Los PRO dan risa cuando se los mira con buen humor. En
cambio, cuando uno piensa que pretenden gobernar al país, provocan cualquier reacción menos la risa. Aunque es desopilante el
spot donde Gabriela Michetti –candidata a vicepresidenta- habla del pensar distinto, los protagonizados por Macri desbordan cinismo. El corto en el que promete
pobreza cero debería ser considerado como publicidad engañosa. El Alcalde
Amarillo debería explicar cómo llegará a esa meta liberando el dólar, abriendo
la importación, eliminando impuestos y retenciones y recortando el presupuesto
a mansalva. Sólo la magia de la
televisión permite mentir con semejante descaro. Y también, algunos pases
de nigromante, porque si no resulta inexplicable que todavía mantenga tan alta
intención de votos. Ni la vulneración del escudo con las cuantiosas denuncias
de corrupción, irregularidades y demás estropicios parece conmover a los encaprichados electores que no pertenecen a su
clase.
Para que quede claro: una parte de ese veinte y tantos
por ciento votará al candidato amarillo porque se deja encantar por el maquillaje. Por múltiples motivos, se esfuerzan por creer en la máscara;
se obligan a no mirar lo que hay detrás. De alguna manera, saben que no es el
mejor candidato y sospechan que no
estarán mejor cuando él ocupe La Rosada, pero se dejarán convencer, como
otrora, de que la culpa de todo es del Gobierno anterior. Aunque tengan las evidencias al alcance de la
vista, no pueden rechazar las sugestivas propuestas de unir a todos los
argentinos o de otorgar un millón de créditos para viviendas. Para desencantarlos, ninguna de las dos es
realizable y las dos son peligrosas.
¿Qué es la desunión para el Jefe de Gobierno con
aspiraciones a más; que haya provincias, que haya distintas tonadas, que el
color de la piel varíe de una región a otra? ¿Para Macri, la desunión es la existencia del peronismo? ¿O querer juzgar los
crímenes de la dictadura, incluidos los
cómplices civiles? ¿O que haya diferentes maneras de administrar el país? La
unión, para Macri, ¿será el pensamiento único que gobernaba en los noventa? Unir
el país, ¿será la aceptación de la
angurria empresarial como programa de gobierno? Que un clasista empresario
porteño quiera unir a todos los argentinos, ¿no suena a discurso unitario modelo siglo XXI?
Unir al país, ¿será
eliminar toda disidencia? Y entonces, ¿dónde queda la angelical propuesta
de Gabriela Michetti de no perseguir al que piensa distinto y respetar la
libertad de expresión? Clausurar los galpones de los móviles de un canal de
televisión, ¿entra en esa propuesta? ¿Quiénes
son los que persiguen al que piensa distinto? ¿Qué es pensar distinto? Y
por último, ¿existe algún mecanismo para leer el pensamiento de las personas?
Todo farsa. Como el millón de créditos para viviendas, que insumiría
más de 50 mil millones de dólares. ¿De
dónde van a sacar esa descomunal cifra? Una incongruencia de quien es un denostador serial del gasto público
y no ve la hora de asumir para empuñar la tijera. Y de endeudar el país como
nunca, que es de lo que más ganas tiene.
Peleas y despedidas
Mientras la declaración jurada de Macri todavía
cosecha dudas y los medios del interior denuncian que nunca recibieron las cifras difundidas por el Gobierno Porteño,
Sergio Massa deshoja su alianza con cada nuevo spot. Sus propuestas represivas declamadas como profecías bíblicas no
sólo provocan pesadillas en los posibles votantes, sino también en los que
integran las listas. Si hasta no hace
mucho parecía miel para las moscas, ahora parece insecticida. Muchos de sus
candidatos están anticipando que votarán por Daniel Scioli, algo insólito en
nuestra historia política. A pases, traiciones y renuncias estamos
acostumbrados pero esto, y a tan pocos
días de las elecciones, parece de telenovela.
O de peleas en el barro porque si los dejamos, se terminan destrozando entre ellos,
como ocurrirá el domingo durante el famoso debate. Scioli también estará
presente, pero como personaje ausente. Y Cristina también, aunque no tenga nada
que ver en la contienda. La Presidenta
sobrevolará el debate como contraste, brillando en medio de la oscuridad de esos
candidatos obedientes. Como el Satélite, que los deja descolocados, porque no saben qué decir del tema.
Por más debates que hagan, por más que se esfuercen
por simular sus bajezas, por más que traten de disfrazar sus torpezas, ninguno ilumina como ella. Ninguno de
esos peleles que la critican hasta la parodia será merecedor de tanto afecto, de tanta energía, de tanta nostalgia
futura. Aunque todavía no se fue, ya hay muchos que empiezan a extrañarla.
Una pared de Rosario suplica “abrazame
hasta que vuelva Cristina”. Nadie más que Ella podrá despertar algo tan
profundo ni tan tierno. Detalles como
éstos son los que hacen la Historia.
¿Que pasó con Carrió que la tienen escondida hace semanas? ¿O será que Milani finalmente la mató?
ResponderBorrarCarrió reapareció ayer en un acto con Macri. Aunque no la veamos, Carrió siempre está.
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