La
fundación de todas las décadas venideras
No es necesario recurrir a
enredadas demostraciones científicas para afirmar que, sin cacerolas, en la plaza caben más personas. Las principales
organizaciones políticas y sociales aseguraron que el sábado movilizaron como
nunca. Y los cronistas presentes agregaron a los miles que iban por su cuenta
en familia, pareja o soledad. Los negadores hablarán de micros, choripanes y
demás, pero ninguno de los asistentes a
la fiesta por el doble aniversario fue llevado por la fuerza ni bajo amenaza.
Desde hace un tiempo, los quejosos pronostican el fin de este proceso político
que ha transformado en serio la vida de millones y no sólo desde lo material.
Horrorizados por el populismo, no
hacen otra cosa más que destinar muecas de desprecio a quienes se sienten
consustanciados con el kirchnerismo. Como
en la fábula de la zorra y las uvas, desdeñan lo que jamás podrán conquistar.
¿O acaso alguno de ellos, los que no paran de lloriquear en los medios
opositores, se cree capaz de protagonizar un acontecimiento de esas
características? ¿Quién de todos los esclarecidos
condenados al fracaso puede
despertar tanta emoción con sus sobrios y
estereotipados discursos de ocasión? ¿Quién de todos los que se
atrincheraron en sus reductos sueña con lograr semejante poder de convocatoria?
La respuesta es ninguno, por supuesto.
Por eso farfullan inconsistencias sobre el momento que nuestro país está
disfrutando.
En la carrera electoral de este
año, están derrotados desde la largada y por eso recrudecen los embates cada
vez más improductivos. La negación absoluta de estos diez años los deja cada
vez más solos y cuando comprendan que el
camino pergeñado por los medios dominantes sólo los conduce a la decepción, ya
será tarde. Más aún para los que amenazan con borrar de un plumazo las
conquistas y prometen el retorno al peor pasado, que es cualquiera de los períodos
que padecimos en la última cuarta parte del siglo XX.
El Alcalde de la CABA es quien
más ansioso está por llegar a ese 2015 en el que se imagina presidente. No en
esta dimensión, claro. Porque para
alcanzar ese delirante sueño deberá conquistar a aquellas voluntades
electorales que lo rechazan desde el vamos y que jamás dejarían en el Líder
Amarillo los destinos de la Patria. No provoca más que risa su tontuelo
deseo del “camino del amor y la unidad”. Y
nadie se lo cree por supuesto, porque el
único amor que manifiesta es hacia los negocios y sólo concibe la unidad como
la más domesticada obediencia. Menos aún cuando en medio del delirio
crónico propone su gran revolución patriótica: que “en 2015 volvamos al Tedéum de la Plaza de
Mayo”. En honor a la verdad, si
propone reemplazar una fiesta por una misa, resulta imposible augurar un buen
final a su carrera no-política. Mejor. Y si alguien tiene dudas sobre el
afán restaurador del PRO, el ministro de Seguridad porteño, Guillermo
Montenegro aclaró el panorama: “la
participación del Gobierno Nacional siempre fue en la Catedral Metropolitana y
no se puede cambiar la historia”. Le
faltó recordar con nostalgia los fastuosos desfiles militares con que se
conmemoraban estos actos en otros tiempos para prometer un ingreso asegurado al
túnel del tiempo.
Sin dudas, lo que menos
prometen es festejo. El modelo de país que tienen en mente no incluye garantizar
la felicidad de la mayoría, sino la angurria siempre insatisfecha de la
minoría. Por eso, en lugar de fiestas populares tendrán
festicholas privadas, como en los noventa, esa década indiscutiblemente perdida que ellos añoran con pasión.
Mientras se acurrucan entre los bancos de la Catedral planificando la revancha
neoliberal, los cientos de miles
celebran en la Plaza la recuperación
de la Patria tantas veces arrebatada por los insaciables carroñeros.
“Hay
que empoderar al pueblo para que nadie quiera quitarle esas conquistas”, pidió
La Presidenta ante la multitud, después de hacer una apretada enumeración de
los principales logros de estos diez años. Como siempre, hay mucho de docencia
en cada intervención presidencial. Los
analistas políticos y económicos vomitan en los medios una lectura anquilosada
en la ortodoxia y por eso no resulta extraño que la conclusión a la que
arriban es que el Gobierno se la pasa improvisando. Desconcertados y desorientados porque lo que tienen ante sus ojos no
se parece en nada a los moldes con que ellos observan los hechos.
“Que
quede claro –explicó CFK- éste no es un modelo económico. Este es un proyecto político con objetivos
económicos, sociales y culturales”. Enorme diferencia y de ahí los
resultados. Un modelo exige la aplicación a rajatabla de una serie de pautas
pre-establecidas para arribar a un
resultado armonioso en los papeles. En el mundo real, esto produce los
estragos que pueden confirmarse con sólo hacer una recorrida informativa por
los países de la zona Euro. Hasta Suecia está entrando en crisis. Un modelo es un tecnicismo muy alejado de
los problemas humanos. Un proyecto, en cambio, es un recorrido más dinámico
que se construye sobre la marcha y que es capaz de reaccionar ante los
imprevistos. Y, aunque los resultados
sean pequeños, se pueden disfrutar al
paso porque son acumulativos. Pero sobre todo, abarca otras variables
de la vida social y no sólo el económico. En un modelo, lo importante son los
números porque la economía es un fin. En
este proyecto, la economía sólo es un medio para alcanzar el bienestar de
todos.
A pesar de que los agoreros
anticipan desde siempre el ocaso del kirchnerismo, todo parece indicar lo
contrario. Más que de un final, estamos protagonizando
un principio. La década inaugurada por Néstor Kirchner se caracteriza por
su permanente reformulación. Algunos hablan de agotamiento, de desgaste, de
decadencia. Quizá de las neuronas de los
que pregonan estos desaciertos, porque el Proyecto K está muy lejos de perder
su dinamismo. A contramano del anti-reformismo que los opositores utilizan
como excusa de sus insustanciales campañas electorales, el oficialismo plantea un futuro que prescinda de la perpetuidad de una
figura. “No soy eterna ni tampoco lo
quiero ser”, aseguró Cristina por enésima vez.
En la Plaza, La Presidenta puso en manos de todos la
continuidad de este camino, porque esta década no ha sido “ganada por un gobierno, sino por el
pueblo”, confesó. Con la mirada puesta en 2015, concluyó que “un cambio de gobierno no significa un fin
de ciclo”. En el tiempo que resta habrá que fortalecer al que tome la posta
para “no
retroceder en las grandes transformaciones y las grandes conquistas”. Como si no bastaran estas palabras,
agregó que “tenemos el deber de no
depender de una sola persona”. Sin dudas, la celebración del 203° aniversario de la Revolución de Mayo puede
pensarse como un momento fundacional. Las palabras de Cristina tenían sabor
a testamento. De los bafles que
amplificaban su voz emergió un consejo con forma de legado: “yo encuentro una sola manera: que los
cuarenta millones de argentinos se organicen y comprendan dónde están sus
verdaderos intereses. Si no se organizan, si no participan, si no cuidan lo que
es de ustedes van a venir por ustedes otra vez”. La euforia del momento cedió ante la emoción de recibir tamaña
herencia. Un breve silencio recorrió los miles de rostros que miraban
expectantes. Pero no quedaba lugar para la solemnidad y por eso la multitud explotó en aplausos.
Muy bueno como siempre Gustavo. Te cuento una experiencia personal. Llevaba un bolsito tipo "botinero" con una cámara. El bolso se enganchaba en humanidades exesivamente cercanas. No encontraba forma de alzar la cámara con las dos manos (no había lugar), por lo que alzaba una mano sobre la cabeza y disparaba. SI HUBIERA QUERIDO PEGAR CON UN CUCHARÓN A UNA CACEROLA HUBIERA IMPACTADO A AMBOS LADOS CON HUMANIDADES AJENAS. Si los cacerolos hubieran tenido esa densidad... NO HUBIERAN PODIDO CACEROLEAR... (POR FALTA DE ESPACIO!!!!!). Una Plaza histórica, de una masividad impresionante que se desbordaba por Avenida de Mayo y las diagonales (Varias cuadras).
ResponderBorrarKris^Pasión
Ups!!! FE DE ERRATA: excesivamente
ResponderBorrarMuy buena nota pero el tiempo de su validez esta cerca. En octubre sabremos entre quienes vivimos y si los que vienen torturando a este pais desde 1810 siguen mandando. De movida sabemos que esta ciudad, Rosario, tiene mayoría con mentalidad pertenecienta a esa casta maldita, LA UNICA CIUDAD DONDE CRISTINA PERDIO, aparte de San Juan, donde el hecho puede quizás entenderse.
ResponderBorrarOdio Rosario y su parafernaria socialista-rivereña.