Los medios hegemónicos y los cambiemitas festejan el número de muertos y ahora fingen dolor, sin reconocer cuánto contribuyeron a que esto suceda.
Esto es lo que querían y lo lograron. Lo que necesitaban para la
campaña electoral fue reflejado en las
tapas con fondo negro de Clarín y La Nación de hoy: 100250 muertos por
Covid. El establishment baila una
melodía lúgubre mientras la comparsa
de la oposición política sigue su ritmo y los trolls festejan en las redes como si fuera un gol de la Selección.
Ahora se lamentan pero de mentirita;
fingen dolor pero no les sale. Gran
parte de ese número es un triunfo de
Ellos y, como siempre, convierten la
muerte en ganancias, porque a eso apostaron. Los archivos revelan cuánto han bregado desde que se desató la pandemia
para alcanzar ese número. Y que nadie dude: para Ellos es un número y jamás entenderán que son vidas que se han
perdido, en gran parte, gracias a
Ellos.
Argentina ocupa el puesto 12 en
cantidad de muertes por millón de habitantes, de acuerdo al sitio Our World in Data, a pesar de estar entre los veinte países que más habitantes
ha vacunado. Hasta ahora, más de 26
millones de dosis administradas, algo que desmiente los latiguillos que
muchos torpes aún pregonan. Ni se robaron ni faltan: se reciben y se inoculan. Además, y gracias al espejo adelantado de Europa, nuestro país priorizó la Salud Pública
antes que la Economía y reforzó la atención sanitaria que en algunos
momentos estuvo a punto de colapsar, pero
no llegó a saturarse. El personal de hospitales y sanatorios puso cuerpo y alma para luchar contra el
virus desconocido y poderoso con el único objetivo de salvar vidas.
Entonces, ¿cómo llegamos a semejante
cifra?
Sin dudas, podemos responder si
analizamos la actitud de los que hoy
agitan el número desde casi el comienzo de la pandemia. Durante las
primeras semanas, tanto los periodistas de los medios hegemónicos como los
opositores, acompañaron la cuarentena
dispuesta por el Gobierno Nacional. Después, como sabemos, no. Para
mediados de abril, los pseudo
periodistas de los medios dominantes empezaron a recitar la cantinela de “la cuarentena más larga del mundo”, “la
depresión del encierro”, “hay que alentar la inmunidad del rebaño”, “queremos clases presenciales”, “los
jóvenes extrañan a sus amigos” y miles
de patrañas más. Hasta llegaron a convocar marchas anticuarentena con quema de barbijos incluida para clamar
por la libertad de enfermarse. Creativos para la maldad, inventaron el
término ‘infectadura’ con el que lograron cierto efecto en el público
cautivo. Muchos de estos peleles justificaron ante las cámaras las fiestas
clandestinas y las juntadas multitudinarias en espacios cerrados. Algunos
exponentes cambiemitas compartían fotos
en reuniones pobladas de rebeldes sin
barbijo. El periódico
británico The Guardian lo contó en
una nota en mayo pasado: "a pesar de
las cifras espantosas, pocos argentinos parecen ser conscientes de la
gravedad de la pandemia: muchas personas están ignorando las
restricciones, asistiendo a fiestas clandestinas o negándose a usar una
mascarilla”. Algunas líneas después, agrega: "estamos siendo testigos del fracaso de una sociedad necia
y obstinada, una sociedad deshumanizante, en la que nuestros propios
intereses son habitualmente privilegiados
por encima de los de nuestros vecinos".
No conformes con esto, arremetieron contra las vacunas: son veneno, no sirven, portan el gen
comunista, provienen de países no democráticos, imantan el organismo. Después
se abrazaron a un insignificante escándalo
–que no fue considerado delito por la Justicia- e inventaron el Vacunatorio VIP y de ahí salió el mito
de se robaron todas las vacunas, que aún hoy siguen pregonando. Y no hay
que olvidar la obscena y vergonzosa
campaña que hicieron a favor de la vacuna de Pfizer, con noticias falsas incluidas. The
Guardian es lapidario: “la coalición
de oposición política de centroderecha de Argentina Juntos por el Cambio ha
luchado con uñas y dientes contra las restricciones
que la administración peronista progresista del presidente Alberto Fernández ha
tratado de imponer, alegando que las medidas de salud son una restricción de
las libertades personales”.
Lo que
han hecho los medios hegemónicos argentinos no tiene nada que ver con la
Libertad de Expresión: han generado un daño enorme en una parte de la
sociedad, desorientando su entendimiento, alimentando sus prejuicios y
nutriendo la desconfianza. Y los políticos de la oposición berreta
aprendieron el guion para poder estar ante cámaras y micrófonos y así obtener
protagonismo ante el público cautivo. Ahora esgrimen el número que supieron
conseguir con estas oscuras tretas, mientras nosotros brindamos nuestras
condolencias a los familiares de los que ya no están.
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