lunes, 5 de octubre de 2015

Indigesta seducción de campaña



Las propuestas de campaña son tan encantadoras que dan ganas de votar a todos los candidatos. Pero la democracia es autoritaria y sólo permite votar a uno. Entonces, hay que escuchar con atención para no comprar caramelos que resultarán indigestos. Algo que está claro es que nadie puede estar en contra de reducir la pobreza, combatir al narcotráfico o construir viviendas sociales, salvo que sea un malvado. El asunto está en quién lo dice y cómo llegará a esa meta. Cuando Sergio Massa propone su guerra contra las drogas, sólo menciona la militarización de las calles, sobre todo en los barrios humildes. Pero nada dice de los bancos que facilitan el blanqueo y fuga de capitales, herramientas fundamentales de los que se dedican a esa actividad a gran escala. Para él, solucionar el problema es cortar el hilo por lo más delgado y dejar que el lado grueso siga engordando. Nadie encara su campaña proponiendo infiernos ni caminos tortuosos, pero un par de orejas despiertas podrá impedir que el engaño se convierta en votos y nos cercenen el futuro justo ahora que ya estamos comenzando a disfrutarlo.
La propuesta de Pobreza Cero conmueve hasta las lágrimas y sería más tentadora si la promesa viniera de otro candidato, porque en boca de Macri puede significar cualquier cosa. No consideremos el exterminio de pobres –que sería la forma más expeditiva de una derecha extrema-, pero sí lo que ha hecho al frente del gobierno de la CABA. ¿O no fue él el creador de la UCEP, esas fuerzas especiales diseñadas para castigar a los que están en situación de calle? ¿No fue él quien habló de la inmigración descontrolada en tiempos de la crisis del parque Indoamericano? ¿O no es él quien recorta el presupuesto para escuelas y hospitales públicos, destinados a los que menos tienen? Si la Pobreza Cero se hace eco en los seguidores del PRO estaríamos ante una hipocresía en estéreo. Lo más sincero sería que ni hable del tema, pero la desesperación por llegar a La Rosada le impone no sólo el cinismo sino también la demagogia. Una desesperación que lo impulsa a inaugurar una estatua de Perón y hablar de la Justicia Social; sólo le falta peinarse con un rodete y dirigirse a los descamisados.
Claro, ya no puede hablar de transparencia porque la opacidad de su gestión es cada vez más evidente. Quienes pensaron que con la renuncia de Fernando Niembro a su candidatura se terminaba la rabia, se equivocaron demasiado. El torrente de denuncias provenientes de radios y canales del interior que no recibieron las cifras publicadas en la página oficial del Gobierno porteño promete quebrar el dique de contención construido por los medios capitalinos. El “error de carga” -una burla con forma de explicación- es la frase que acompañará para siempre al futuro ex alcalde. 
Un debate de siete contra un fantasma
No hay recetas para descifrar los spots de campaña. Como todos intentan vender un producto, que en este caso es un candidato, el destinatario está expuesto a las más variadas estrategias. Salvo Margarita Stolbizer que, en un esfuerzo por conquistar originalidad, pide al elector que “no vote por ella”, todos los demás hablan bien de sí mismos. En el caso de los candidatos de la oposición que tienen o han tenido gestión –Macri y Massa- sería pertinente poner la lupa en lo que han hecho en su distrito. El caso de Rodríguez Saa es muy particular, porque San Luis es un mundo aparte y Adolfo no tiene demasiadas posibilidades de llegar a nada, aunque es el único que ostenta una experiencia presidencial que se puede contabilizar en horas.
En caso de ser presidente, Sergio Massa copará las villas con militares pero no hará ni una amistosa visita a los barrios cerrados del Tigre, construidos, seguramente, con dineros blanqueados de esa actividad que denuesta y ocupados por muchos de los personajes que quiere combatir. Porque los grandes narcos no deben estar en las villas. Nadie se arriesga a amasar fortuna con grandes ilícitos para vivir como pobre.
Macri, en cambio, promete Pobreza Cero pero en su distrito erradicó a los pobres con la UCEP; asegura que construirá un millón de viviendas cuando en su mandato de casi ocho años apenas superó las tres mil y el presupuesto para el IVC se reduce y sub ejecuta año a año. ¿Cuánto tiempo piensa ocupar la presidencia para llegar al millón? ¿Más de dos mil años?  
Estas dudas y muchas más podrán plantear los espectadores ante los spots mediáticos y los cada vez más teatrales actos de campaña. Eso sí, no esperen respuestas inteligentes ni explicaciones complejas. Como quedó demostrado en el famoso debate del domingo, más que personas parecen rockolas que repiten el mismo disco. Más que un debate, parecía una pieza de ballet con coreografía paródica. Todos bailaron solos, en parejas y en grupo para deleitar a un público ansioso por ver la maqueta de un país unido. Los momentos más picantes fueron introducidos por Nicolás del Caño que, más que un exponente de la izquierda, parecía el sobrino rebelde al que se consiente con ternura porque no representa ningún peligro. Los periodistas que debían mediar el diálogo, también parecían candidatos.
Y, como se anticipó en el Apunte del viernes, Scioli estuvo presente como gran ausente. Si algunos todavía están esperando una explicación de su inasistencia es porque no vieron ese sainete, donde todos estaban ansiosos por clavar sus colmillos en la yugular del ex motonauta. No estaba pensado como un intercambio de ideas, sino como un linchamiento. Pero no se quedaron con las ganas los siete opositores que compartían escena: el atril vacío –un reciclado 2.0 de la silla vacía de Neustadt- sirvió como eficaz sustituto. Por momentos, para ese quinteto de candidatos, el Scioli ausente era el amigo imaginario no abandonado en la infancia o la alucinación de un enfermo psiquiátrico. Y cada tanto, los conductores celebraban –dentro de la solemnidad dominguera- el rating o los tuits recibidos, a sabiendas que, de haber estado el candidato oficialista, los números se hubieran duplicado.
Pero más allá de estas cuestiones estadísticas, los debates televisados no son para los pueblos; la política mediática deleita al establishment porque es un simulacro de convivencia democrática y de participación ciudadana. Por si alguien todavía duda de las intenciones de este programa televisivo con aspiraciones a institución democrática, la Embajada de EEUU fue la única en celebrar su realización. La caricia del amo al cachorro obediente. La sonrisa complaciente del patrón a su más fiel sirviente. Y las marionetas bailaron al ritmo de una tenebrosa melodía del Norte. De a poco, Scioli se está dando cuenta de qué lado debe apoyar sus pies.

3 comentarios:

  1. http://coolcordobaaclarablog.tumblr.com/post/130595468294/massa-dice-que-ser%C3%A1-duro-con-los-narcos

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  2. Lo leí por fragmentos meticulosamente y así lo he compartido.

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