Un paseo por
las nubes al ritmo de un clarín
Un poco de paciencia. Después de haber mordisqueado hasta el cansancio al legislador Juan Cabandié,
pasaron a otro tema. El que sea, no importa. Para los prejuiciosos consumidores
de los medios hegemónicos -ilegales con complicidad judicial- el candidato del
FPV quedará marcado a fuego con las mentiras que difundieron sobre él. Como con
todo. Las patrañas que instalan con
malsana intención no caducan. Y cuando uno intenta dar otra explicación –la
más racional- recibe una mirada de furia o, en el mejor de los casos, sazonada
con una condescendencia cercana a la lástima. Enumerar cada una de las tergiversaciones exitosas con que han
manipulado al público en los últimos años resultaría por demás de arduo. Algunas
bastarán para entender: Boudou, el miedo, el INDEC, Moreno, La Cámpora, la plata de los jubilados, Plan descansar, la
censura, la persecución, la inflación, el gobierno autoritario y corrupto. O
consignas como estamos aislados del
mundo, Cristina está loca, Néstor está vivo, la inmigración descontrolada y
un centenar más. Ellos están desquiciados
y una parte del público se deja llevar, feliz por tanta manipulación que los
embrutece, orgullosos de coincidir con la línea de pensamiento de los que
quieren recuperar el poder.
¿O acaso no quedará para la historia el famoso
titular: “El INDEC dice que se puede
comer con seis pesos”? Un informe
técnico que tenía como objetivo establecer un mínimo de subsistencia se
convirtió en una sentencia ridícula. En este episodio no se tiene en cuenta
la canasta básica semanal publicada por una cadena de supermercados que se podía
adquirir a 170 pesos, que incluía un menú diario con cuatro comidas. En estos
días, el economista solidario Bernardo Kliksberg afirmó que con sólo 25
centavos de dólar se consiguen los nutrientes básicos para evitar la
desnutrición y no salió en Clarín ni en
TN algún titular que rece Kliksberg
dice que se puede comer con dos pesos. Claro,
con esos libelos nadie se entera de nada.
Con la inflación, otro tanto. Por supuesto, jamás abordan el tema para señalar que el
incremento de los precios es responsabilidad de los empresarios especuladores,
que sólo buscan incrementar sus ganancias con el menor esfuerzo. La culpa de
los aumentos es del Gobierno, sobre todo de Cristina, que por las noches debe
entretenerse arreglando las listas de precios. O del INDEC de Moreno, que, en lugar de brindar
un número abstracto para explicar la economía, debería informar a cada vecina
lo que gasta de más en sus tan diversas compras. Y ponen el grito en el
cielo por una inflación del 12 por ciento anual de acuerdo a las mediciones
oficiales cuando en los comienzos del
añorado gobierno del infame riojano rondaba el 3000 por ciento en el mismo
lapso. Ni las más carroñeras mediciones de las consultoras privadas
alcanzan esa alucinante cifra. Y sin embargo,
han logrado instalar en la sociedad que éste es el tema más acuciante para la
población.
Con sus tapas, los títulos televisivos y sus
arteros editoriales construyen cualquier cosa menos una realidad. Hay que ser muy gil para creer que todo
está tan mal. Y mucho más aún para
pensar que los otros lo pueden hacer mejor. Ahora, los que se abrazan al
modelo de país que pretenden instalar los personeros del Poder Fáctico merecen
calificativos más fuertes. Porque todo
lo que se pergeña desde esos medios no busca otra cosa que aplicar el plan que
nos llevó al desastre, que incluye devaluación de la moneda, recortes del
gasto público, reducción de salarios y apertura de las importaciones.
Consecuencias: más inflación, recesión, desocupación y aumento de la pobreza.
Esto lo hemos vivido tantas veces y con resultados tan catastróficos que la defensa de estos programas neoliberales
debería ser considerada por la Justicia como apología del delito, sino traición
a la patria.
Todo lo que atacan desde estos medios sigue un
hilo conductor: la retirada del Estado
para regresar al saqueo especulativo de los noventa. YPF, Aerolíneas
Argentinas y la ANSES son los blancos predilectos. Y, desde la gradual
estatización de los servicios, el transporte ferroviario. No piden un Estado
ausente –que no existe- sino el cómplice, que
garantice descomunales ganancias empresariales y el vaciamiento compulsivo de
nuestros recursos. La situación que viven algunos países europeos parece el
tráiler de la película que ya hemos visto desde 1976 hasta 2001. Y quien esté de acuerdo con todo esto, sin
dudas, merece ser considerado un enemigo. Con todas las letras.
Por eso aparece como una refrescante brisa la
concentración que se hizo en Plaza de Mayo para celebrar un nuevo aniversario
del Día de la Lealtad. La convocatoria había comenzado en las redes durante el
fin de semana y las organizaciones alineadas con el kirchnerismo la
convirtieron en realidad. El apoyo a CFK
tomó las calles y circuló como una vitamina por las venas de los asistentes,
tanto militantes como ocasionales. Por si algún lector está pensando lo
contrario, Clarín no ubicó el tema en su tapa. Durante cinco días el affaire Cabandié copó los títulos
principales y esta manifestación popular
no mereció ni un rinconcito. La Nación, al menos, lo anunció en su portada y
completa la cobertura, por distracción o mensaje encriptado, en las páginas 6, 7,
8. Eso sí, ilustró con una foto tomada
en los primeros minutos del acto, en pleno día, para demostrar la escasa
concurrencia. Más tarde, las imágenes afirmaban
otra cosa.
Y no porque la marcha haya sido contundente
desde lo numérico, sino por el contexto que la convierte en un emotivo mensaje político. Por un
lado, un mimo dirigido a La
Presidenta, de esos que curan desde los sentimientos más profundos. Por el
otro, la reafirmación de una lealtad
hacia la conductora de un proyecto de país que promete mucho futuro. El
conjunto, una advertencia hacia los que quieren interrumpir este camino. Porque
estos diez años merecen mucho más que una plaza llena. Las urnas desbordadas de apoyo pueden ser un buen premio.
Sobre la inflación, agregaría que los medio hegemónicos nada dicen del procesado Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri, que la usa para justificar los aumentos del ABL, subtes, etc. ¿Acaso no es esa una excelente forma de generar más inflación?
ResponderBorrar