El discurso del miedo fue el disparador del cacerolazo del 13S.
Cristina había dicho una cosa y las propaladoras de estiércol –con sus fieles
servidores- presentaron otra. Los caceroleros, como tiernas ovejitas,
respondieron a la manipulación y salieron a manifestar que no tenían miedo con
sus cacharros y cuanto utensilio ruidoso encontraron en el desván. Tamaño
valor. Valor dólar, el verdadero motivo que provocó la ira de la mayoría de los
manifestantes. Lejos de avergonzarse por consumir tan mala información, los
percusionistas cacharreros recrudecen su accionar protestón sin advertir
siquiera quiénes son los compañeros de ruta que engrosarán sus filas. Páginas
y páginas cargadas de nombres que figuran como los organizadores apolíticos del 8N, todos relacionados
con agrupaciones de derecha y más allá -como los neonazis de Biondini y hasta
militares retirados- que ellos, por supuesto, jamás leerán. No tienen tiempo ni
ganas de preocuparse por esas cosas mínimas.
Nada de lo
que se diga podrá convencer a un cacerolero de desistir de sus ruidosos planes
expresivos. Porque el
cacerolero quiere desterrar de la faz del planeta todo lo que huela a
kirchnerismo, porque ya no lo soporta, aunque
no entienda bien por qué. En esta nueva versión se incorporará el problema
por la basura y el paro sorpresivo de los confabuladores ferroviarios. Por más
que el Gobierno Nacional no tenga responsabilidad por estas cosas, bienvenido
sea el reproche. El cacerolero sabe de antemano que todo lo que ocurre
es culpa de Cristina, blanco de todos los torpes prejuicios que lo movilizan.
El 8N
es la combinación de los instrumentos de 2001 con los orquestadores de 2008. En
tiempos de la rebelión de los
estancieros, muchos de los que acompañaban fervorosos las protestas
callejeras y los cortes de ruta poco entendían de retenciones, pues con los preconceptos
bastaba para sumarse. Lo mismo ocurrió en el 13S: aunque se recitara de
forma textual lo que Cristina había dicho, la fantasía autoritaria ya estaba
rodando y no había vuelta atrás. Todos clamaron en contra del miedo.
Ahora, la Corte Suprema decidió separar al juez federal de Quilmes, Luis
Armella, de la ejecución del saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo y hasta
elevará una denuncia penal. De eso hablaba Cristina en ese discurso, de ese
juez que multaba a los funcionarios que denunciaban irregularidades en la
elección de las empresas encargadas de la obra. Con la excusa de cumplir
los plazos, Armella no aceptaba las denuncias y “tenía aterrorizado a todo el mundo”. Y entonces viene la frase tan
manipulada, tan distorsionada, tan confundida. “Pero no hay
que aterrorizarse, solamente hay que tenerle temor a Dios, y a mí en todo caso
también un poquito, por lo menos los funcionarios que dependen de mi nombramiento”.
Y eso fue todo. Una trampa muy tonta en la que cayeron muchísimos
individuos que se creen ciudadanos. “Cristina
se compara con Dios”, “Cristina dice que hay que tenerle miedo”, “no se puede
amenazar a la población” y demás sandeces acompañadas por rostros
severos y constipados.
Si en septiembre fue el miedo, el
dólar y la libertad, para el 8N hay
todo un catálogo de demandas –analizadas en el apunte anterior- que pretende
expandir el universo quejumbroso hasta límites insospechados. Lejos de
reclamar una solución a los problemas que denuncian, lo único que quieren es
que Cristina se vaya, que se esfume, que se desvanezca en el éter. Quizá un
número importante de manifestantes no tenga plena conciencia de esto, pero los
organizadores y algunos partidarios, sí la tienen. Y apuestan con sones de
cacerolas a conseguir lo que no pudieron en las urnas: apoderarse nuevamente
del país para someterlo a su antojo.
Simpatizantes y adherentes
engrosarán con su presencia la convocatoria de una minoría patricia que no debería
ser más que anecdótica. Si entendieran qué rechazan, si supieran lo que
apoyan, tal vez muchos de ellos ni se molestarían en revolver las alacenas
buscando algún trasto bochinchero. Si observaran bien quiénes son los que
convocan, seguramente se quedarían en su casa observando, espantados, las
escenas difundidas por TV.
En septiembre se oponían a una
posible reforma constitucional que habilite la reelección de CFK, aunque, por ahora,
nadie habla de iniciativa alguna en ese sentido. De cualquier modo –y para
reforzar la idea- más de cien diputados de amplio espectro ideológico firmaron
un documento cuyo fin es rechazar cualquier proyecto que intente declarar la
necesidad de una reforma constitucional. En este jueves cacerolero se
agregará este nuevo viejo reclamo. En el rechazo a la reforma también se
incluye un poco de repulsa hacia el modelo, al que no pueden comprender en su
totalidad. No los organizadores, sino muchos de sus adherentes. Como tampoco
comprenden por qué los bancos privados deben obedecer a las decisiones del
Banco Central o por qué este organismo toma acciones que se apartan del
catecismo de encumbrados economistas vernáculos. No importa que los bancos,
entre julio y octubre, hayan prestado más de siete mil millones de pesos para
inversión productiva a tres años con una tasa no mayor al 15 por ciento. Una acción
muy importante que sólo ocupa un 5 por ciento de los depósitos bancarios.
Tampoco importa si más de la mitad de esa línea crediticia haya tenido como
destinatario a mini, pequeñas y medianas empresas.
También rechazan la recuperación de
Aerolíneas Argentinas, de YPF y el importante rol de la ANSES, con la AUH, los
nuevos jubilados, las netbooks. Y el plan Pro.cre.ar y todo lo que se ha hecho
en obra pública. De más está decir que entre todo lo que despierta la
aversión de organizadores y caceroleros está también la ley de SCA y el
advenimiento del 7D. Seguramente, los que espantarán la fauna urbana a
golpe de cacharros no se han enterado que los trabajadores de prensa de TN y Canal
13 se reunieron la semana pasada con Martín Sabbatella para expresar su apoyo a
la ley. “Tenemos una posición que apoya
el cumplimiento de la ley de la democracia y estamos reclamando el cumplimiento
del Estatuto del Periodista y del convenio colectivo de trabajo que no se
cumple dentro de los noticieros”, detalló Daniel Raichijk, delegado de la
Comisión Interna de trabajadores de esos dos canales.
Si sorprende lo que rechazan, espanta lo que apoyan. Los
adherentes aprueban que Argentina sea el país en el que circulan más dólares
por habitantes, después de Estados Unidos. Mientras Brasil tiene un promedio
de 6 dólares en billete, en nuestro país supera los 2000 per cápita. También
aceptan las seis corridas cambiarias que hubo desde la asunción de Cristina en
2007, que significaron una fuga de más de 70 mil millones de dólares. Y
acceden complacidos a que sean las calificadoras de riesgo y los fondos buitre
los que califiquen nuestra economía y sellen nuestro destino.
Los caceroleros adherentes y muchos
de los simpatizantes no forman parte del grupo minoritario y clasista que
fomenta y organiza esta nueva marcha de la incomprensión. Si supieran que
detrás de esta nueva catarsis quejumbrosa están los que han provocado nuestras
peores crisis y se han beneficiado con el hundimiento de la economía nacional,
se abstendrían de salir a la calle el 8N. La Fundación Pensar –que aunque
parezca mentira es la usina de ideas PRO-, la Sociedad Rural y otras
fundaciones relacionadas al macrismo están detrás de la organización de esta
riesgosa manifestación. El senador Aníbal Fernández sostuvo que el 8N “es un invento de una facción de
ultraderecha cuyo único objetivo es la defensa del Grupo Clarín”. Pero
además, esta convocatoria tiene un inocultable componente de sectores
procesistas, de militares y personal de fuerzas de seguridad. El Congreso
Nacional de Suboficiales Argentinos llamó a concentrarse en repudio al gobierno
de CFK, pero lo más inquietante es que convoca a “todos los militares de la República” a una jornada de “reencuentro nacional”.
Sin dudas asistirá mucha gente a
esta concentración tan poco constructiva. Quizá, un número importante de los
asistentes ignore estas cosas y no mida las consecuencias de su adhesión. O
tal vez sí, pero no le importe demasiado. Puede ser que lo consideren un juego.
Más allá de todo esto es necesario que tengan en claro que están trocando un
país cargado de futuro por un conjunto de acciones cuyo fin es socavar un
modelo que está sacando a Argentina del peor de los pasados. De ese país al
que la mayoría no queremos retornar.
Que claro tu análisis Gustavo. Yo vivo en Capital Federal, la ciudad puerto, la que tantos de nuestros hermanos, zonzos, tiene. Estan confundidos y yo por no querer callar verdades, cuando me han insultado a falta de argumentos que refuten que los mios cuando les explico, lo que son los traidores, que Inglaterra y los yanquis no son los malos; que hay corpos que se llevan la plata afuera y nada les importa solo que ellos, su culo. Cuando puedas pasate por Doc9, abrazo grande
ResponderBorrarMuy buen análisis Gustavo, de nuevo gracias por compartirlo...
ResponderBorrarNo se si tendrá algo que ver....yo soy del interior del interior (de San Francisco, provincia de Córdoba) , y a lo mejor en la GRAN URBE las cosas son muy distintas a lo de acá y a lo que nos enteramos y recibimos; pero ayer tuvieron en Bs.As. la energía eléctrica cortada durante mucho tiempo, con alta temperatura, es asi?...no les parece un poco manipulada la cosa? como avivando la llama para el 8N, o fue casual?... mmmm no se...a lo mejor solo es un percepción mia...
saludos
Fernando Giletta
Nada es casualidad con esta gente: basura, corte de luz y agua, semáforos sin funcionar en la hora pico. Muchas casualidades juntas. Quizá todo haya sido para fogonear el enojo. O algo así.
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