Los datos confirman los
resultados de las PASO. El FPV ganó, pero no tanto. O perdió un poquito desde lo simbólico. Algunos comenzarán a hablar
de una transición que no existe y convertirán estos dos años en un infierno. A pesar de la Década Ganada, el
kirchnerismo está condenado a remar siempre con corrientes enloquecidas.
Claro, nada es fácil cuando se quiere gobernar en serio. Seamos sinceros: muchos de los que ganaron no lo merecían.
Bergman, Carrió, Michetti, Del Sel no pueden aportar nada serio en la
construcción de nada. Algunos argumentarán con esa célebre frase de que el
pueblo nunca se equivoca. Ajá, muy bonito, pero
cuando elige como pueblo, como colectivo para el beneficio de todos, no
como un manojo de individuos prejuiciosos y manipulados. El pueblo tiene la razón cuando vota por un proyecto, no cuando
vota en contra, porque no comprende o no quiere comprender. No hubo derrota, como
interpretan algunos, sino una victoria tibia. Inmerecida, por supuesto. Estos años de transformaciones impensadas
deberían conseguir un apoyo mucho más rotundo para sofrenar a las bestias que
nos quieren ver nuevamente de rodillas.
Cuánto habrá influido el cerco
mediático a los candidatos del establishment es difícil de cuantificar. Pero
influye. ¿Cuántos se habrán enterado del cuadro descolgado, de los ataques a
militantes en algunas ciudades bonaerenses, del video completo del no-chapeo de
Cabandié, de las desmentidas constantes
a las mentiras prepotentes y gritonas? ¿Cuánto habrá pesado la mala
costumbre de insultar, bastardear, ningunear desde las pantallas dominantes? ¿Cuánto habrá convencido el discurso
descafeinado de los candidatos complacientes con los intereses de la minoría?
¿Cuánto habrá jugado el deseo de pertenecer
en los que nunca pertenecerán?
También hay que pensar que
muchos candidatos del oficialismo no eran de lo mejor. En Santa Fe, el
ingeniero Jorge Obeid evidenció una tibieza mayor a la del candidato
socialista. La verdad, parecía más un
opositor. Imposible saber en qué habrá pensado Cristina cuando lo coronó
como cabeza de lista aquel 20 de junio en Rosario. No importa. Quizá el ex gobernador traicione y menee su
rabo detrás de Reutemann. O tal vez no asuma. Debe haber muchos candidatos
así diseminados en las provincias, dispuestos
a pensar la identidad ideológica como una caótica ruleta.
Nada de lo que uno pensaba que
podía influir positivamente en los resultados influyó. Ni la operación de La Presidenta o el aniversario del fallecimiento de
Kirchner conmovieron los números. Tampoco las modificaciones dispuestas
para el impuesto a los ingresos ni los nuevos créditos del Pro.Cre.Ar. Los
votantes pensaron en el distrito y por eso hubo triunfos locales. Extraño lo de provincia de Buenos Aires,
porque ganó un candidato opositor a pesar de la alta imagen positiva del
oficialismo. De los dos, tanto Gobernador como Presidenta. En cambio, en la
CABA, la cosa fue más coherente porque el votante porteño es adverso al
peronismo en cualquiera de sus versiones.
Lo
más divertido que nos han dejado estas legislativas es el inicio de la carrera
presidencial para 2015. Por ahora, hay tres candidatos. Antes de
abordar este más que jugoso punto, urge hacer una aclaración. La idea de la transición que tratan de
instalar desde algunos sectores es indiscutiblemente falaz. La transición
es el período que precede a un cambio de gobierno y acá no pasa nada de eso. CFK seguirá siendo presidenta con el aval
del 54 por ciento de los votos y conserva la mayoría en el Congreso. No hay
debilidad política ni nada que se le parezca. Tampoco hay algo que se asemeje a
un fin de ciclo. Cuanto mucho, esto puede interpretarse como una señal de
alerta si el kirchnerismo quiere continuar más allá de Cristina. Para lograr
ese objetivo, deberá seguir construyendo
adhesión, pergeñar estrategias y construir alianzas. Y, por supuesto,
seguir transformando nuestro país como lo ha hecho hasta ahora.
Volvamos a lo divertido: los
tres presidenciables. Macri es el más ansioso. Su compromiso se basa en el hartazgo. Como siempre, imagina que el
distrito que le regala los triunfos es la totalidad del país; supone que su
asco expresa el de todos los argentinos; jura
que es el cambio cuando en realidad, es sólo la restauración; se presenta
como plural para esconder su clasismo. Exultante por un triunfo que no es tal,
pues sólo alcanzó menos del nueve por ciento a nivel nacional, una cifra
insignificante para aspirar a la presidencia. Massa, por su parte, tiene más motivos para soñar con nuestras
pesadillas. Con más del 16 por ciento de las voluntades y la posibilidad de
sumar al peronismo recalcitrante y algunos mutantes, le sobra material para
trazar su camino a La Rosada. Por si esto fuera poco, cuenta con el eficaz –y destructivo- apoyo de los medios dominantes y de
la minoría que quiere recuperar el control del país. Más que un
representante del pueblo, será un vocero del Poder Fáctico. Quizá por eso, en
su discurso triunfal expresó que ahora se
ve “obligado” a trasponer las
fronteras de la provincia. Y los que obligan lo hacen porque tienen poder. ¿Quién obligará
a Massa para ser presidente?
Y el tercer presidenciable es
el ex gobernador y ahora diputado, Hermes Binner, que logró un contundente –e inexplicable- triunfo en Santa Fe. Socialista, liberal, conservador,
progresista y todo lo que el lector imagine es lo que carga el ex anestesista
en su discurso. Puede ser lo que haga falta para preservar las
instituciones, aunque el país se incendie. Binner
ganó prometiendo lo que nunca hizo durante su gestión ni la de su sucesor.
La consigna más absurda –la del país normal- es la que sedujo a los votantes.
De continuar con su decisión de acceder a La Rosada deberá construir alianzas
con las distintas expresiones del radicalismo. Un dato: en 2015 cumplirá 72
años y aunque se lo ve lozano, quizá no tenga la energía suficiente para
gobernar un país como el nuestro. El
país normal que promete quizá sea el que ya conocimos en las últimas décadas
del siglo pasado, el de un presidente gobernado por los angurrientos y un
pueblo sometido al saqueo.
Los tres presidentes a futuro
tienen algo en común: un rotundo rechazo
al estilo K de hacer política. A tono con la realidad dibujada desde los medios hegemónicos, atacan la confrontación que –según ellos- se
origina en el Gobierno Nacional y adornan sus intervenciones con floridas
imágenes en donde reina la armonía, el diálogo, el consenso y la tolerancia. Una postal que sólo será posible si el
Poder Político se somete al Económico, si las instituciones están al servicio
de los poderosos, si el país vuelve a ser el coto de caza de los insaciables.
Ese es el país normal que están pergeñando.
Un país con una normalidad
diferente al prometido por Kirchner cuando asumió, allá por 2003. Porque cuando
Néstor nos propuso un sueño, también
habló de un país normal pero en oposición al infierno que se desató en 2001.
Lo normal no es un calificativo en sí
mismo. La normalidad es caprichosa y depende del sentido común dominante. La normalidad de Kirchner se anteponía a la
independencia devaluada que había descubierto
De La Rúa. Pero durante muchos años, esa independencia devaluada se convirtió en la normalidad que algunos
quieren restaurar. Las palabras no son
neutrales y funcionan en un contexto, con la intencionalidad del que las
pronuncia. Esas dos normalidades
no pueden convivir en un mismo país. Una nos conduce a un pasado doloroso; la
otra, al futuro con el que todos soñamos. Dos
años nos separan del momento de decidir qué normalidad queremos para nuestro
país: la de la pesadilla o la del sueño. Por eso, en todo este tiempo,
deberemos estar más despiertos que nunca.
Brillante analisis. Siempre leo tus opiniones. Un gran barnis de realidad. Leandro giacomi. Desde Coronel Baigorria Provicia de Cordoba
ResponderBorrarMuy bueno tu análisis, es verdad, el gobierno siempre nadando en aguas turbulentas, Ahora con la ley de medios, otro escenario. Pero asustan las cosas que se escuchan, las cosas que la gente piensa. Es muy triste y preocupante.
ResponderBorrarPerdón Laura;pero justamente es en lo que no debemos caer,en el "miedo" o la "preocupación" ... Como bien señala Gustavo,si queremos el país del Sueño que Néstor nos propuso y Cristina sigue llevando adelante, a estar bien despiertos "ocupándonos" en defender este Proyecto Nacional y Popular para seguir creciendo !
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