Las
promesas de campaña no pueden pensarse dentro de la dupla verdad-mentira porque
involucra el futuro. Que sean
realizables o no es otra cuestión. Un candidato puede prometer la belleza o
la inmortalidad –o ambas, si está muy desesperado- a sabiendas de que pocos se
sentirán tentados a creerle. Pero cuando están
basadas en un diagnóstico equivocado, resultan engañosas. En uno de los
spots, Mauricio Macri enumera lo que no hará en caso de acceder a La Rosada. No
perseguirá al que piensa distinto ni mentirá
con la inflación ni el INDEC son los más incoherentes. Otro de los tópicos es más peligroso: no hablará tanto y escuchará más.
La glacial mirada celeste del candidato hace más espeluznante al corto, aunque
distrae del fondo de su enunciado con dulces toques de ingenuidad. El destinatario debe creer que los
problemas planteados existen y que el postulante-producto no cometerá esos
atropellos. Además de pueril, el público necesita ser cómplice de las mentiras mediáticas que han permitido
elaborar ese errado diagnóstico. Ese spot sólo puede cautivar o convencer
al público cacerolero que lleva en sus bolsillos las miles de fantasías que han alimentado sus prejuicios a través de
titulares falaces y editoriales amañados.
En
realidad, todo está mal en lo que le dicta el telepronter. Sobre todo cuando
dice que no “buscará eternizarse en el
poder”, estupidez denunciada hasta
el hartazgo por los voceros del establishment. Que busquen una sola línea
en donde CFK mencione la necesidad de una reforma constitucional que permita la
elección indefinida. En vano, no la
encontrarán. Al contrario, ni cuando logró esa apabullante victoria con el
54 por ciento de los votos consideró esa posibilidad. Sólo habló de una
reforma, no para eternizarse en el poder,
sino para corregir el funcionamiento
institucional y plasmar algunas de las transformaciones de estos años. Y,
para que no queden dudas, aclaró que ese tema no entraría en debate para poder
facilitarla. Pero en el discurso
publicitario todo cabe, hasta lo falso.
Por
supuesto, en nuestro país nadie persigue al que piensa distinto, pero es otra de las tonterías instaladas por los
medios. Si para Ellos perseguir es contestar o desmentir, entonces lo que
desean no es más que el asentimiento sumiso. Así, la libertad de expresión que buscan es la del discurso único, la de
una voz hegemónica que dicta las medidas y dibuja los hechos ante el silencio
del resto. Flor de democracia tendríamos con esta ecuación. Esto se
relaciona con los conflictos que
genera cada Cadena Nacional, sin la cual nos enteraríamos de nada. Eso de hablar menos y escuchar más, que parece
un estimulante mantra para nuestra vida cotidiana, en términos políticos significa obedecer los dictados del Poder
Económico. ‘Escuchar’, para Ellos es convertirse en gerente o mayordomo de
los Más Grandotes y saben que Cristina escucha, pero no obedece. Eso dice Macri que va a hacer cuando sea
presidente: escuchará y obedecerá. ¿A quiénes? Responder esto es lo
terrorífico.
Complicidad en el retrete
Otra
cosa que no hará Macri en el riesgoso caso de llegar a La Rosada será mentir
con la inflación o el INDEC. Sin embargo, ya lo hace. Señalar la inflación como principal problema es, de por sí, manipular,
desmoralizar, angustiar al oyente, cuando en realidad nunca ha sido tan
relevante, salvo casos puntuales. En todo caso, si es un asunto preocupante no
es tanto por el índice sino por lo que significa el abuso constante en los precios que adornan caprichosamente los
productos como apropiación indebida del ingreso. Pero Macri no habla de eso.
Para muchos como él, la inflación es un castigo divino o una inoperancia
gubernamental y no un saqueo de los grandes empresarios. El número importa más que las causas. Para él, por supuesto.
Y
si el número es importante, hay que considerar que las estadísticas no mienten. En todo caso, estarán equivocadas por
un mal procedimiento pero no son mentirosas. La mentira es intencional, vale
recordar: es un procedimiento del humano
que dice lo contrario de lo que sabe que la cosa es. Mentir es decir
‘blanco’ cuando uno sabe que es negro. Sus diputados mienten con el índice
Congreso, por ejemplo, que difunden mes a mes. Ellos no realizan un estudio estadístico sino un promedio de resultados
de las consultoras privadas. Y encima, lo dibujan para que siempre apunte
al alza.
En
ese spot menciona algunas cosas que no
hará, pero se olvida de otras que sí se
preocupará por hacer. Sobre todo de una, que surge de un episodio reciente:
hará todo lo posible para encubrir a los
cómplices civiles de la dictadura. Ésa es la grieta para ellos, la
posibilidad de que muchos miembros del
establishment sean cuestionados por su oscuro pasado. Hace unos días, la
Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que crea la Comisión Bicameral de
Identificación de las Complicidades Económicas y Financieras durante la
dictadura. Amplia mayoría y ningún voto en contra. Pero los PRO se abstuvieron con motivos tontuelos y explicaciones
vergonzantes.
Ahora
que el Senado se encargará de su tratamiento, se ha convertido en blanco de la
presiones del siempre vigoroso Poder Económico. Primero fue la UIA, de la mano
de sus poderosas nuevas autoridades.
Después fue la Cámara Argentina de Comercio y la AEA, la asociación de los
empresarios dominantes. Y finalmente se sumó la pata intelectual del
neoliberalismo, IDEA, que denunció como
inconstitucional la iniciativa del proyecto porque “le
otorga a una Comisión Bicameral del Congreso facultades y funciones
jurisdiccionales reservadas exclusivamente al Poder Judicial de la
Nación". En criollo, prefieren
que las causas iniciadas y por venir se
llenen de telarañas en los laberintos tribunalicios antes que diputados y
senadores revelen públicamente sus entretelones.
Mientras sus emisarios camuflados como candidatos
hablan de la libertad de expresión y del pensar
distinto, los miembros del Círculo
Rojo buscan el silencio sobre aquellos hechos en los que están muy embarrados.
La impunidad la tienen más o menos asegurada con unos cuantos jueces acólitos.
Lo que más temen es que se difunda a los cuatro vientos cuánto nos deben con sus chanchullos; lo que más los debilita es
que descubramos que la deuda que estamos pagando con tanto sacrificio es el resultado de sus tropelías; lo
que más los asusta es que alguna vez exijamos
que nos devuelvan todo lo que nos han extirpado desde 1976 y que descansa
en abultadas cuentas en el extranjero. Eso, por supuesto, está entre las cosas que no hará Macri, aunque no
aparezca en ningún spot.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario