Unos multiplican sus fortunas con tanta facilidad que dilapidan millones en diez minutos. Y son tan cínicos que celebran sus triunfos con amplias sonrisas ante las víctimas de la succión que los hace ricos.
Para celebrar
el Día del Amigo, nada mejor que volar al espacio. Festejo para unos pocos,
porque los demás nos conformamos con unas empanadas y un par de copitas de
vino, viendo por enésima vez el video del alunizaje del ’69. Ahora tenemos uno
nuevo, el de la hazaña del hombre más rico del planeta, Jeff Bezos que
se dio el gustito de invertir un poco
de sus 189 mil millones de dólares para popularizar una excursión a 200 mil dólares la butaca. Destinar
tanto dinero a estas exhibiciones superfluas mientras muchos carecen hasta de
lo elemental es una ostentación que desborda impiedad. Y más aún cuando, en
plena pandemia y con recesión en todos los puntos del planeta, los más ricos
del mundo multiplicaron sus botines más que en años anteriores. Si esta
injusticia no invita a los Estados a poner un freno inmediato a tanto saqueo
de los privados, parece que nada lo hará.
En
nuestra región, la fortuna de los multimillonarios latinoamericanos creció un
70 por ciento durante 2020, mientras el resto padeció desempleo, inflación
y sobreexplotación laboral. El derrame invertido, la succión vampírica que
genera pobreza, la desigualdad potenciada que promete no tener fin. Esta
enorme riqueza –que alcanza 483 mil millones de dólares repartidas entre
100 personas- se concentra en cuatro sectores que, por sus características, generan
sustanciosas ganancias con pocos puestos de trabajo: financiero,
telecomunicaciones, medios digitales de pago y salud. En esta lista
también hay argentinos, a pesar de que las voces hegemónicas esputan que
éste es un país fundido. Marcos Galperín –de Mercado Libre- es el que
encabeza la lista, con una fortuna de 6200 millones de dólares; le sigue
Alejandro Bulgheroni –de American Energy- con 3400 millones; en tercer
lugar, la siempre presente familia Pérez Companc, con 2600 millones; le
sigue Alejandro Roemmers – el precio de los medicamentos no se controla- con
2400 millones y, por último en esta lista de cinco, Eduardo Eurnekian, con
apenas 1400 millones de dólares.
Además
de las abultadas cifras, lo que tienen en común estos tipejos y los que los
siguen, es que siempre reclaman por rebajas impositivas y salariales y
hasta se quejan de la inflación cuando son ellos los que la ocasionan con su
descomunal angurria. No sólo eso ocasionan con su avidez, sino también la
desestabilización de los gobiernos que no responden a sus exigencias. Hasta
golpes de Estado blandos con mentiras mediáticas y persecución judicial
y duros, como el de noviembre de 2019 en Bolivia, con la participación de la
OEA y de algunos países que, gentilmente, colaboraron con armas y municiones.
Como ya sabemos, Argentina jugó un lamentable papel en esta historia de la
mano del Infame Ingeniero y su pandilla; todos, tanto los involucrados como
los que repiten los absurdos con que intentan despegarse de esta infamia; hasta
los que callan forman parte de esta banda.
Aunque los
halcones, las palomas y los buitres amarillos fabulen que Evo renunció, que
hubo crisis institucional o elecciones con fraude nada de esto importa. Cualquier
excusa sirve cuando hay recursos naturales que expoliar. Con hipocresía –como
siempre- explican que Evo quería perpetuarse en el poder, cuando son Ellos –estos
usurpadores insaciables- los que quieren estar para siempre en los
primeros puestos del podio que conquistan a fuerza de generar cada vez más
miseria.
Muy bueno el artículo. Me gustó mucho el adjetivo de "succión vampírica" y tambien los que quieren estar siempre presentes en la primera línea generado cada vez más miseria, porque la plata no se origina por generación espontánea, sino que se transfiere de unos que tienen posición monopólica a los que no la tienen- “La riqueza se genera en la producción y se realiza en la distribución.”
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