El absurdo no tiene límites,
por eso es absurdo. Que el doctor Nelson Castro sueñe con un Premio Nobel de psiquiatría por haber diagnosticado
una enfermedad a CFK puede ser un caso. Que algunas plumas destituyentes anhelen una renuncia anticipada por
problemas de salud puede significar unas merecidas vacaciones después de
tanto esfuerzo cacerolero. Que las hormonas agoreras enloquezcan no por el
arribo de la primavera, sino por un simulacro de triunfo ya roza lo ridículo.
El síndrome de hibris instalado hace unas semanas en un programa de TN no tiene
nada que ver con el cuadro que exige la intervención quirúrgica de La
Presidenta, vale aclarar. La hipotensión y el hematoma interno producto de un
golpe no guardan relación con esa enfermedad psiquiátrica inventada por
los republicanos para desacreditar a mandatarios no alineados con el Imperio.
No es casual que desde los centros del Poder Fáctico diagnostiquen a distancia ese
mal. Porque el establishment discute
sobre el poder cuando alguien quiere arrebatárselo o, al menos, limitarlo. En
otro escenario, ni hablan del tema. La
preocupación por el poder sobreviene cuando la política intenta modificar el
statu quo. Por eso aparece la hibris.
En la Antigua Grecia no existía
la idea del pecado, pero la mitología se encargó de dibujar algo parecido. La Moira es el destino que cada mortal
tiene establecido y además, distribuye la parte que le toca de felicidad o
infortunio y la cantidad de bienes
materiales asignados. Cuando un hombre quiere dar un paso más allá de lo
dictaminado por los dioses comete la famosa hibris, que significa un desafío a los designios divinos. En este sentido,
cualquier modificación que uno quiera hacer en su vida podía ser considerada como desobediencia y merece el castigo, némesis, que busca reubicar al rebelde.
Si la psiquiatría mediática acierta
con el diagnóstico de la enfermedad del poder, el síndrome de hibris no sólo
afectaría a los mandatarios que quieren transformar el statu quo sino a los directivos de empresas
multinacionales, especuladores financieros y todos los que integran ese 10 por
ciento que acapara gran parte de la riqueza mundial. ¿O Paul Singer, Carlos
Slim, Bill Gates acrecientan sus fortunas de manera descomunal por simple
divertimento? Pero, como este mal fue inventado por los dueños del poder, sólo afecta a los que intentan controlar
sus angurrias. Como dioses del Olimpo, sentencian con sus poderosas voces a
los que quieren desafiarlos. Cristina
padece el síndrome de hibris porque enfrenta a las corporaciones. Ellos,
como hacedores del destino de los hombres, guardan para sí los privilegios y
las atribuciones. Ellos, que no son
votados por nadie, son los encargados de tejer el destino de cada hombre, que
no debe ser otro más que el sacrificio y la pobreza. Ellos, todopoderosos,
desbordan sus arcas a fuerza de escamotear bienestar. Ellos, que ostentan
cargos a perpetuidad, son los que se oponen a las reelecciones. Ellos, que poseen casi todo, lo que le
falta es vergüenza. Ellos, que son los que desbaratan el planeta, están
perfectamente sanos.
Pero así como descubren el mal,
también encuentran la cura. El doctor Nelson Castro, improvisado periodista
recién retornado a la ciencia médica –neurólogo pero no psiquiatra- tiene un
remedio efectivo para que La Presidenta recupere su salud. Cuando CFK abandone la presidencia, la enfermedad del poder, el
síndrome de hibris, se esfumará al instante. Y si renuncia ya, mucho mejor.
Según ellos, el poder enferma sólo a los que acceden por el voto popular. Ante
cada episodio médico de Néstor o de Cristina, los sicarios del Poder Fáctico
afirmaron sin dudar –claro, son voceros
de los dioses- que la causa de la enfermedad era la manera de ejercer el
cargo. Eso sí, jamás dirán que la dolencia de un gran empresario es producto de
su ambición. El síndrome de hibris sólo
encuentra a sus víctimas en el corpus de la política, no de la economía.
Entonces, como la Primera
Mandataria tiene como objetivo domesticar a las bestias, las bestias quieren sacársela de encima. Como sea. Para eso,
inventan la realidad, conspiran, modelan monigotes con forma de candidatos y
siempre se ponen de parte de los intereses extranjeros. Como la estrategia
destituyente está pergeñada desde las oficinas de Clarín, desde sus medios se
disparan los dardos más venenosos. Sin
pudor ni respeto, el domingo por la noche, El Trece se convirtió en la
madriguera donde los carroñeros tejieron sus tretas. El ex periodista y actual agitador Jorge Lanata planteó la
hipótesis: si Cristina pide licencia, Boudou no podrá asumir la presidencia.
¿Por qué? Porque para él es culpable de todo lo que denunció. Para el ariete de Clarín, el vicepresidente es
corrupto porque él lo sentenció desde su
tribunal mediático. La Justicia aún no ha llamado a declarar al sospechado
ex ministro de Economía, por lo que ni siquiera hay causa. Y aquí hay una falta
grave por parte de los encargados de la investigación basada en denuncias
mediáticas, que han estirado durante más
de un año y medio la resolución de un caso que no es tal. Una artimaña que
produce una notoria gravedad institucional.
Y esto no es exagerado. Ya está
dicho desde el principio: el absurdo no tiene límites. Ante las cámaras del PPT
opositor, el consultor político Jorge Giacobbe convocó a una revuelta popular para impedir que Amado Boudou asuma
temporalmente la presidencia de la Nación. “¿Qué pasa si la Presidenta no se repone?”, preguntó con malicia
para despabilar al público cacerolero,
siempre dispuesto a armar barullo por casi nada. Otro de los invitados,
Fabián Perechodnik, de Poliarquía, reveló que “Boudou tiene la imagen negativa más alta del gobierno, con un 60 por
ciento”. Tantos esfuerzos agoreros a
veces rinden sus frutos. Por
supuesto, con la indiscutible complicidad de algunos actores de la justicia, es
justo reiterar. “Yo
creo que la Justicia tiene, como poder del Estado, una deuda con la sociedad”,
evaluó La Presidenta en la entrevista que condujo Jorge Rial.
Pero no sólo por esto. Muchos
jueces –la Corte Suprema, inclusive- han
pisoteado como nunca las instituciones democráticas. En estos días se
cumplen cuatro años de la aprobación y promulgación de la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual, aún no
aplicada en su totalidad por el revoleo de cautelares y el suspenso aplicado
por los Supremos. Estos artilugios pretenden instalar un clima de
desasosiego inexistente y crear la sensación de ingobernabilidad, para sumar a
un sector prejuicioso de la población y arrastrar a los sugestionables al descontento generalizado.
De
una vez por todas, hay que frenarlos. Como no saben qué es la ética,
habrá que enseñarles. Porque más allá de las generalidades republicanas que
recitan los tibios, los que alteran la estabilidad democrática tiene nombres y
apellidos. Y es hora de que se encuadren
dentro de las normas y que cumplan con la función periodística que es informar
y orientar la opinión pública. Nadie duda que hacen todo lo contrario y de
esa manera pisotean los derechos ciudadanos. Así, no hay país que resista ni paciencia que no explote.
Golpe psiquiatrico digamos, y de yapa la ratita de Lucas sigue desparramado efluvios delirantes
ResponderBorrarNo entiendo qué le pasó a este muchacho. Lo que dice en twitter no tiene coherencia. De ser un kirchnerista original se transformó en un cacerolero desenfrenado...
BorrarNo coincido. Su originalidad? Siempre se mezcló tanto con su xenofobia, resentimiento hacia todos:No es un arrepentido o traicionado:Es un resentido crónico.Ser kirchrnerista, como ser peronista, como ser comunista,como ser rejuntado unen, NO GARANTIZA la salud mental de nadie. Menos de un desquiciado que al no encontrar argumentación de su sarcasmo, ha comenzado a explotar frases pedófilas. Despreciable como Kirchnerista y como antikirchnerista :También.
ResponderBorrarPero concentrándome en el aporte literario de Gustavo, te comparto algo que habiéndolo escrito hace mas de 1 año, buceando hasta en el último detalle, aún no hay nada nuevo que me permita terminar esa telenovela : Una difamación hacia el dirigente que recupero la caja mas improtante de los argentinos, la multiplico, conservó las acciones y torea con Lorenzino el peor drama de lso argentinos en este momento: La batalla perdida contra los fondos buitres. http://opiniondeandrea.blogspot.com.ar/2012/04/la-telenovela-yo-te-implico-amado.html
Gracias por el aporte, Andrea. Respecto a lo de Lucas, parece seguir el camino de Lanata, pero con mucha menos capacidad. Y bueno, un individuo más que no entiende de colectivos.
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