Los
desafíos para resguardar lo conquistado
Ver para creer,
dice un conocido y escéptico refrán de indiscutible origen bíblico y, por
consiguiente, ficcional. Sin embargo, a veces la vista no alcanza para creer
en algunos despropósitos. La agrupación no-política que se abroquela en la
CABA siempre guarda alguna sorpresa. Mientras el editorial que La Nación
publicó el lunes acumula críticas cada vez más duras y numerosas, desde la
agrupación amarilla apareció un defensor que ocupa un lugar que no debería
generar esas incompatibles posiciones. El subsecretario de Derechos Humanos
de Buenos Aires, Claudio Avruj, fue uno de los pocos que manifestó su
coincidencia con la comparación entre el régimen nazi de la Alemania de 1933 y
el kirchnerismo. A pesar de ser también el titular del Museo del
Holocausto, afirmó que la nota “pone
negro sobre blanco, con absoluta claridad”. Pero, para confirmar que no
comprende muy bien su función, sostuvo que “se trata de lecciones que fundamentalmente nos enseñan sobre los
riesgos que implican el avasallamiento de las instituciones democráticas y la
falta de libertad”. Más allá de la incongruencia que significa quejarse
de la falta de libertad desde la más absoluta libertad, nadie exige que todos
piensen lo mismo de los hechos sobre los que se construye eso que acordamos
llamar ‘Realidad’. Pero hay límites en el espectro semántico que proponen los
conceptos, algo que muchos simulan no tener en cuenta.
Ante la falta de argumentos y, sobre todo, de la
impericia para elaborar un proyecto de gobierno alternativo que pueda seducir a
los disconformes, revolean denuncias y manipulan consignas con el solo fin
de agitar el ambiente. Por eso, interpretan la democratización de la Justicia como
un avasallamiento a las instituciones, la LSCA como limitación a la libertad de
los medios, el control cambiario como autoritarismo, la vigilancia sobre los
precios como el ataque de jóvenes descontrolados y aniquiladores, una denuncia
antojadiza como una sentencia firme, entre otras creaciones a las que apelan
como producto de la desesperación que los desvela. Ya estamos acostumbrados
a semejantes baratijas del universo pergeñado por los grandes medios y los
políticos falderos. Pero tarde advertirán que esas tretas ya no dan tan buen
resultado.
Calificar como ‘nazi’ a un representante
democrático, cualquiera sea el lugar que ocupa y su procedencia partidaria, no
apunta a otra cosa más que generar temor y desconfianza hacia las autoridades.
Con las denuncias a la carta diseñan un clima de permanente recelo hacia
quienes deben cuidar los intereses de todos. Construir como monstruo a
un funcionario es promover su destitución. Señalar como peligroso a un
gobierno legítimo parece un convite para la sedición generalizada. La
naturalización de ciertos conceptos y la distorsión de sus significados
desorientan a los ciudadanos y alimentan los prejuicios de los individuos. Cuando
un calificativo como ‘nazi’ se utiliza fuera del espacio que le da sentido, el
símbolo pierde gran parte de su contundencia. Y si se convierte en chiste,
tal vez sea porque tales naturalizaciones penetraron en los espíritus y entonces,
será difícil extirparlas y re-significar el término descafeinado. La
responsabilidad de los medios por los mensajes de poco rigor intelectual que
difunden y la ausencia de anclaje con los hechos de la realidad convierten
la mentira, el engaño, la tergiversación y la manipulación en una nefasta posibilidad
periodística. De esta manera, el saber compartido por los integrantes de
una sociedad se malogra hasta niveles no deseados, donde todo decir
se extravía por los laberintos de la inconsistencia y el agravio.
Eso es lo que quieren y mucho más. La mejor
manera de retomar el poder que están perdiendo es con la construcción de un
presente de descontrol y un futuro caótico; anunciar un drama cuya única salida
sea el sacrifico de los más vulnerables; convencer de la necesidad de tener un
Estado austero y sordo a las necesidades de la mayoría; reclamar el autogobierno
del Mercado para ejercer un efectivo factor de presión y de acumulación descontrolada
y destructiva. Si logran embutir estas ideas y convertirlas en rebelión,
podrán instalar un presidente cómplice o al menos obediente a los carroñeros
del poder fáctico para convertir nuestro país en un coto de caza y, una vez
más producir el naufragio de los ciudadanos de a pie. Para alcanzar ese sueño –pesadilla para todos los demás- lo
importante es desgastar lo más posible al oficialismo para acorralarlo,
domesticarlo o, en una suposición extrema, desplazarlo para poder infiltrar
alguno de sus sicarios.
Estos esbirros son los candidatos que ejecutan la
danza más torpe y alocada que pueda concebirse. En la pista de baile se les
puede ver tropezar, trastabillar, equivocar el ritmo y hasta chocar entre
ellos. Forman pareja, acuerdan, coquetean, copulan, pelean, se separan y abortan
el engendro antes de que aparezca en público. Más que seducir, causan
repulsión con sus pasos serviles y oscilantes. En lugar de proponer,
apuestan al despropósito adoptando una oposición cerrada, iracunda y
desenfocada. Con la mirada vacía, recitan una salmodia demencial, que se
desmorona antes de que el primer sonido sea expulsado. Desorientados,
afirman defender los derechos de la mayoría cuando en realidad protegen los privilegios
de la minoría. Hundidos en la indignidad, abandonan todo principio para modelar
su propio final.
No todos, por supuesto. Estos son los que ya se
empantanaron en la carroña y como consecuencia del hedor que destilan están
condenados a la más ignominiosa soledad. Pero algunos, apenas un puñado,
son cómplices, operadores y apologistas de esos personeros que quieren imponer
al país una melodía desagraciada al ritmo de su avidez. Aunque intentan
disimular, todas sus decisiones delatan el lado en que se ubican. Con
cinismo, firman decretos y aprueban leyes a la medida de las necesidades
corporativas, conceden lo público a cambio de poco, piensan más en las
ganancias que en la gestión. Con satisfacción, sonríen con amplitud cuando
reciben palabras de elogio por parte de los carroñeros. Con orgullo, se sienten
integrados a los círculos selectos que –lejos de premiar tamaña sumisión- miran
con desprecio a quienes cumplen semejante rol utilitario y funcional a los
proyectos de saqueo de los bienes que generamos entre todos.
Selección
para el triunfo
Y están los peores. Los camuflados, los
traidores, los indecisos, los cobardes, los hipócritas, los especuladores
electorales que confiesan estar consustanciados con el kirchnerismo y
aseguran adhesión al proyecto de país que conduce CFK, pero con sus acciones
demuestran casi lo contrario. Afirman coincidir con la construcción de un
país equitativo, pero siempre prescinden de incomodar a los acaudalados. Prometen
la redistribución del ingreso pero no dan un solo paso para conseguir los
recursos y esquivan medidas que la conviertan en realidad. Coquetean con
los enemigos y dialogan con los adversarios, simulando una convivencia armónica
imposible de asimilar. El principal objetivo que tienen no es mejorar la
realidad de sus votantes, sino encantar a los que se empecinan en multiplicar
sus fortunas. Sobre todo, evaden conflictos, enojos y críticas adversas con una
frecuencia que ya resulta sospechosa. Permanecen inmaculados y nada los
salpica porque sus palabras de ocasión apaciguan cualquier amenaza tormentosa.
La Presidenta manifestó su impaciencia ante estos
exponentes que navegan en la indefinición para conquistar “un millón de amigos”. “Cuando
vos no hacés nada o cuando no tocás los intereses de esas corporaciones, no
hablan de vos –destacó CFK- A mí
me llama mucho la atención que siempre haya dirigentes intocados. Tal vez
porque tengan intereses”. Y, con el énfasis que condimenta siempre sus
intervenciones, graficó: “siempre es
más cómodo quedar bien con todos y no decir nada. Imagínense a este tipo de dirigentes frente a corporaciones como las
que ya sabemos, el Fondo Monetario, la reestructuración de la deuda, trabajando
por los trabajadores o los jubilados. Olvídense”. Con formato de pedido pero con intenciones de
orden, La Primera Mandataria solicitó a sus seguidores un mayor apoyo y
decisión para defender este camino iniciado en 2003 con la asunción de
Néstor Kirchner. “Me voy a seguir
haciendo cargo de los problemas del país pese a que no me defiendan algunos
dirigentes –prometió- Por eso valoro
tanto a esos compañeros que defienden un proyecto político”. El nuevo país
hacia el que vamos no se conduce solo. La construcción de un colectivo
invencible se fortalece con representantes comprometidos con ese objetivo,
dispuestos a poner el cuerpo para repeler los ataques de los que nos quieren
ver sufrientes. El desafío que propuso el
matrimonio Kirchner apunta a convertir en realidad el sueño que nos dio
origen: el de un país soberano, fértil, equitativo, justo y dinámico. Un país
para todos y no para unos pocos. Esta batalla otorga sentido a esta década
ganada y la victoria sobre los angurrientos asegurará muchas décadas más.
Pensandolo, Cristina no puede irse a su casa en 2015; tendrá que terminar este camino hasta su final. Como le pasó a su marido, al propio Chavez; y ya sé que rol le toca a Cristina después de 2015...presentarse a candidata a diputada o senadora nacional por la provincia de Buenos Aires. Poner su foto en las boletas apoyando al candidato a presidente que sea, que no debería ser Scioli y que según mediciones de hoy podría ser Randazzo o quien fuere pero con la cara de Cristina que vuelve a donde surgió políticamente: El Congreso de la Nación? que opina de este Apunte a realizar? usted está preparado para hacerlo Gustavo.
ResponderBorrarTodo un desafío el que proponés. Muchas veces he pensado sobre ese asunto: la continuidad del modelo y quién puede garantizarlo. En estos términos, sólo hay una respuesta, que es CFK. Pero detrás de esa sigla está Cristina, la persona detrás de la marca. Entonces todas las convicciones al respecto se desmoronan. Muchos queremos una CFK por siempre pero tal vez no sea el deseo de Cristina. También pienso en el destino patriótico, que desgasta hasta el cuero más rudo y lo convierte en jirones. También aparece la herencia que debe ser resguardada por los herederos. Ella -CFK y Cristina- atraviesa esos laberintos sobre el futuro y si, llegado el momento, descubre que sólo ella es la única garantía de continuidad y profundización, tomará la decisión adecuada. Ya sea nombrar a un sucesor confiable o continuar ella misma. No hago futurología, simplemente trazo perspectivas.
ResponderBorrarUn agradecimiento enorme a todos los que se han sumado a este espacio en donde la opinión tiene el objetivo de aportar argumentos para consolidar este proyecto de país que estamos construyendo. Gracias por confiar en estos Apuntes. Abrazo para todos y todas
ResponderBorrarGracias a vos por adelantar otras miradas de lo que sucede en nuestro querido país.
ResponderBorrarComo decía el maestro Arturo Jauretche;“El zonzo deja de ser zonzo, cuando no cree más en la zoncera". Cuando pueda pase por www.eldoc9.blogspot.com un análisis de la Argentina como estado periférico y el legado de Néstor Kirchner