Estrategias
carroñeras para pinchar salvavidas
Algunos individuos están
molestos y con justa razón. El mundo
conocido se les está yendo de las manos y nada
de lo que hacen logra resultados favorables para sus mezquinos intereses.
La Presidenta sigue siendo terca, las
cosas van cada vez mejor y una mayoría
entusiasmada continúa mirando con mucha esperanza este nuevo país que estamos
construyendo, a pesar de los tropiezos
que originan los que no cambian más. Y contra eso no pueden, por más que
demonicen a quien se cruce a su paso. Por
más que hablen de pecheras y exporten fantasmas desde el peor pasado, pocos
creen en sus atroces alucinaciones y sus mentiras se desmoronan antes de ser
publicadas. A medida que recrudecen sus arremetidas, más duros son los
fracasos, más solos quedan, menos acólitos conservan. El juego de la democracia se torna para ellos insoportable porque por
fin ha encontrado su sentido: democratizar
la dignidad. Aunque conservan parte del poder de antaño, saben que van a
perder. Sus blancos candidatos se derrumban por la inoperancia y la falta de
compromiso con los ciudadanos. Las
excusas convencen a pocos y la gestión que tanto pregonaban resulta indigesta.
Ya no saben de dónde aferrarse y por eso recurren a lo que en otros tiempos
resultó efectivo: la violencia de unos
pocos para derrotar a los muchos.
Después del drama de las
inundaciones simultáneas, apostaron al enojo cacerolero. Por supuesto, trataron de desviar los dardos que
estaban destinados a los verdaderos responsables, esos alcaldes que sólo
están en el cargo para favorecer intereses minoritarios. No se conforman con
servir de escudos a esos paladines de la desigualdad que, al momento de los
hechos, estaban vacacionando en el extranjero. Estas ausencias serían apenas anecdóticas si se hubieran dedicado a realizar
las obras capaces de paliar fenómenos de tal magnitud. O al menos, si se
hubieran preocupado por la limpieza y el mantenimiento de los desagües ya
existentes. O si hubieran dejado un plan de contingencia para intervenir en los
estragos y asistir a las víctimas. Como
representantes más abocados a facilitar negocios que a mejorar la calidad de
vida de las mayorías, se fueron como si nada. Pero uno de ellos –el peor de
su especie- lejos de conmoverse por las consecuencias de su desidia, echó
culpas, negó autocríticas y justificó su necesidad serial de vacacionar. Y después, ostentó despreocupación,
atropelló inundados y jugó al fútbol. El otro, que sólo será conocido por
este episodio, deberá seguramente
abandonar su puesto y asumir algún proceso judicial que ya le están
iniciando por el tendal de muertos que dejó a su paso.
Nada
de todo esto apareció con vehemencia en los medios con hegemonía en decadencia,
sino apenas unas menciones tangenciales. Por el contrario, intentaron minimizar el impacto apuntando hacia otro lado. De una manera o de otra, la
culpa siempre será de Cristina. En un fallido intento de maquillar las
vacaciones, trataron de igualar el viaje
de Alicia Kirchner a París por una conferencia de la UNESCO con los ociosos
viajes de Macri, Bruera, Rodríguez Larreta y alguno que otro más. La
ministra de Desarrollo Social estaba en el país desde el viernes anterior y
estuvo a disposición de los damnificados apenas ocurrida la emergencia. A pesar
de eso, algunos individuos le destinaron improperios apenas la vieron
recorriendo las zonas afectadas. Pero
bueno, no se puede exigir que un inundado tenga la información precisa. Los
prejuicios desbordan y más aún en una situación desesperada. Después apuntaron
hacia la madre de La Presidenta y el insostenible alojamiento en la Quinta
Presidencial de Olivos que, de haber
ocurrido, no tendría nada de malo. Finalmente, eligieron su blanco
predilecto: los peligrosísimos jóvenes que destinan parte de sus vidas a la
militancia política.
Y entonces fueron por ellos.
Movileros que narraban, exaltados, cómo la gente
los había sacado carpiendo de la zona; obsecuentes
noteros besuqueando a los dolientes inundados, revisando ante cámara los
alimentos recibidos y mofándose de cuán poco les iba a durar la mercancía. Periodistas conmovidos por las bocas
desdentadas pero generosas, por la solidaridad de los argentinos que dan
una nueva lección a la clase
política. La no-política, otra vez, como estrategia para conservar los
privilegios, para frenar un proceso de
transformación que los está desesperando. El individuo dadivoso que entrega
una bolsa de alimentos versus la militancia juvenil identificada con un
proyecto que dedica sus días a asistir a las víctimas de la desigualdad. No sólo ahora, sino siempre. Las
pecheras de La Cámpora como blanco de sus ataques. No las de Cáritas o de la
Cruz Roja, no las remeras de la Acción Católica o los uniformes de los scouts.
Ni siquiera las de cualquier otra agrupación kirchnerista. El mal absoluto está en La Cámpora y en esos jóvenes que amenazan el
futuro del establishment.
Por eso lo de Juan Micelli
resultó oportuno. Por eso tanto escándalo en medio del drama. Por eso la exageración ante un hecho
insignificante. No pasó nada, pero explotaron el incidente como si hubieran
flagelado al periodista de la TV Pública. No
lo expulsaron del canal ni le arrancaron la lengua. Nada de nada. Pero en
torno a ese intercambio de palabras se construyó el monstruoso panorama de un
autoritarismo inexistente. El diputado Andrés Larroque, después de tres días completos dedicado a la distribución de las
donaciones, quizá se cansó de que cuestionen su pechera. Más aún de alguien
que está cómodamente instalado en un estudio de televisión, impecable en su
trajeado aspecto. En fin, una anécdota absurda en medio de tanto dolor; la búsqueda de un protagonismo inmerecido y
un papel de víctima que resulta funcional a los destructivos agoreros, a
los carroñeros que celebran cuando estas cosas ocurren.
Después, una patota desencajada
que agrede a quienes se dedican a reparar el daño que otros hicieron. Unos desubicados agresivos que clamaban
también por las pecheras, envalentonados por los titulares y los editoriales
mediáticos. Nuevos titulares que hablan de enfrentamientos cuando en
realidad fue un ataque. Miserables que aprovecharon el drama para recalentar el
ambiente, para eliminar lo que les molesta: jóvenes que resucitan la militancia para que nuestra peor historia no
se repita.
Por eso los nostálgicos del
pasado están tan desesperados. Porque saben que esta vez va en serio. Porque advierten que ahora sí el Pueblo es
el que manda. Porque comprenden que estos pibes están tomando las riendas
del presente para garantizar el futuro que durante mucho tiempo les fue negado.
Un presente solidario cargado de
política como único camino para construir un futuro luminoso para todos. Esa
es la amenaza que viene de la mano de
este colectivo con pecheras. Con una
inmensa alegría y un profundísimo amor anclado en las raíces de nuestra mejor
historia, los chicos y los viejos rejuvenecidos enfrentaremos a esos
colmillos malolientes que añoran succionar nuestra sangre. Pero esta vez serán derrotados y terminarán secos para siempre.
Gustavo tras como siempre tus interesantes apuntes, opino: 1) La impresionante capacidad de convocatoria de La Cámpora, me emociona y me da esperanza. Nosé si el sujeto activo hoy son los pibes como lo fueron los trabajadores en el primer peronismo, pero como suman. 2) Juan Miceli puede preguntar, cumple su rol de periodista y si, en nuestro análisis podemos observar e interpretar que hay una "mala leche" o algo distinto en sus preguntas como esta formulada a Larroque, pero es un periodista en ejercicio de sus funciones y es la cara o una de las visibles del canal 7 que cada vez está mejor en cuanto programación. Usted es periodista y si un político lo apura, como reaccionaría? 3) Una porquería la compañera de Miceli, la ex actriz de 4 líneas, esa Diaz, muy berreta. 4) Larroque no me gusta, no creo que sume a largo plazo. "a ver tu nombre, quien sos" eso de preguntar así ante una pregunta tonta, cuando solo es explicar que las pecheras en ese momento son para identificarse. 5) No hay formación de cuadros, solo distribución de puestos en el Estado, cojer y ganar grandes sueldos y estamos hablando de los líderes de la Cámpora. Ese no era el legado del difunto Néstor. 6) Hay que estar atentos porque si Clarin y La Nación, los enemigos locales que responden a un enemigo estratégico que es el Imperio, las 100 familias que sacan y ponen presidentes en todo el mundo, de mayoría yanqui y de mamá Inglaterra, les das las pelota, te matan.
ResponderBorrarEstoy preocupado porque no veo sucesor, vamos a una reelección que es difícil, más que en 1993, la que tuvo el innombrable? porque hoy, se firmaría otro Pacto de Olivos y con quien? y quien se animaría de estos impresentables.
Abrazo Gustavo y si usted supiera como yo apoyo y deseo derrotar a estos enemigos locales, traidores a la Patria.
Insisto en que más allá de la trascendencia, el episodio Miceli larroque no da para más. Es sólo una excusa más para agitar fantasmas, como todo. Pero muestra la miserabilidad y la impotencia de los adversarios. No creo que los jóvenes militantes no vean la importancia de lo que están haciendo. Están a la altura de las circunstancias y están convencidos de lo que están construyendo. Estoy en contacto con algunos grupos y lo que veo es entusiasmo y convicción. La dirigencia tampoco demuestra sólo avidez de cargos, aunque no se puede generalizar. Para el sucesor de Cristina, hay muchos en danza, pero falta mucho para 2015. Tal vez aún no lo quieran hacer visible por temor a la demonización mediática. Lo que consolida el proceso son los logros. Si bien no conseguiremos otra Cristina, lo importante es convencer de la importancia de este recorrido. Abrazo
ResponderBorrarComparto mi nota sobre el caso Miceli-Larroque: "Incapacidad para responder", producto de una "celosa intolerancia": http://www.lasrosasdigital.com.ar/provinciales/4915-incapacidad-para-responder-por-cesar-negri
ResponderBorrarCésar Negri - @cesarnegri18