Las propuestas de campaña son tan encantadoras que dan ganas de votar a todos los candidatos.
Pero la democracia es autoritaria y sólo
permite votar a uno. Entonces, hay que escuchar con atención para no comprar caramelos que resultarán
indigestos. Algo que está claro es que nadie puede estar en contra de
reducir la pobreza, combatir al narcotráfico o construir viviendas sociales,
salvo que sea un malvado. El asunto está
en quién lo dice y cómo llegará a esa meta. Cuando Sergio Massa propone su guerra contra las drogas, sólo menciona
la militarización de las calles, sobre todo en los barrios humildes. Pero nada
dice de los bancos que facilitan el
blanqueo y fuga de capitales, herramientas fundamentales de los que se
dedican a esa actividad a gran escala. Para él, solucionar el problema es
cortar el hilo por lo más delgado y dejar
que el lado grueso siga engordando. Nadie encara su campaña proponiendo
infiernos ni caminos tortuosos, pero un par de orejas despiertas podrá impedir
que el engaño se convierta en votos y nos cercenen el futuro justo ahora que ya
estamos comenzando a disfrutarlo.
La propuesta de Pobreza
Cero conmueve hasta las lágrimas y sería más tentadora si la promesa
viniera de otro candidato, porque en
boca de Macri puede significar cualquier cosa. No consideremos el
exterminio de pobres –que sería la forma más expeditiva de una derecha
extrema-, pero sí lo que ha hecho al frente del gobierno de la CABA. ¿O no fue
él el creador de la UCEP, esas fuerzas especiales diseñadas para castigar a los que están en situación de calle? ¿No
fue él quien habló de la inmigración
descontrolada en tiempos de la crisis del parque Indoamericano? ¿O no es él
quien recorta el presupuesto para escuelas y hospitales públicos, destinados a
los que menos tienen? Si la Pobreza Cero
se hace eco en los seguidores del PRO estaríamos ante una hipocresía en estéreo.
Lo más sincero sería que ni hable del tema, pero la desesperación por llegar a
La Rosada le impone no sólo el cinismo
sino también la demagogia. Una desesperación que lo impulsa a inaugurar una
estatua de Perón y hablar de la Justicia Social; sólo le falta peinarse con un rodete y dirigirse a los descamisados.
Claro, ya no puede hablar de transparencia porque la opacidad de su gestión es cada vez más
evidente. Quienes pensaron que con la renuncia de Fernando Niembro a su
candidatura se terminaba la rabia, se
equivocaron demasiado. El torrente de denuncias provenientes de radios y canales del interior que no recibieron las
cifras publicadas en la página oficial del Gobierno porteño promete quebrar el dique de contención construido
por los medios capitalinos. El “error
de carga” -una burla con forma de explicación- es la frase que acompañará para
siempre al futuro ex alcalde.
Un debate de siete contra un
fantasma
No hay recetas para descifrar los spots de campaña. Como todos intentan vender un producto, que
en este caso es un candidato, el destinatario está expuesto a las más
variadas estrategias. Salvo Margarita Stolbizer que, en un esfuerzo por
conquistar originalidad, pide al elector que “no vote por ella”, todos
los demás hablan bien de sí mismos. En el caso de los candidatos de la
oposición que tienen o han tenido gestión –Macri y Massa- sería pertinente poner la lupa en lo que han hecho en su distrito.
El caso de Rodríguez Saa es muy particular, porque San Luis es un mundo aparte
y Adolfo no tiene demasiadas posibilidades de llegar a nada, aunque es el único que ostenta una experiencia
presidencial que se puede contabilizar en horas.
En caso de ser presidente, Sergio Massa copará las
villas con militares pero no hará ni una amistosa
visita a los barrios cerrados del Tigre, construidos, seguramente, con dineros blanqueados de esa actividad que
denuesta y ocupados por muchos de los personajes que quiere combatir.
Porque los grandes narcos no deben estar en las villas. Nadie se arriesga a amasar fortuna con grandes ilícitos para vivir como
pobre.
Macri, en cambio, promete Pobreza Cero pero en su distrito erradicó a los pobres con la
UCEP; asegura que construirá un millón de viviendas cuando en su mandato de
casi ocho años apenas superó las tres
mil y el presupuesto para el IVC se reduce y sub ejecuta año a año. ¿Cuánto
tiempo piensa ocupar la presidencia para llegar al millón? ¿Más de dos mil años?
Estas dudas y muchas más podrán plantear los
espectadores ante los spots mediáticos y los cada vez más teatrales actos de
campaña. Eso sí, no esperen respuestas
inteligentes ni explicaciones complejas. Como quedó demostrado en el famoso
debate del domingo, más que personas
parecen rockolas que repiten el mismo disco. Más que un debate, parecía una
pieza de ballet con coreografía paródica. Todos bailaron solos, en parejas y en
grupo para deleitar a un público ansioso
por ver la maqueta de un país unido. Los momentos más picantes fueron introducidos
por Nicolás del Caño que, más que un exponente de la izquierda, parecía el sobrino rebelde al que se
consiente con ternura porque no representa ningún peligro. Los periodistas
que debían mediar el diálogo, también
parecían candidatos.
Y, como se anticipó en el Apunte del viernes, Scioli estuvo presente como gran ausente.
Si algunos todavía están esperando una explicación de su inasistencia es porque
no vieron ese sainete, donde todos estaban ansiosos
por clavar sus colmillos en la yugular del ex motonauta. No estaba pensado
como un intercambio de ideas, sino como
un linchamiento. Pero no se quedaron con las ganas los siete opositores que compartían escena: el atril vacío –un reciclado
2.0 de la silla vacía de Neustadt- sirvió
como eficaz sustituto. Por momentos, para ese quinteto de candidatos, el
Scioli ausente era el amigo imaginario no abandonado en la
infancia o la alucinación de un enfermo psiquiátrico. Y cada tanto, los
conductores celebraban –dentro de la solemnidad dominguera- el rating o los
tuits recibidos, a sabiendas que, de
haber estado el candidato oficialista, los números se hubieran duplicado.
Pero más allá de estas cuestiones estadísticas, los debates televisados no son para los
pueblos; la política mediática deleita al establishment porque es un simulacro de convivencia democrática y
de participación ciudadana. Por si alguien todavía duda de las intenciones
de este programa televisivo con aspiraciones a institución democrática, la Embajada de EEUU fue la única en celebrar
su realización. La caricia del amo al cachorro obediente. La sonrisa complaciente del patrón a su más
fiel sirviente. Y las marionetas bailaron al ritmo de una tenebrosa melodía
del Norte. De a poco, Scioli se está
dando cuenta de qué lado debe apoyar sus pies.
http://coolcordobaaclarablog.tumblr.com/post/130595468294/massa-dice-que-ser%C3%A1-duro-con-los-narcos
ResponderBorrarLo leí por fragmentos meticulosamente y así lo he compartido.
ResponderBorrarGracias. Abrazote
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