La bestia ha muerto en mala hora, pues todavía le
quedaba mucho por pagar. La Muerte debería estar prohibida, especialmente en
estos casos. Nada más que esto podría decirse sobre la muerte de Videla y de
todos los que reciben justicia por esos monstruosos crímenes. No tendrían que morir,
sino apagarse lentamente en la cárcel, hasta convertirse en despojos pestilentes
casi imposibles de enterrar.
Sobre cómo
ganar las décadas subsiguientes
En medio de la absurda y enredada trama tejida en
torno a la nunca planeada intervención de Clarín, las dotes actorales de Jorge
Lanata y el inconstitucional DNU del procesado Alcalde Amarillo, algunos temas
quedan en segundo plano aunque contengan mayor importancia. La agenda de los medios con hegemonía en
demolición parece ineludible porque los temas que proponen –para no decir
inventan- necesitan respuesta, para que no se transformen en verdad, para que
no enturbien el panorama. Como era de prever, la desesperación por horadar
la imagen de CFK y su equipo de gobierno torna el ambiente irrespirable porque
ya no saben hacia dónde apuntar. Algunos
periodistas ya se han transformado en francotiradores enloquecidos que arrojan
sus dardos cargados de veneno hacia cualquier lado. Fuera de sí, traspasan
todo límite con tal de provocar, al menos, una pequeña herida en la adhesión de
la mayoría. Y, sobre todo, buscan una
reacción por parte del Gobierno Nacional o alguno de sus simpatizantes. Lo
grave es que muchos exponentes de la oposición –representantes parlamentarios o
ejecutivos- se trepan a ese agitado tren fantasma con la vana esperanza de
conquistar voluntades electorales. Tarde
comprenderán que de ese pantano infecto no los podrá rescatar ni Tarzán con la
más gruesa de las lianas.
De visita en el país, el ex presidente de Brasil
afirmó: "la prensa sigue hablando
mal de mí y de Dilma. Es increíble, parece que estuviera exiliada adentro del
propio país". Después de reconocer una similar situación, Cristina
apuntó a la esperanza: "podrán tener
10 mil titulares y zócalos, pero nunca
podrán borrar las vivencias que los argentinos han tenido en esta década.
Eso es imborrable". Algunos minutos antes, Lula sintetizó una intención
artera atravesada por una lógica bestial:
“es increíble: cuando uno los critica, dicen que los estamos atacando. Pero cuando los medios nos atacan, dicen
que es democracia. Eso no puede ser”. Esto, por supuesto, no quiere
alentar la censura ni construir un sistema de medios que sea obsecuente con la
gestión del Gobierno Nacional. Nadie está obligado a adherir al kirchnerismo. Pero la oposición mediática y política está
tan enceguecida, que hasta parece obtusa. Un diario de buenas noticias K
sería tan insoportable como el libro negro con que todos los días algunos
medios alimentan los prejuicios de un público injustamente enojado.
Quizá lo más preocupante de este accionar es la
estrategia de sembrar desconfianza hacia
todo y todos. Y, como reciben el aval de algunos exponentes políticos,
están verdaderamente sacados. Ya no
hay límites para los blancos que eligen. Tampoco hay coherencia en los
argumentos, que pocas veces utilizan. Menos
aún en los fundamentos, porque las denuncias que destilan se convierten en
verdad con la sola publicación. La bóveda de utilería exhibida en el PPT
opositor resulta más adecuada para un dibujo animado que para la vida real. Que
la puerta blindada de chiquicientos mil dólares abra hacia adentro y tenga como
cerradura de seguridad un timón de
lanchita de lago artificial demuestra que los que la construyeron jamás han
visto una bóveda. Y los espectadores que jamás dudan de estos absurdos,
tampoco. O sí, pero nada importa, porque
fundamenta el rechazo visceral que sienten hacia CFK y todo lo que representa.
La agenda que plantean día a día impide abordar
ciertos temas que deberían corregirse en serio. Hace unos meses, los medios se
ensañaron con los jóvenes de La Cámpora y Vatayón Militante que trabajan en las
cárceles federales y las diferentes estrategias de reinserción de presos en la
sociedad. Sin embargo, difunden como en
un susurro las atrocidades cometidas en el servicio penitenciario de algunas
provincias. En estos días, la cárcel de San Martín, Córdoba, se convirtió
en una fotografía que atrasa varias décadas. Los métodos para tranquilizar a los internos no provocan
menos que horror. El diputado del FPV, Leonardo Grosso, se sorprendió de que “a 30 años de terminada la dictadura, en las
cárceles de Córdoba –y creemos que en otros lados también– se tortura”. También
denunció al gobernador De la Sota “no sólo por encubrimiento, sino también por complicidad”
porque instruyó a su ministra de Justicia, Graciela Chayep, para que entorpezca
la inspección realizada por la Procuraduría contra la Violencia Institucional.
Pero no sólo Córdoba es el escenario de estas
atrocidades. La represión en el Borda y
en Famatina son muestras del desborde policial cuando no tienen un control
civil equilibrado. Sobre todo, cuando hay intereses económicos que alientan
el pisoteo de cualquier derecho. En
Santiago del Estero y Formosa los aprietes mafiosos sobre los pueblos
originarios constituyen escenas reiteradas. Y no es sano que el Gobierno
Nacional guarde silencio sobre estos hechos conocidos. Una palabra puede bastar para poner freno a los abusos de poder de los
que se creen dueños de todo. Y de paso, servirá para impedir que los
oportunistas utilicen esas distorsiones democráticas como excusas programáticas
para sus campañas electorales. También,
para que no se rasguen las vestiduras ante temas por los que no se interesan.
Quien toma la posta ante esta situación es el
presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, que convocó el martes a una audiencia de
conciliación a puertas cerradas a todos los actores involucrados. Félix
Díaz, representante de la comunidad Qom “La primavera”, el gobernador Gildo
Insfrán, Cristino Sanabria y el fiscal de Estado provincial, Stella Zabala, asistirán a esta reunión para dar una
solución a la disputa que mantienen por las tierras ancestrales reclamadas por
los indígenas. Porque, además del conflicto, están las muertes que sicarios
económicos han provocado. Algo que
afecta, sin dudas, cualquier proceso de transformación.
Las alianzas con el oficialismo no sólo deben
aportar votos, sino también coherencia al discurso K, para que no se convierta en un relato fácil de rebatir. Para que la
década ganada se proyecte al futuro, hay que evitar estas fisuras que lastiman.
Las palabras que no se convierten en
hechos pueden perecer en el vacío. “Tenemos
el derecho y la obligación de luchar por un mundo más justo –anunció Lula- Será
más justo cuando los derechos no sean patrimonio de aquellos que tengan dinero
para comprarlos”. O conquistarlos por medio de las armas. No olvidemos
que, como dijo CFK en el mismo acto: “los poderosos necesitan la división para seguir siendo poderosos”. Y los
poderosos nunca prometen justicia,
sino todo lo contrario.
Se murió mucho más que la muerte. Se murió uno de los mayores asesinos de nuestro pueblo: el genocida Videla. Se murió sin decirnos dónde están los cuerpos de los compañeros desaparecidos y los hermanos que buscamos.
ResponderBorrarBueno, eso pinta entero la monstruosa calidad del personaje. De lo contrario, justificaría las dudas que algunos tienen sobre los juicios. Aunque duela, que haya muerto sin arrepentimiento ni aportar nada para esclarecer el destino de muchos compañeros, confirma nuestro camino de justicia
BorrarSin embargo yo confío en que como ha sucedido antes con otros miserables,cuando mueren se suelta algún hilo y sale alguien mas del saco de la mierda protegida...Abrazos Gus....Impecable como siempre tu artículo que comparto.
ResponderBorrarGustavo, los martes y viernes concurro a presenciar los seminarios del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, y el viernes 17 habló Enrique Manson sobre el artiguismo y por supuesto no se pudo dejar de lado la muerte del dictador Videla, a quien definió como un miserable, pero del estilo reglamentista, es decir, un cobarde, un general de escritorio a quien no se lo podía sacar el reglamento de las formalidades. Un cómplice, traidor al uniforme del Ejército de José de San Martín, cero inteligencia y a quien la democracia lo puso en el lugar donde debe estar a 30 años de cumplir tal sistema político noble, quizá no el mejor, pero el que cuanta a las minorías.
ResponderBorrar