
Impudicia
que a veces produce serias contradicciones, como las frecuentes del diputado
Federico Pinedo quien, en una columna escrita para el diario español El País
afirma que el trato recibido por Argentina en el litigio con los fondos buitre “ha sido mucho peor que el que habría
recibido cualquier empresa o persona en iguales circunstancias”. Interesante reconocimiento realizado, no en
una pequeña FM local sino en una publicación internacional de considerable
repercusión. Pero, el diputado macrista no puede con su espíritu de
patricio colonizado y afirma que, a pesar de eso, “hay que cumplir la sentencia,
por más absurda que parezca”. Contradicción, incoherencia, cipayismo
que conduce a agachar la cabeza ante cualquier injusticia imperial. ¿Dirá lo
mismo si se demuestra que la declaración de default sólo buscaba el cobro de un
seguro que los propios litigantes habían contratado? ¿Seguirá considerando
independiente a la Justicia yanqui cuando todas sus decisiones benefician a los
buitres, fuera de todo derecho soberano? Si
el fallo es absurdo, además de perjudicial para nuestros intereses, ¿por qué
habría que cumplirlo?
Los que
se borran y los indelebles
Desde
que recrudeció el conflicto con los buitres, esperamos en vano una definición
de la Corte Suprema de Justicia en la voz de su presidente, Ricardo Lorenzetti.
Claro, respetar la feria judicial es más
importante que cuestionar un fallo caprichoso que afecta nuestra soberanía.
A título personal, Raúl Zaffaroni, uno de los Supremos reconoció en Página/12
que ve “esto con un poco de miedo. Para
decir la verdad, con mucho miedo”. Con el fin de dar una dimensión que vaya
más allá de una peli de terror, explicó que “el
poder político, el de los Estados, está sobrepasado por el poder económico de
oligarquías, de pequeños grupos de
personas que manipulan a su gusto los medios de comunicación y el poder
judicial, que hacen lobby y pagan honorarios a profesionales de altísima
especialización en estas maniobras”. Una
advertencia que todos conocemos, pero que algunos esconden para quedar bien con
los caranchos locales.
Esos
bichos malignos que apelan a
cualquier treta malsana para sacarse de encima al kirchnerismo de una vez y
para siempre. Que mienten, inventan, ocultan, tergiversan, confabulan, evaden,
presionan, amenazan, especulan para incrementar sus ganancias y fugarlas al
exterior. No sólo está la prensa independiente en este paquete,
sino los grandes empresarios que consideran al precio de los productos como un
puñal en el gañote de nuestros bolsillos. Esos que claman la necesidad de
inversiones extranjeras mientras vigilan con recelo las abultadas cuentas que
tienen por doquier. Si pusieran a disposición al menos una parte de lo incautado y renunciaran a una porción mínima de sus
ganancias, la economía doméstica funcionaría mucho mejor. Los peores son
los estancieros, generosos con las
pérdidas, egoístas con las ganancias, que afirman siempre estar para atrás, al borde de la
indigencia, el rostro surcado de lágrimas, las manos suaves de tanto esquivar
la tierra. Pero los gigantescos gusanos
de los campos están rebosantes de granos, a la espera de una mejor
cotización para hacerlos adelgazar. Y el carné de conducir sólo está a disposición
de coches cero kilómetro de alta gama y sus valijas prontas para vacacionar en
islas paradisíacas.
Todos ellos dicen que son el país, pero la mayoría le da la
espalda. Por eso nunca
se presentan a elecciones. ¿Para qué? Si tienen peones que ofician de
candidatos a los que pueden sacrificar
todos los días con el objetivo de destronar al Rey e instalar en el trono un sirviente con banda. Saltimbanquis que
están a disposición de los sombríos integrantes del Círculo Rojo. Bufones
capaces de recitar las consignas más incongruentes para recibir una palmada en
el lomo. Postulantes de todo terreno que asisten a cualquier ceremonia con tal
de obtener la mejor foto. Monigotes
dispuestos a renunciar a sus principios para rasguñar un mejor final en sus
mediocres vidas.
En
el conflicto con los buitres ha quedado expuesta la traza de sus espíritus: obsecuentes, timoratos, pacatos, sumisos,
traidores. No sólo con los últimos episodios de esta saga, sino más atrás,
cuando habían embargado la Fragata. ¿O nos hemos olvidado que propusieron una vaquita para conformar a los
picoteadores? Una suma insignificante que, por supuesto, nunca apareció.
Tampoco hubiera servido para mucho, más que para agravar el problema. Tarde se darán cuenta de que con la
soberanía no se juega. Por más que disfracen la situación, los pajarracos
del Norte nos quieren estafar y ellos ofician para facilitar la embestida. En lugar de alistarse en la frontera para
defenderla, hablan de corbatas, malos modales, desobediencia, ideologización.
En
los últimos días aparecieron encuestas que evalúan como creciente la adhesión de la ciudadanía a la posición del Gobierno
Nacional en este tema. Roberto Bacman, de la consultora CEOP afirma que seis
de cada diez personas considera que Argentina “está haciendo las cosas de manera correcta y responsable”. En la
misma proporción, los ciudadanos comprenden que “los fallos del juez Griesa demuestran los vínculos entre el capital
financiero y la Justicia norteamericana”. Además, la imagen positiva de CFK viene trepando desde mayo y con el litigio de
los buitres superó el 54 por ciento de adhesión.
Y
lo más divertido –no para los nostálgicos del pasado, claro está- es que Axel
Kicillof conquistó un 52 por ciento de
imagen favorable, a pesar de todos los sapos y culebras que arrojaron por
las usinas de estiércol sobre su persona. A la hora de horadar su figura, la informalidad
en el vestir y su aspecto juvenil prevalecen sobre la claridad de su discurso,
la solidez conceptual y el compromiso con el proyecto. Como son tan obvios en
su estrategia destituyente, sólo los caceroleros y algunos confundidos se
abrazan a sus diatribas. Si no se
esfuerzan un poco para retornar al camino del periodismo, terminarán
berreando como purretes encaprichados, sus candidatos acabarán desdibujados por
tanto tironeo y su público, tan embrollado que no sabrá hacia qué canal mirar. Mientras,
el resto seguirá construyendo al representante que garantice la continuidad de este sendero hacia el país soñado.
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