El fallo de los jueces tucumanos de la Cámara en lo
contencioso administrativo, Salvador Ruiz y Ebe López Piossek, quedará para la
historia. No por lo riguroso de sus
fundamentos ni su sentido de Justicia, precisamente. ¿Qué los habrá
impulsado a anular de un plumazo la voluntad popular, cuando no les correspondía decidir algo así? ¿Habrán imaginado el
impacto que producirían con su absurdo jurídico? ¿Todavía esperan los aplausos o ya estarán colgando la toga
para huir de los Tribunales donde no merecen estar? ¿Con qué cara mirarán a sus
familiares, vecinos y colaboradores, después
de haber pisoteado el voto que emitieron hace casi un mes? ¿Qué se dirá de
ellos en las aulas universitarias, cuando los estudiantes deban analizar la
sentencia para algún trabajo práctico? ¿Cuánto
estropicio provocaron al dejar aflorar su más profundo desprecio por el pueblo
al que deberían servir?
Ahora que ya sabemos que la Corte tucumana revocó este insólito fallo y confirmó la inexistencia
de fraude, podemos analizar el episodio con más calma. Pero no hay que
olvidar lo que intentaron con su
monstruosa intervención. Entre una cosa y otra, estos serviciales
magistrados construyeron un combo más indigesto que los que ofrecen en las
cadenas de comida chatarra. En primer lugar, por el tiempo que se podría haber desperdiciado en desenredar el
embrollo. Lo que a ellos les llevó
apenas unos días elaborar y firmar, hubiera insumido meses para resolver. El
primer rechazo se emitió con presteza, pero parece que José Cano –el mal
perdedor- pretende continuar por el intrincado camino de las apelaciones que, como nunca, hemos conocido en estos años.
Una vez subsanado el primer escollo de conformar el
Supremo provincial, la resolución llegó más rápido de lo que se esperaba, para no profundizar la crisis. Sin
embargo, Cano quiere seguir con el conflicto hasta asumir por decreto. En estos
días, presenciaremos un peloteo de expedientes más propio del torneo de Wimbledon que de unas elecciones provinciales.
Hasta es posible que en este angustiante juego participen los Supremos de la
Corte nacional que, aunque parece que van a rechazar el caso, siempre están ansiosos por plasmar su
pulsión patricia. Si, como debe ser, la racionalidad orienta estos
engorrosos pasos, el gobernador electo podrá asumir en tiempo y forma.
En cambio, si se hubiera cumplido la sentencia a
rajatabla, Tucumán tendría nuevo
gobernador recién el próximo año porque llamar a nuevos comicios no es
soplar e inflar un globito. Todo para que gane el mismo, de más está decir,
porque los resultados no hubieran sido tan diferentes. Aunque lo intenten una y otra vez, el cóctel opositor siempre terminará
derrotado.
Requisitos para un votante VIP
El punto más delicado del conflicto comienza ahora y
no hay que perder este hilo, porque nos
conducirá por algunos senderos bastante tenebrosos. Tanto Cano como los dos
jueces que, a pesar de la incompetencia en el caso, intentaron frenar la
voluntad popular no fueron en busca del
purismo institucional. No es la lucha contra el fraude lo que les interesa.
Este enchastre jurídico-político no persigue la transparencia en el acto
electoral. Lo que les molesta a estos personajes
no es el comicio, sino el resultado. O más precisamente, lo que les asquea es el modelo de votante que
se ha expresado aquel domingo de agosto.
En el texto que fundamenta la sentencia está la
clave: no se habla tanto del fraude como de los bolsones. Para estos
discriminadores sin rubor, las
elecciones deben ser anuladas porque hay gente que vota sobornada por el
clientelismo. Hasta admitiendo que pueda haber algunos sujetos que guíen
sus preferencias electorales a cambio de una dádiva, la mayoría vota siguiendo sus principios y tradiciones partidarias.
Y si alguien vota por los bolsones, ¿cuál es el problema? ¿Acaso no hay
votantes que lo hacen por los dólares para viajar a Miami? ¿O para Ellos hay un
estatus de demandas? ¿Por qué vale menos
el voto decidido por un bolsón que el orientado por un par de titulares
memorizados de la tele?
Que vote el pobre, parece molestar. Y esto no es exagerado. El voto
universal y secreto se instauró en nuestro país mucho antes de que se
inventaran los choripanes. Nadie puede sospechar que Roque Sáenz Peña militara
en La Cámpora porque esas cosas no existían cuando promulgó la Ley de Sufragio.
Por lo tanto, el votante no tiene la
obligación de justificar su voto. ¿O pensarán incorporar un examen antes de
ingresar al Cuarto Oscuro? O un cuestionario donde se le pregunte si está de
acuerdo con la devaluación, el ajuste y el modelo del derrame y sólo se permita el acceso si responde
afirmativamente. ¿O pretenderán una declaración de bienes o acreditación de
títulos como requisito para integrar el padrón? ¿O propondrán urnas para que los pobres voten de mentiritas?
Si quieren un voto clasista, calificado, elitista que lo digan y den la batalla argumentativa
y política para alcanzar ese objetivo. Si desean que no todas las
expresiones partidarias participen de las elecciones que propongan un proyecto de ley de proscripción
ideológica a ver cómo les va. Si pretenden la alternancia como obligación,
que planteen una reforma constitucional. Pero
no apelen a las tretas de otros tiempos, cuando recurrían a los cuarteles
para conquistar privilegios a fuerza de pisotear derechos.
Aunque el tablero en Tucumán parece equilibrarse, este episodio no debe archivarse como uno
más. Esta vez se les fue la mano: intentaron
que el desprecio se convierta en norma. Los protagonistas más visibles
–José Cano, Salvador Ruiz y Ebe López Piossek- no deben salir inmunes de esta inmunda acción. Pero hubo otros que,
entronados a pocas cuadras del Obelisco, apoyaron esta afrenta anti democrática.
Y son candidatos, también. Macri, Massa
y Stolbizer deben recibir el castigo desde las urnas que tanto menospreciaron.
Si no ocurre esto, es que no nos importa
nada.
Puse un par de minutos el triste programa de los domingos a la noche PPT y filmaron un carrito repartiendo bolsas, que contenían, no se pudo percibir, ya que las mismas no eran transparentes sino blancas. De todas formas hay muchas cosas que se ignoran, por ejemplo, una profesora de la universidad pública de Lanús, invitó a cuantos quisieran ir, e instaba a que invitaran a otras personas porque era su "cumpleaños", que si juntaban 25 personas les enviaba un micro y que avisaran para cubrir la cantidad de comida y bebida. Final del cuento, en el mismo estaba Massa y el candidato a intendente de Lanús Russo. No caí en la trampa, quien me invitó le contesté que "yo concurría sin "invitación" a las concentraciones que me interesaban, esto lo supe porque una amiga instó a una respuesta concreta del porqué tanto gasto fastuoso por un cumpleaños. Esta "`compra de concurrentes" no se publicó en PPT. Mart Keik
ResponderBorrarExcelente artículo Gus! Y sí...Lamentablemente hay zonas en las que hace ratazo se viene demostrando que de la Patria no les importa nada,porque claramente no se sienten ARGENTINOS,jamás mirarán o tendrán en cuenta al Prójimo..
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