Aunque los spots de campaña que han comenzado a difundirse por los canales de televisión tentaron al autor de estos Apuntes Discontinuos para dedicar un merecido análisis, en el medio se cruzó una señal de alarma. El jueves por la noche, en el programa de TN conducido por Nelson Castro, El juego limpio –al que ya nada le queda de lúdico ni de inmaculado- pudo escucharse algo sobrecogedor. Por supuesto, de boca de su conductor, en la reflexión final que siempre regala a sus espectadores sobre las once de la noche. Comenzó con la estatua de Néstor Kirchner que en Río Gallegos reemplazará a la de Julio Argentino Roca. Entonces, se lanzó a enumerar todas las cosas que a partir del fallecimiento sorpresivo del ex presidente, comenzaron a portar el nombre “Néstor Kirchner”, desde el torneo nacional a calles, avenidas y vaya a saber uno cuántas cosas más. Después apeló a la analogía histórica y recordó que en tiempos de Perón llegó a haber una provincia que llevaba el nombre de Eva Perón. Con gesto de alivio, contó que “el propio Perón había reconocido el exceso”. Pero acá vino lo increíble. El doctor Nelson Castro afirmó que por esos excesos a nuestro país le fue muy mal. Por si no se entendió, a nuestro país le fue muy mal porque a Perón se le ocurrió poner el nombre Eva Perón a una provincia argentina. No fue por la “Revolución libertadora”, la “Revolución Argentina” ni el “Proceso de Reorganización Nacional”; no fue por la sucesión de dictaduras atroces con nombres rimbombantes que anularon nuestra vida democrática que nos fue mal en nuestra historia. Con marcada sabiduría, esclarece a todos los argentinos que los bombardeos a Plaza de Mayo, los fusilamientos, la desperonización del país, los bastones largos, las proscripciones, los gobiernos democráticos condicionados, el desmantelamiento del sistema productivo, el genocidio de la última dictadura cívico militar fueron respuestas al nombre de una provincia. Con un poder de síntesis merecedor de algún prestigioso premio al análisis de la historia política, el doctor Nelson Castro iluminó sobre las causas que provocaron los mayores desastres en el país. Por el nombre de una provincia. Pero el cinismo de sus reflexiones no se detuvo allí. Sin lugar a dudas, en sus palabras había una advertencia: si siguen inmortalizando a Néstor Kirchner nos va a ir mal.
Ya causa risa tanta amenaza ridícula, tanto ladrido en la oscuridad. Lo que le molesta a Nelson Castro es que la clase a la que representa haya perdido la potestad sobre el universo simbólico de los argentinos. Que los símbolos que ellos se ocuparon de desplegar por todo el territorio nacional –representantes de los valores de la oligarquía dominante- sean desplazados por los símbolos de la plebe.
No es que hayan perdido todo el poder. Todavía tienen y bastante. Pero antes apelaban a los tanques y ahora apenas si pueden con rifles de aire comprimido con balines de plástico. La semana pasada, se dio a conocer la renuncia del actor Mike Amigorena a la miniserie “El Pacto”, que hace referencia a la historia de la adquisición –torturas de por medio- de la empresa Papel Prensa por parte de Clarín y La Nación. Amigorena interpretaba a un personaje que podría identificarse con Héctor Magnetto, el Ceo de Clarín. De acuerdo a las versiones, una llamada telefónica le advirtió que si seguía trabajando en esa serie nunca más tendría un contrato con la productora Polka. También está el relato de una cena compartida con María Laura Santillán y Esmeralda Mitre, hija del dueño de La Nación. Síntesis: los aliados del verdadero Magnetto le sugirieron abandonar la tira para no enojar al “jefe”. Ahora viene lo extraño: el medio encargado de denunciar estos aprietes fue el diario Perfil, aliado incondicional de “gran diario argentino”. No fue Página/12 o Tiempo Argentino, es decir, medios afines al gobierno nacional y, por tanto, competidores y mucho más del diario fundado por Roberto Noble y todo lo que representa. Fontevecchia ha sido cómplice de la defensa de la dictadura encarada por los medios beneficiados con la adquisición de Papel Prensa. Y sigue siendo cómplice en su afán destituyente del actual Gobierno Nacional. Y a pesar de eso, denuncia las amenazas que el Grupo Clarín hace a un indefenso –y maleable- intérprete.
En primer lugar, es sospechosa la actitud poco profesional del actor. No es que lo convocaron para hacer una versión vernácula de Heidi y de golpe le dicen que tiene que interpretar a Magnetto. Le dieron un guión que leyó, con un personaje al que tuvo que conocer para poder interpretarlo. El actor debe haber hecho comentarios con sus compañeros de trabajo en los momentos de descanso y más aún con los nombres que figuran en el elenco. Es imposible pensar tanta desinformación e inocencia, más aún cuando encarnó el personaje de Alfredo Astiz en el unitario “Lo que el tiempo nos dejó”.
En segundo lugar, comparte cartel en una adaptación de Hamlet con Esmeralda Mitre. Algo le tiene que haber comentado del trabajo que estaba haciendo en televisión. En algún momento, Esmeralda le debe haber dicho algo así: “qué casualidad, a mi papá y a su socio les pasó algo parecido”.
Por otro lado, en el supuesto caso de que haya habido un verdadero “apriete” al actor, los tiempos son diferentes. El poder simbólico del grupo clarín está en decadencia o al menos no tiene la influencia que tenía en otros tiempos. Una evidencia de esa actitud mafiosa sería funcional para el oficialismo en estos tiempos electorales. Y lo que más hace ruido, es que el semanario de Fontevecchia haya puesto el tema a disposición de la opinión pública.
Además, si lo que querían los autores de la amenaza era impedir que la serie saliera al aire, la movida les salió mal. Ya se grabaron ocho capítulos –sobre trece- y se emitirán sin modificaciones, por lo que Mike Amigorena interpretará a Héctor Magnetto (no con ese nombre) a pesar de las supuestas amenazas.
Los amantes de las teorías conspirativas pueden pensar en una estrategia de los productores para lograr una mayor difusión de la mini serie a partir del escándalo. Pero hay muchos involucrados que no pueden confabularse en algo así. Santillán, Mitre, Fontevecchia, Suar. No pueden asociarse para favorecer una tira cuyo contenido no parece favorecerlos. Hasta ahora, todo suena raro.
Pero eso sí, este escandalete le pone un poco de gusto a la campaña electoral que, al menos desde los spots televisivos, comenzó con todas las intenciones de fracasar. O como dijo Nelson en su programa, que es la peor campaña que haya visto y eso le va a permitir a Cristina Fernández ganar con comodidad el 23 de octubre. Claro, la Presidenta va a ganar porque la campaña de los opositores es mala. Una muy poco hábil manera de negar la realidad. Pero ya no les sale.
Si a partir de estos sucesos el pueblo no hace un correcto análisis de quien es quien es porque no nos merecemos ser nación. Está todo tan a la vista, es todo tan evidente que el asco no solo debería ser una reacción por demás natural sino tan obvia que raya en el asco, y así se realimenta.
ResponderBorrarEn Octubre, con Cristina, gana el pueblo.