miércoles, 30 de octubre de 2013

Un buen final con facha de principio



El Fallo Supremo y una vuelta de página
En virtud de la ansiedad de algunos que quieren estropearnos el futuro a partir de 2015, el autor de estos apuntes se compromete a descartar de su vocabulario cotidiano la expresión “más allá”, porque suena a “Massa Ya”. Un pequeño aporte para las generaciones futuras. No será el único. Otro puede ser aclarar algunas cuestiones para desarticular las operaciones que tratan de propalar la idea de catástrofe. Desde el mismo domingo enloquecieron con la insistencia en la derrota del kirchnerismo, comparando los números obtenidos en las legislativas con el histórico 54 por ciento de 2011. Claro, desde ese punto de vista, parece haber perdido casi veinte puntos. Pero es hacer trampas. Legislativas y ejecutivas son diferentes y dependen más de liderazgos distritales que nacionales. Lo que cuenta será la nueva conformación del Congreso y el oficialismo nacional ha salido beneficiado. No tanto como merece, pero beneficiado al fin. Quien salió perjudicado es el macrismo, que perdió la mayoría en la Legislatura Porteña. Sin embargo, no hablan de derrota sino que festejan con globos y el líder amarillo amenaza con ser presidente con apenas un 9 por ciento de voluntades del padrón nacional. Pero claro, los medios hegemónicos no tienen límites a la hora de tergiversar, manipular, mentir. Con el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la constitucionalidad de la LSCA, lo seguirán haciendo, pero desde menos propaladoras.
Ahora sí hay motivos para celebrar. Como los números del domingo no dieron para el jolgorio, esta novedad inocula mucho optimismo. Después de cuatro años, los Supremos decidieron legitimar esa ley tan pisoteada en la víspera del 30° aniversario de la recuperación de la Democracia. Aunque no todos lo merezcan, debemos estar de su lado, porque los mordiscones de la corporación mediática y de los laderos políticos serán letales. Los acusarán de cualquier cosa. Salvo a Carlos Fayt, que ha demostrado un servilismo supremo. Paradoja: alguien que permanece en el cargo contra lo que dicta la Constitución pretende dictaminar la constitucionalidad de una norma surgida del debate democrático. Un personaje así ya debería estar presentado su renuncia. O nosotros exigirla.
Contra todos los rumores que habían circulado, el fallo no presenta medias tintas: la ley 26522 es constitucional en todos sus artículos y debe aplicarse sin restricciones ni dilaciones. Para que quede claro: no hay milagro que exima al Monopolio de reducir su tamaño. Salvo que apelen a sus artimañas carroñeras como rumores de devaluación, denuncias infundadas sobre funcionarios públicos, vaticinios de catástrofes increíbles para forzar una crisis institucional. O que inviten a los Marines. Pero los que perdieron legitimidad son ellos, los que contaminan el aire con su hedor destituyente. A partir de ahora pueden ser considerados ilegales con todas las letras y quienes salgan a defenderlos serán cómplices. El Poder Fáctico perderá su Secretaría de Prensa, desde donde se pergeña la construcción de un sentido común embrutecedor. Por eso lo que se viene será apasionante.
Debilitadas las usinas del desánimo, este proyecto que estamos transitando podrá avanzar para desatar los nudos que entorpecen nuestro andar. En el horizonte se asoma una progresiva reforma impositiva, un control de precios que condene la especulación, la desarticulación de las hegemonías en la producción de alimentos y muchas otras cosas más. El optimismo de estas líneas sólo tiene en cuenta la disminución del poder de daño de los medios del Grupo. Pero queda otro poder de daño desplegado por los jueces que sólo buscan proteger a las corporaciones. Tal vez, el fallo de los Supremos pueda interpretarse como una señal en ese sentido, como un pulgar hacia el suelo que las condene a cumplir con las normas democráticas. Entre democracia o corpocracia, parecen haber optado por la primera.
Por la proximidad de los comicios, resulta tentador especular sobre la incidencia de los resultados en la decisión de la Corte. Claro que es torpe suponer que las cuatrocientas páginas que ocupa el fallo fue elaborado en sólo 48 horas. Seguramente no se hayan conmovido por los números, sino por la resistencia del kirchnerismo ante los constantes embates de los medios carroñeros. Si cuatro años de deslegitimación no pudieron desterrarlo, será porque es el único proyecto en mucho tiempo que promete la construcción del país que nos merecemos, que necesitamos.
El fallo ha sido muy claro respecto a que la ley no vulnera la libertad de expresión, sino todo lo contrario, porque abre el abanico para que aparezcan nuevos actores. Por más que digan lo que digan con las manipulaciones mediáticas y políticas. Los más desesperados son aquellos que logran adhesión de la ciudadanía más por su permanencia en las pantallas que por su asistencia a los cargos para los que fueron elegidos. La diputada Elisa Carrió parece la más alterada porque advierte que deberá mudar su banca en los estudios televisivos al Congreso. También, como siempre, revolea denuncias de pactos espurios que ya han sido desechados por la Justicia. Desde el PRO, ponen el acento en la capacidad de Sabbattella, sólo porque no saben qué decir. Aunque resulte exagerado, tienen miedo porque en breve deberán trabajar en serio si quieren permanecer en la carrera política.
El primer paso de todos los que faltan
Pero nada será fácil. Lo que se viene es arduo y penoso. Las operaciones informativas recrudecerán hasta enloquecernos; esgrimirán todas sus argucias para quebrantar nuestra paciencia; provocarán hasta el asco nuestra reacción. Ahora hay que estar más atentos que nunca porque las fieras heridas suelen dar dentelladas peligrosas. Una parte del público ya está acostumbrada a desconfiar de todo lo que se dice y publica en estos medios. Esta convicción debe crecer hacia algunos sectores más. Todos debemos fiscalizar cada información para desarticular las tergiversaciones; convencer a los desconfiados con la idea de que no estamos tan mal como muestran todos los días, sino todo lo contrario; difundir la idea de que ellos no quieren nuestro bienestar, sino satisfacer sus angurrias. Y, sobre todo, explicar una y otra vez que no son independientes, sino intensamente interesados por volver a gobernar los destinos del país.
Toda una batalla, la que se viene. Un cambio de paradigma en la construcción del imaginario colectivo y la realidad. Una batalla cultural para comprender que las noticias no deben ser sólo malas. Nadie duda de la existencia de hechos delictivos, pero la sensación de inseguridad no es más que un artificio. Las tasas de homicidio de nuestro país no son las más alarmantes del mundo, como lograron imponer. En Argentina se producen 5,4 homicidios por 100000 habitantes mientras en Colombia, 53,3 y en Brasil, 28,5. Estamos igual que Uruguay y un poco por encima de Chile, 4,2. Sin embargo, logran atemorizar a sus colonizados consumidores. Perder el miedo –con prudencia, por supuesto- puede ser la mejor manera de combatir la inseguridad.
En los comienzos de nuestra democracia, Magneto y otros empresarios consideraban un obstáculo al presidente Raúl Alfonsín. Hoy, con treinta años de vida institucional a cuestas, debemos comprender que ellos son el obstáculo. No sólo el grupo Clarín, sino todos los que se escudan en su poderío: los patricios que quieren vivir a costa de nuestra sangre. Por todo lo que han hecho a lo largo de gran parte de nuestra historia –golpes, fusilamientos, desapariciones, sometimiento- no merecen un lugar de prestigio en el nuevo país que estamos construyendo. Menos aún, disfrutar de las riquezas que nos han escamoteado. Que vivan al amparo de un puente con unas pocas pertenencias rescatadas de algún contenedor podría ser un buen castigo. Pero la democracia es tan generosa que les permitirá gozar de una vida más que acomodada y seguir manipulando con desfachatez a los desprevenidos individuos. Eso sí, con menos propaladoras. Por algo se empieza.

3 comentarios:

  1. Que te puedo decir : Que buen análisis: Con la claridad de siempre y un optimismo realista. Parecen términos antagónicos contados por la prensa decadente y en próxima extinción, pero en este caso van de la mano.

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  2. excelente comentario Gustavo Como siempre

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  3. Gracias por comentarios tan elogiosos. Pero el mérito es del entusiasmo que me despierta todo lo que estamos viviendo y la seguridad de que tenemos la razón de nuestra parte.

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