Muchos argentinos nos
preguntamos para qué el juez Thomas Griesa convoca a otra audiencia, si para
lamentarse o para burlarse. Para disculparse por sus injustas, caprichosas y
dolosas decisiones, nunca. Total, el objetivo ya está cumplido: los que especulan con las malas noticias ya
ganaron muchísimo en pocas horas. Y los buitres, después de cobrar los
seguros contra riesgos de default, tal vez tengan una mejor disposición para
escuchar las propuestas del equipo económico argentino. Que nadie se ilusione:
hasta que no caduque la famosa cláusula RUFO no se podrá ofrecer nada mejor de
lo que establece nuestra ley. Y después, estas fieras tampoco merecen que abramos
con generosidad nuestras billeteras. Por
dignidad, el nuevo canje no debe ser mucho mejor que el anterior. En estos
meses que nos quedan hasta fin de año, el Gobierno deberá diseñar una
estructura de pagos para eludir los picotazos y después, en lugar de ordenar, nos estarán suplicando para que les
tiremos unos mangos.
Por lo menos, eso es lo que se
deduce de las últimas declaraciones de Capitanich y Kicillof y, sobre todo, de
La Presidenta. Y está bien que así sea. A
la prepotencia angurrienta de estos especuladores, el oficialismo responde con
razones y argumentos. Algo que desespera al establishment vernáculo que,
como siempre, opina lo contrario. Para estos operadores buitreros, la actitud soberbia, ideológica, belicosa de los funcionarios ha provocado
este desastroso default y lo que
deben hacer las autoridades es implorar por una solución, aunque sea sometiendo el futuro del país a los embates carroñeros. Para
los voceros de los avarientos, Cristina y Kicillof tienen la culpa de la situación
caótica en que está nuestro país.
Y bueno, allá ellos. Que crean lo que quieran y que engañen al
público como mejor consigan. Que oculten y tergiversen la información como
se les antoje. Que titulen “fracaso del
gobierno” y no terquedad de los avarientos, como debería ser. Que sigan
convocando a los gestores de nuestros peores desastres para que analicen el
inexistente escenario y pontifiquen sobre cómo se debería salir de este enredo.
Que sigan operando para posicionar a sus
candidatos y malversando la poca credibilidad que les queda. Que continúen
pisoteando la memoria colectiva hablando de un default de mentiritas y anunciando catástrofes que nunca llegan. Pero después que no se quejen si quedan
solitos mascullando incoherencias por los rincones.
Si para ellos, Patricia
Bullrich es una voz autorizada para hablar de esta situación que lo sigan
creyendo, por más que sea la funcionaria de la Alianza que llevó adelante el
vergonzoso ajuste que extirpó el 13 por
ciento de salarios y jubilaciones para profundizar la sangría. Entusiasmada,
la diputada de no se sabe ya qué partido, graznó: “¿se derrumbó otro hito del relato? La mejor negociación de la deuda de
la historia terminó en default”. Por más que el uno por ciento de los
tenedores de títulos públicos esté litigando, el canje de 2005 y 2010 sigue siendo exitoso porque se ha adherido más
del 92 por ciento de los acreedores. Y hubieran cobrado la cuota
correspondiente de no ser por la obsecuencia del juez Griesa que aconsejó la usurpación del dinero de los bonistas.
Pero, envalentonada, consideró
que “este default lleva el sello de la ineptitud kirchnerista para manejar
cuestiones de Estado. El Gobierno quedó expuesto por no negociar, por mostrarse
pedante y autoritario frente a los
demás”. Ineptitud, pendatería y autoritarismo. El lugar común de maldecir a
un gobierno que todavía mantiene un alto
nivel de adhesión y acumula muchos logros en su haber. Pero, en cierta
forma, Patricia Bullrich, sigue siendo un faro
intelectual, al menos para pensar lo
contrario. Además de luces, le falta autocrítica. El gobierno del que formó
parte nos condujo a la crisis de 2001, una de las peores de nuestra historia y
provocó un default de verdad. ¿Qué valor
puede tener lo que diga alguien que no ha producido más que desolación en su
gestión de gobierno? Y lo que estamos pagando es eso que la Alianza nos dejó.
Lo
crudo y lo quemado: discurso vs cuentitos
Lejos de la sumisión que exigen
estos personajes, el Gobierno se ha
puesto, una vez más, de nuestra parte. El ministro de Economía, Axel
Kicillof, ha sido uno de los protagonistas más activos de las negociaciones con
Griesa, el mediador inclinado y los
representantes de los buitres, a cuello
descubierto y sin corbata, pero con mucha valentía y convicción. Y contra
todo lo que recitan hasta el hartazgo los opositores a ultranza, nuestro país
negoció al ofrecer la apertura del canje, asegurando
ganancias de casi el 300 por ciento para los litigantes. Si esto es así, no
es por capricho, sino porque la Ley lo dispone. Nuestra ley es más importante
que la interpretación capciosa de un magistrado en retirada, avalada por la
Justicia Imperial. Y no sólo nuestra ley
es más importante, sino nuestro futuro. Por eso emociona y tranquiliza que
Kicillof, CFK, Capitanich y todos los exponentes del oficialismo afirmen que no aceptarán nada que
comprometa la soberanía.
Pero lo que más desespera a la oposición es el
relato. Este término aparece como si todo –absolutamente todo- lo que asevera
cualquier funcionario identificado con la K formara parte de un cuentito
alejado de hechos reales. Sin embargo, eso
que llaman ‘relato’ es la
justificación de todas las acciones que nos han hecho vivir la mejor década de
nuestra historia reciente. Y sin exagerar. Ese relato que inserta cada paso
en un recorrido, que explica cada decisión con sus causas y consecuencias, que
privilegia el conjunto sobre las particularidades. Con la síntesis de Kicillof
-“decir que entramos en default es una
pavada atómica”- estos personeros
del pasado, detractores del presente y destructores del futuro se habrán
escandalizado. Afirmar que una sentencia de las calificadoras de riesgo es una pavada atómica debe parecerles una blasfemia.
Entonces, insistamos con la herejía de desatender los
dictámenes del Poder Fáctico y sigamos haciendo todo lo contrario de lo que
su lógica diagnostica. Si ellos dicen que hay que acatar, seamos desacatados.
Si exigen obediencia, seamos desobedientes. Si aconsejan bajar el gasto
público, dediquémonos a la prodigalidad. Porque
esas recetas nos han llevado a la ruina y, a pesar de eso, siguen insistiendo
con la salmodia neoliberal.
En nuestro primer día de default, no pasó nada.
Claro, para el espectador de TN y sus satélites los salarios bajaron, la
inflación se multiplicó, el dólar ilegal saltó como una langosta, la
desocupación subió por el ascensor hasta la azotea. En la vida real, nada de eso ocurrió. Al contrario, La Presidenta
anunció por Cadena Nacional el aumento del 17,21 por ciento de las
jubilaciones, lo que significa una suba
del 2054 por ciento desde 2003. Tan
mal no nos ha ido con el relato K. Y esto es sólo una foto: la peli
es más intensa.
Además de esta buena noticia, Cristina deschavó la
movida de los bancos. Y uno que se había
ilusionado con un gesto patriótico de los que tanto daño hicieron y tanto
dinero han ganado a nuestra costa. Mejor,
otra careta que se desmorona, otro dato para no confundirnos. Pero también
emocionó, como nos tiene acostumbrados. Ante los militantes, después del
discurso oficial, CFK confesó: “algunos
dicen que cuando hablo con ustedes me cambia la cara. Pero, aunque no se vea, cuando estoy con ustedes me cambia el
corazón”. Mientras estos conmovedores momentos se suceden, hay unos
tipos que cuentan los días que faltan para el fin de su mandato y gastan su
ingenio en cuentas regresivas en lugar de invertirlo en propuestas concretas.
Pero propuestas en serio, no el recitado
de esas frases lindas que ocultan las más nefastas intenciones. Esos son
cuentitos y debemos comenzar a desecharlos.
Muy buen análisis, debemos comprender sin lugar a dudas que existen dos Argentinas, la que queremos la mayoría a la que tildan de populista y la otra: la que integran un grupo de especuladores que no tienen ningún problema en hacer alianza con grupos financieros internacionales con tal de ganar más sin importarles para nada la situación social del Pueblo Argentino.
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