“Todos
contra Juan” pareció ser la consigna de esta semana. Tan exagerada resultó la
operación denostadora que la leve explosión de enojo del candidato a diputado
quedó en décimo quinto plano. Los medios
dominantes y los monigotes opositores construyeron tanta confusión que del
hecho no queda casi nada. Un modus operandi habitual que sólo busca
alimentar los prejuicios de su público. Un
accionar manipulador que embrutece y atenta gravemente contra la democracia.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, sintetizó la situación con una frase
para la historia: “los pueblos somos
víctimas de los medios de comunicación en manos de empresarios, somos sometidos
por ellos a sus mentiras”. Y esto no es exagerado ni paranoico, sino una
síntesis de lo que ocurre. Gran parte de
lo que se difunde en los medios dominantes está basada en la más siniestra
alucinación. No es una cuestión de la posición ideológica tomada a partir
de un hecho, sino la invención sin reparos de sucesos inexistentes. No es la
opinión que se elabora para brindar un punto de vista al ciudadano, sino un rosario de improperios que tiene
como objetivo desatar la rebelión hacia las autoridades nacionales. Todo se
inventa, tergiversa y exagera para construir un escenario caótico inexistente, para acelerar el fin de ciclo tantas veces
anunciado pero aún bastante lejano.
“No hay que
desearle el mal a nadie –comentó una vecina sobre la salud de CFK- aunque a Ella la tengamos acá”, completó, señalando su tráquea. “Por lo que usted la tiene ahí –respondió
este escriba- es que muchos la llevamos
acá”, agregó, conduciendo su mano al
pecho. Seguramente, muchos tienen atragantada a Cristina a fuerza de los
malos bocados que preparan los medios opositores. Sin dudas, estos diez años han sido los mejores en mucho tiempo. Quien
piense lo contrario, está equivocado. Punto. Que faltan cosas, es seguro.
Que hubo errores, también. Pero los mensajes de los sicarios mediáticos no
apuntan corregir esos aspectos, sino a aniquilar los logros. Lo que más molesta son los derechos conquistados,
el bienestar conseguido, la inclusión alcanzada. Por eso vociferan que está
todo mal, porque las cosas no se hacen como ellos desean. Por eso ocultan lo
que no pueden transformar en mala noticia. Esto es agotador y hemos tenido
demasiada paciencia. Los directivos del
Grupo ya se han enriquecido bastante a nuestra costa y, a pesar de eso, quieren
vernos de rodillas. Otra vez, no. Esta
vez, no. No podemos ser tan reiterativos. En todo caso, agucemos nuestra
creatividad para arribar a crisis novedosas. Pero lo de siempre, ya lo hemos vivido.
Y para que las cosas sean más fáciles de
comprender, el Primer Mundo presenta una
postal de nuestra historia. Mal por los ciudadanos europeos y
norteamericanos, que son víctimas del saqueo virtual del mercado financiero, de
la voracidad más despiadada. No es sano que algunos vean multiplicadas sus
fortunas sin producir nada, porque deja un tendal de pobreza que se extiende
cada vez más. La crisis económica que
están viviendo los países que muchas veces aparecieron a nuestros ojos como
modelos, no es producto de una catástrofe climática, sino de la ambición más
despiadada. Errores que se
transforman en desocupación y miseria para los que nunca han disfrutado de
ninguna fiesta. Esta carrera por exhibir esas cifras incontables lo único que
produce es la desigualdad más vil. La
mentira del derrame es sólo un goteo que se evapora en el camino. Y no es
chiste: Estados Unidos ostenta una situación social alarmante y una
concentración de la riqueza que no se veía desde los tiempos del crack del ’29.
Los ricos no son motor de la economía,
sino todo lo contrario.
Ese mismo país produjo un símbolo de la mano de
Disney: el tío Rico. ¿De qué servían esas montañas de monedas que jamás salían
de las bóvedas en donde se acumulaban? Un
personaje excesivamente acaudalado pero sumamente avaro. Pero no hace falta
analizar más, porque son todos iguales. La pobreza no es un flagelo, como
muchas veces se dice por ahí. Y si lo es, habría que preguntarse quién otorga
ese castigo. La pobreza es el resultado
directo de la angurria desmedida por superar la cifra. ¿Qué más da tener 10,
30, 50 mil millones si es el resultado de la expoliación de los que menos
tienen? Ahora esas sumas se multiplican sin producir otra cosa más que miseria,
hambre, muertes. ¿Cómo pueden dormir en
paz sabiendo que generan tanto daño?
Según los últimos datos de la FAO, 842 millones
de personas en el mundo padecen de desnutrición crónica y diez mil niños mueren al día por esa causa. No
por enfermedades, sino porque nuestro mundo, que puede producir alimentos para
12 mil millones de personas, está gobernado por despiadados vampiros.
Bernardo Kliksberg, un economista militante por la dignidad de las personas, asegura
que “con sólo 25 centavos de dólar se
proporcionan los nutrientes básicos para evitar esta situación y, sin embargo, cada segundo se gastan por lo menos dos
millones de dólares en armas. Esto es capitalismo salvaje, afán desmedido”.
Y ni hablar de las vomitivas ostentaciones que rozan el mal gusto, como los
autos enchapados en oro y piedras preciosas engarzadas en los laterales. Que quede claro: tamañas fortunas no son
producto del trabajo esforzado y ahorrativo, sino de la explotación, corrupción
y especulación. Porque eso la gastan en esas estupideces. Tener claro esto es la mejor manera de
comenzar a encontrar soluciones.
Los paños que se aplican en el Primer Mundo,
esas medidas dictadas por los organismos que han fomentado el despojo, sólo
producirán más pobreza. Los planes de ajuste empeoran la situación. Más claro: son los que se han beneficiado con
el saqueo los que tienen que ceder para revertir la crisis que ellos mismos han
provocado. De lo contrario, todo será peor. Los gobiernos tienen que
ponerse de parte de los menos favorecidos y extraer recursos de los que
acumulan hasta el hartazgo para generar empleos y recuperar el bienestar
pisoteado. “La política que se está
aplicando es primitiva, tan primitiva que no comprende que la austeridad corta las posibilidades de crecimiento”, explicó
el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen.
Pero en
nuestro país, las cosas son diferentes porque desde hace diez años comenzó a
revertirse esa lógica tan destructiva. Para
que la Economía esté al servicio del Hombre, los Estados deben impulsar el
desarrollo material y desalentar la multiplicación virtual de la riqueza. Y
es lo que ha intentado hacer desde 2003 el proyecto K, con resultados sumamente
auspiciosos. La generación de empleo es esencial y para eso, los que acumulan
deben poner en circulación sus fortunas. Lo
que hacen, en cambio, es evadir, especular, escamotear recursos. Y llorar
desconsoladamente cuando deben conceder un aumento de salarios. Tanto, que a
los pocos segundos de la concesión empiezan a tramar la manera de recuperar las
monedas perdidas. No dan más que asco.
Para comprender la situación en estos términos es
necesario escapar de la realidad dibujada
por los medios hegemónicos. Porque
no están para contarnos desinteresadamente sobre las cosas que pasan, sino para
proteger a los personeros del Poder Fáctico. Por eso hacen lo que hacen y
dicen lo que dicen. Porque por fin ha aparecido un Gobierno que pretende
limitar sus privilegios y amortiguar su capacidad de daño. Un poco, por ahora.
Bernardo Kliksberg lo ha dicho muchas veces: “es posible una economía con rostro humano y esta hora es la definitiva
para que seamos responsables por el otro”. Como nunca antes, las cosas están muy claras. De ahí que Clarín y
sus acólitos propalan la confusión desde sus factorías de estiércol. Por eso el
insignificante incidente de Juan Cabandié se convirtió en causa nacional, porque estamos en el buen camino para
alcanzar el país equitativo con el que siempre hemos soñado.
Te fuiste al carajo con la cantidad de niños que mueren por día, master :-)
ResponderBorrarUn error. La FAO, un organismo de la ONU que analiza estos números, afirma que son 12 mil niños por día que mueren por día. Se me escapó el millones, lo cual es imposible.
Borrar¿Por qué Clarín no dice que Kliksberg dice que se puede comer con $ 1,50 por día?
ResponderBorrarNo sé por qué Clarín no dice eso. Tampoco creo que sea posible comer por esa cifra. Quizá sea un presupuesto de mínima, como el año pasado cuando el INDEC anunció que con 6 pesos diarios se alcanzaba un presupuesto de subsistencia.
BorrarGustavo, una aclaración: el INDEC jamàs dijo eso. El periodista Ismael Bermùdez de Clarín manipuló una estadística (hecha con una metodología de dudoso valor, inventada en época de Cavallo) para tirar esa cifra.
ResponderBorrarhttp://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones/economia/8912-qel-indec-nunca-ha-difundido-que-se-necesitan-6-para-que-una-persona-coma-por-diaq.html
Un abrazo.
En realidad, lo de los seis pesos fue sugerido por el INDEC para economía de subsistencia. Clarín manipuló la información, en lugar de explicar qué quería decir eso. Al poco tiempo, Carrefour sacó un recetario y un listado de productos que se podían comprar por 180 pesos y que alcanzaba para cuatro personas durante una semana. Esto confirmaba la cifra del INDEC
BorrarDe acuerdo, pero teniendo en cuenta que son precios mínimos de todos los productos. La manipulación de Bermúdez fue que el INDEC daba una suma de unos $24 para subsistencia de un grupo familiar de hombre y mujer adultos con 2 hijos pequeños, tomando en cuenta las necesidades diarias de cada uno, así que los $6 son un promedio que no tiene sentido.
BorrarMuy Bueno Gustavo :) Y estoy totalmente de acuerdo con la frase de Evo Morales!! Ya basta de permitir a los medios hegemónicos q "Deformen" la realidad y "operen" para invisibilizar la Realidad Real ... Situación q sufre la Región en su conjunto !! Felicitaciones,además x el Libro q aún no leí y a SUMAR "Guerreros Digitales" :)
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