viernes, 30 de noviembre de 2012

Benditas palabras


Por fin termina esta semana que comenzó con el clima de angustia generado por el fallo del Juez Imperial Thomas Griesa, las expectativas por la resolución del conflicto con la Fragata Libertad y las repercusiones por la denuncia del Grupo Clarín hacia algunos profesionales de los medios. Muchos exponentes de la oposición vieron la luz ante estas amenazas externas y apostaron sus fichas a un fracaso de las negociaciones emprendidas ante los tribunales correspondientes. Hasta el coleccionista de autógrafos, Hermes Binner, se vio tentado de hacer una recopilación de firmas para exigir al Gobierno Nacional que pague todo lo solicitado por los hambrientos buitres. Pero no fue así. La Cámara de Apelaciones de Nueva York suspendió el fallo y postergó la solución de este conflicto para mediados de febrero, mientras la Organización Marítima Internacional, organismo que depende de la ONU, certificó que la Fragata Libertad es un buque militar y no puede ser embargada. La libertad de la fragata está en manos del Tribunal Internacional del Mar, con sede en Hamburgo, que ya ha comenzado a escuchar los argumentos de las partes involucradas. Aunque resultó en parte auspicioso que algunos opositores, tanto políticos como voceros mediáticos, repudiaron la denuncia de Clarín hacia algunos periodistas cercanos al oficialismo, en la reunión de la Comisión de Libertad de Expresión del Congreso ninguno de ellos asomó la nariz. Una diferencia enorme con aquella asamblea histriónica donde muchos clarinistas exageraron su histeria por unos inocentes afiches callejeros. “Los buitres y los caranchos no están solamente afuera –exclamó La Presidenta por Cadena Nacional- también hay desafortunadamente adentro, y muchas veces se lanzan sobre el Estado”.
Claro que esa frase no estaba destinada al documento de los obispos católicos, quienes, anticipándose a la Navidad, aportaron, ansiosos, su granito de arena a la causa Noble. Con un texto desconcertante y agresivo, la Conferencia Episcopal Argentina advierte que en nuestro país se está “gestando el retorno de bandos irreconciliables” y que, después de 30 años de democracia, corremos “el peligro de dividirnos nuevamente”. División, vale aclarar, denunciada siempre desde los sectores que temen perder una mínima porción de sus cuantiosos privilegios. Estos emisarios de la palabra divina se muestran preocupados por la pobreza pero jamás emiten crítica alguna hacia los que la generan. Nunca cuestionan a los angurrientos exponentes del poder fáctico. Al contrario, siempre se han mostrado en una indisoluble alianza. Por eso denuncian, en su oportuno documento, el “excesivo caudillismo” y “las presiones a la libre expresión” y exigen “la independencia del Poder judicial”. En apariencia, los prelados han decidido santificar los titulares de algunos medios hegemónicos.
Asustados por el crecimiento de la militancia juvenil, las máximas autoridades eclesiásticas consideran que se “debe excluir la politización prematura y partidista de los alumnos en los colegios”, aunque, ya es sabido, la instrucción religiosa contiene mucho de adoctrinamiento ideológico que se imparte con el formato de inocentes historias sagradas. El blanco de sus críticas lo constituye, también, el matrimonio igualitario y la discusión sobre la despenalización del aborto. Los voceros de Dios manifiestan estar “heridos y agobiados” porque “nos encontramos sumidos en una profunda crisis moral, que revela que la fe no impregna plenamente nuestro estilo de vida”. Si alguien quiere interpretar estas palabras como una autocrítica de las cúpulas católicas, va por el mal camino. Para ellos, la complicidad con la dictadura y los casos de pedofilia –entre otras atrocidades- no salpican la moral de esa institución.
La corporación que preside el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, realizó una lectura excesivamente crítica sobre la realidad del país, a la que han “repasado con profunda preocupación”. Sin embargo, nada han dicho sobre los avances en materia política, económica y social. De no haberse apurado tanto con sus anuncios de fin de año, hubieran podido acceder a los datos del informe “Panorama Social de América Latina 2012”, presentado en Santiago de Chile por la CEPAL. De acuerdo a la investigación del organismo dependiente de la ONU, Argentina se encuentra entre los cinco países latinoamericanos que más ha reducido la pobreza en 2010 y 2011, con un descenso del 8,6 al 5,7 por ciento. Tampoco deben haber tenido tiempo de ojear el informe realizado por la revista inglesa The Economist. La publicación afirma que Argentina está entre los mejores países para nacer en 2013, de acuerdo a una lista confeccionada a partir de once criterios que van desde el salario promedio hasta los resultados de las encuestas de satisfacción entre los ciudadanos de diferentes países. Aunque los obispos aspiran “a ser una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso con el bien común”, no tienen reparos en apropiarse de las falsedades que circulan desde los medios y en defender a las corporaciones, aún a las que han especulado con nuestras peores crisis.
En fin, nada nuevo. Hasta vuelven a agitar esa palabreja tan siniestra, ‘reconciliación’, que no significa más que el olvido de los crímenes cometidos por los militares a instancias de la voracidad de algunos civiles. Como siempre, explotan la santidad de su palabra para condicionar la vida política, en lugar de sumarse a un partido. Nunca se han sometido a elecciones, pero afirman tener un 90 por ciento de aceptación en la sociedad. Nada más lejos de la realidad. Según la primera Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes religiosas del Conicet, el 60 por ciento de la población dice ser católica a su manera. La única forma de pertenecer a una religión es participando de sus rituales. Una cosa es la creencia, que es personal, y otra la religión, que requiere un fuerte vínculo con la comunidad. Entonces, aquéllos que afirman ser católicos pero a Dios le rezan a su manera están sosteniendo una grosera contradicción. Más aún, le están concediendo poder a la institución que pregonan rechazar. Porque la Iglesia Católica no es sagrada ni divina, sino fuertemente política.
Ese 90 por ciento que ostentan se desmorona con el rating que obtienen las misas dominicales. Y ni hablar de las diarias, que se han reducido hasta su mínima expresión. La asistencia periódica al ritual podría considerarse como el voto efectivo que la institución religiosa obtiene de la población. Pero la pertenencia continúa en los registros burocráticos que la Iglesia conserva en sus archivos. Todos los bautizados –instancia iniciática más social que religiosa- están rigurosamente anotados allí. Un solo trámite basta para que ese 90 por ciento se reduzca hasta cifras más reales. Este ignoto profesor de provincias se liberó, hace unos años, de la hipocresía de pertenecer a un culto del que no participaba. La excomunión y la condición de hereje no deben asustar a los que emprenden el liberador camino de la apostasía.
En los cacerolazos de este año, muchos manifestantes expresaban sus quejas por la AUH y los planes asistenciales, cuyos destinatarios son considerados vagos y no víctimas de un modelo económico que los ha excluido durante años. Ninguno tuvo en cuenta que un obispo cobra el equivalente a 88 asignaciones. Que el Estado laico destine fondos para la Iglesia Católica es una distorsión que en breve se deberá corregir. Más aún cuando son cada vez menos los que participan de ella. Que ateos, judíos y practicantes de otras religiones contribuyan al sostén del catolicismo es una injusticia. Sobre todo, cuando a lo largo de toda su historia las jerarquías eclesiásticas se han asociado con las minorías saqueadoras que no han dudado en pergeñar las peores catástrofes.
En Cadena Nacional, CFK hizo referencia a los hechos de esta semana, a la que definió como “muy especial”. “Sufrimos el acoso y el asedio, desde afuera y desde adentro”, explicó. “Se puede nacer en Argentina, pero se requiere algo más que eso para ser argentino –señaló Cristina- es defender la bandera nacional por sobre cualquier bandería política o interés sectorial”. Algo que los máximos dirigentes de la Iglesia jamás podrán entender.

2 comentarios:

  1. aHHH...¡¡tengo que decirlo!!
    siempre me ha gustado el contenido de tu blogg...ahora además me gusta "el continente" o la nueva presentación.Un saludo afectuoso Gus.

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  2. Si, tomé la decisión. Además, es fácil. Con su aspecto anterior parecía un blog decimonónico, si eso fuera posible. Un abrazo enorem, Tere, como siempre

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