domingo, 26 de mayo de 2013

Demasiadas patas para tan poca fuente



La fundación de todas las décadas venideras
No es necesario recurrir a enredadas demostraciones científicas para afirmar que, sin cacerolas, en la plaza caben más personas. Las principales organizaciones políticas y sociales aseguraron que el sábado movilizaron como nunca. Y los cronistas presentes agregaron a los miles que iban por su cuenta en familia, pareja o soledad. Los negadores hablarán de micros, choripanes y demás, pero ninguno de los asistentes a la fiesta por el doble aniversario fue llevado por la fuerza ni bajo amenaza. Desde hace un tiempo, los quejosos pronostican el fin de este proceso político que ha transformado en serio la vida de millones y no sólo desde lo material. Horrorizados por el populismo, no hacen otra cosa más que destinar muecas de desprecio a quienes se sienten consustanciados con el kirchnerismo. Como en la fábula de la zorra y las uvas, desdeñan lo que jamás podrán conquistar. ¿O acaso alguno de ellos, los que no paran de lloriquear en los medios opositores, se cree capaz de protagonizar un acontecimiento de esas características? ¿Quién de todos los esclarecidos condenados al fracaso puede despertar tanta emoción con sus sobrios y estereotipados discursos de ocasión? ¿Quién de todos los que se atrincheraron en sus reductos sueña con lograr semejante poder de convocatoria? La respuesta es ninguno, por supuesto. Por eso farfullan inconsistencias sobre el momento que nuestro país está disfrutando.
En la carrera electoral de este año, están derrotados desde la largada y por eso recrudecen los embates cada vez más improductivos. La negación absoluta de estos diez años los deja cada vez más solos y cuando comprendan que el camino pergeñado por los medios dominantes sólo los conduce a la decepción, ya será tarde. Más aún para los que amenazan con borrar de un plumazo las conquistas y prometen el retorno al peor pasado, que es cualquiera de los períodos que padecimos en la última cuarta parte del siglo XX.
El Alcalde de la CABA es quien más ansioso está por llegar a ese 2015 en el que se imagina presidente. No en esta dimensión, claro. Porque para alcanzar ese delirante sueño deberá conquistar a aquellas voluntades electorales que lo rechazan desde el vamos y que jamás dejarían en el Líder Amarillo los destinos de la Patria. No provoca más que risa su tontuelo deseo del “camino del amor y la unidad”. Y nadie se lo cree por supuesto, porque el único amor que manifiesta es hacia los negocios y sólo concibe la unidad como la más domesticada obediencia. Menos aún cuando en medio del delirio crónico propone su gran revolución patriótica: que “en 2015 volvamos al Tedéum de la Plaza de Mayo”. En honor a la verdad, si propone reemplazar una fiesta por una misa, resulta imposible augurar un buen final a su carrera no-política. Mejor. Y si alguien tiene dudas sobre el afán restaurador del PRO, el ministro de Seguridad porteño, Guillermo Montenegro aclaró el panorama: “la participación del Gobierno Nacional siempre fue en la Catedral Metropolitana y no se puede cambiar la historia”. Le faltó recordar con nostalgia los fastuosos desfiles militares con que se conmemoraban estos actos en otros tiempos para prometer un ingreso asegurado al túnel del tiempo.
Sin dudas, lo que menos prometen es festejo. El modelo de país que tienen en mente no incluye garantizar la felicidad de la mayoría, sino la angurria siempre insatisfecha de la minoría. Por eso, en lugar de fiestas populares tendrán festicholas privadas, como en los noventa, esa década indiscutiblemente perdida que ellos añoran con pasión. Mientras se acurrucan entre los bancos de la Catedral planificando la revancha neoliberal, los cientos de miles celebran en la Plaza la recuperación de la Patria tantas veces arrebatada por los insaciables carroñeros.
“Hay que empoderar al pueblo para que nadie quiera quitarle esas conquistas”, pidió La Presidenta ante la multitud, después de hacer una apretada enumeración de los principales logros de estos diez años. Como siempre, hay mucho de docencia en cada intervención presidencial. Los analistas políticos y económicos vomitan en los medios una lectura anquilosada en la ortodoxia y por eso no resulta extraño que la conclusión a la que arriban es que el Gobierno se la pasa improvisando. Desconcertados y desorientados porque lo que tienen ante sus ojos no se parece en nada a los moldes con que ellos observan los hechos.
“Que quede claro –explicó CFK-  éste no es un modelo económico. Este es un proyecto político con objetivos económicos, sociales y culturales”. Enorme diferencia y de ahí los resultados. Un modelo exige la aplicación a rajatabla de una serie de pautas pre-establecidas para arribar a un resultado armonioso en los papeles. En el mundo real, esto produce los estragos que pueden confirmarse con sólo hacer una recorrida informativa por los países de la zona Euro. Hasta Suecia está entrando en crisis. Un modelo es un tecnicismo muy alejado de los problemas humanos. Un proyecto, en cambio, es un recorrido más dinámico que se construye sobre la marcha y que es capaz de reaccionar ante los imprevistos. Y, aunque los resultados sean pequeños, se pueden disfrutar al paso porque son acumulativos. Pero sobre todo, abarca otras variables de la vida social y no sólo el económico. En un modelo, lo importante son los números porque la economía es un fin. En este proyecto, la economía sólo es un medio para alcanzar el bienestar de todos.
A pesar de que los agoreros anticipan desde siempre el ocaso del kirchnerismo, todo parece indicar lo contrario. Más que de un final, estamos protagonizando un principio. La década inaugurada por Néstor Kirchner se caracteriza por su permanente reformulación. Algunos hablan de agotamiento, de desgaste, de decadencia. Quizá de las neuronas de los que pregonan estos desaciertos, porque el Proyecto K está muy lejos de perder su dinamismo. A contramano del anti-reformismo que los opositores utilizan como excusa de sus insustanciales campañas electorales, el oficialismo plantea un futuro que prescinda de la perpetuidad de una figura. “No soy eterna ni tampoco lo quiero ser”, aseguró Cristina por enésima vez.
En la Plaza, La Presidenta puso en manos de todos la continuidad de este camino, porque esta década no ha sido “ganada por un gobierno, sino por el pueblo”, confesó. Con la mirada puesta en 2015, concluyó que “un cambio de gobierno no significa un fin de ciclo”. En el tiempo que resta habrá que fortalecer al que tome la posta para “no retroceder en las grandes transformaciones y las grandes conquistas”. Como si no bastaran estas palabras, agregó que “tenemos el deber de no depender de una sola persona”. Sin dudas, la celebración del 203° aniversario de la Revolución de Mayo puede pensarse como un momento fundacional. Las palabras de Cristina tenían sabor a testamento. De los bafles que amplificaban su voz emergió un consejo con forma de legado: “yo encuentro una sola manera: que los cuarenta millones de argentinos se organicen y comprendan dónde están sus verdaderos intereses. Si no se organizan, si no participan, si no cuidan lo que es de ustedes van a venir por ustedes otra vez”. La euforia del momento cedió ante la emoción de recibir tamaña herencia. Un breve silencio recorrió los miles de rostros que miraban expectantes. Pero no quedaba lugar para la solemnidad y por eso la multitud explotó en aplausos.

3 comentarios:

  1. Muy bueno como siempre Gustavo. Te cuento una experiencia personal. Llevaba un bolsito tipo "botinero" con una cámara. El bolso se enganchaba en humanidades exesivamente cercanas. No encontraba forma de alzar la cámara con las dos manos (no había lugar), por lo que alzaba una mano sobre la cabeza y disparaba. SI HUBIERA QUERIDO PEGAR CON UN CUCHARÓN A UNA CACEROLA HUBIERA IMPACTADO A AMBOS LADOS CON HUMANIDADES AJENAS. Si los cacerolos hubieran tenido esa densidad... NO HUBIERAN PODIDO CACEROLEAR... (POR FALTA DE ESPACIO!!!!!). Una Plaza histórica, de una masividad impresionante que se desbordaba por Avenida de Mayo y las diagonales (Varias cuadras).
    Kris^Pasión

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  2. Muy buena nota pero el tiempo de su validez esta cerca. En octubre sabremos entre quienes vivimos y si los que vienen torturando a este pais desde 1810 siguen mandando. De movida sabemos que esta ciudad, Rosario, tiene mayoría con mentalidad pertenecienta a esa casta maldita, LA UNICA CIUDAD DONDE CRISTINA PERDIO, aparte de San Juan, donde el hecho puede quizás entenderse.
    Odio Rosario y su parafernaria socialista-rivereña.

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