Esto no es nuevo. Hace por lo menos un año que algunos líderes de la oposición lo denuncian con su tan desarrollada capacidad anticipatoria. En boca de Carrió sonaba más o menos así: “Los Kirchner vienen por todo el año que viene”. Claro, era el año pasado, por eso el plural. Como ahora no pueden decir La Kirchner, siguen usando el plural pero con sujeto tácito: “vienen por todo”. Hay una variante interesante de esta amenaza o advertencia que es “van por todo”. Como estamos a menos de dos semanas de las elecciones más cruciales de nuestra historia reciente y nadie en su sano juicio –salvo Duhalde- duda del triunfo de la actual Presidenta, la estrategia opositora se basa en obtener la mayor cantidad posible de lugares en el Congreso para frenar la avalancha K que avanza por las calles cual terrorífico Gotzilla.
En algunos spots de campaña –analizados en este espacio hace unos días- la Coalición Cívica y el Frente de izquierda de los Trabajadores resignan a los cargos legislativos sus pretensiones. Aunque se muestre como un líder, Ricardo Alfonsín aconsejó a los radicales que si no lo quieren, no lo voten, pero al menos que apoyen a los candidatos locales, con la evidente intención de obtener algunas bancas. Y Eduardo Duhalde dice que va a competir con Cristina en segunda vuelta pero nadie sabe si su esposa logrará conservar su banca en el Senado, de tan mal que le va a ir. Mientras Rodríguez Saa sigue repartiendo caramelos en fiestas infantiles, Hermes Binner, que sí va a lograr un puesto importante en la vida política post electoral, puede hablar de proyectos a futuro desde la posición que obtenga en el Congreso. Y si bien no se sabe quien lanzó la primera piedra, el ex anestesista se hizo cargo y salió a dar explicaciones.
Así es, el gobernador de Santa Fe declaró que su fuerza política está interesada en impulsar una reforma constitucional en función de transformar nuestro sistema presidencialista –populista y bárbaro- en uno parlamentarista -elegante y republicano- cuya eficacia en el viejo continente es más un mito que una realidad. Esa construcción sintáctica –reforma constitucional- es un cuco en la historia política de nuestro país, sobre todo por el riesgo de la re-elección indefinida, como si la sola Carta Magna pudiera eternizar a un presidente sin la intervención de la voluntad popular. Pero, aunque las declaraciones de Binner apuntaban precisamente a lo contrario, los líderes de la oposición tomaron la iniciativa y empezaron a embestir contra el candidato del FAP. Y lo denunciaron de estar haciendo el juego al kirchnerismo. En realidad, esta sugerencia de Binner les sirvió como excusa para modificar su estrategia de campaña. Ahora la elección presidencial no importa tanto como la legislativa, para poner freno a las ansias hegemónicas del partido gobernante. Es decir: “voten por cualquiera de nosotros porque van por todo (o vienen por todo)”.
En sus dos versiones –van o vienen- esta frase es muy interesante para realizar una lectura del momento político que estamos viviendo y entender por qué las elecciones del 23 son tan importantes. Si usamos la primera versión (van por…) uno podría preguntarse adónde van a buscar eso que es tan importante y desde dónde. Ese ‘todo’ que van a buscar no está acá, sino allá. ¿Por qué resulta tan preocupante que traigan algo que no está acá sino allá, en una lejanía indefinible? En la segunda versión (vienen por…) ese ‘todo’ está acá. Entender el ‘acá’ puede desembocar en lugares peligrosos, pero en una primera lectura sugiere la idea de un espacio resguardado, sitiado por hordas bárbaras que quieren transponer las murallas que lo protegen. Ese ‘acá’ puede estar referido al núcleo duro del poder real de nuestro país, protegido por una hueste heroica de políticos, algunos intelectuales y encumbrados periodistas. La mayoría de los argentinos hemos estado siempre excluidos de ese ‘acá’, porque habitan ahí los patricios, los terratenientes, los corporativos y todos los acólitos y laderos habidos y por haber. En ese ‘acá’ viven los que han gobernado durante casi toda nuestra historia.
Si las dos versiones verbales de la frase dan para pensar, es inimaginable suponer a dónde puede conducirnos el ‘todo’. Si decimos “van por todo” ese ‘todo’ está afuera. ¿Quién se lo llevó? ¿Por qué lo van a buscar? ¿Nos pertenece? ¿Por qué está mal que si nos pertenece y alguien se lo llevó lo vayan a buscar? ¿De parte de quién está el que hace una advertencia así? ¿A quién le hace la advertencia? Si decimos “vienen por todo” ese ‘todo’ puede pensarse como una reserva –material, moral, simbólica- que un grupo está resguardando. Desde el escandalete destituyente desatado por la resolución 125 muchos comenzamos a divisar por primera vez el poder económico de hecho –de facto- y el poder político elegido por el voto popular como dos entidades diferentes. Desde el retorno a la democracia ambos poderes parecían fusionados, uno obediente al otro. Atacar a uno era atacar a los dos. Era la continuidad de las condiciones neoliberales de estabilidad política (y saqueo económico) que se habían gestado durante la última dictadura: el poder político bajo las órdenes del poder corporativo. La política –y los ciudadanos- al servicio de la economía. Esta lógica se sostuvo, fundamentalmente, gracias a un hábil mecanismo de dominación discursiva a través de planes de estudio, mensajes mediáticos, relato histórico. Así llegaron los noventa, una agradable primavera neoliberal, dócil, desideologizada, individualista y superficial, entre otros adjetivos similares. Fue el triunfo absoluto de los que ahora advierten aterrorizados que las hordas K vienen por todo a recuperar los tesoros producto de la expoliación a nuestra economía o van a rescatar los bienes que navegan por el universo virtual de la economía y que en gran parte nos pertenecen. Además de los bienes materiales, protegen los bienes simbólicos como el relato de la historia y el sentido común. Tal vez eso explique la desesperación por conseguir un número más o menos importante en la puja parlamentaria, para frenar la barbarie K.
Y para terminar. Lo más interesante sería preguntar si la mayoría de los argentinos queremos que vayan por todo a donde sea que ese ‘todo’ esté. Faltan menos de dos semanas para que esa respuesta se haga efectiva, pero nadie duda que va a ser un contundente ‘Si, vamos por todo’.
La reforma constitucional es un miedo más que le quieren poner a la gente, es uno más de los escándalos de Clarín. Inflación, inseguridad, Schoklender, Fito Páez, fraude,... reelección indefinida! Todo esto tiene su cuota de cierto, vale admitir, pero da asco la utilización política que hacen de eso y qué poco aportan para solucionarlo. Nunca escuché a Redrado decir: che presi, y si hacemos esto pa' frenar la inflación?
ResponderBorrarEl problema real acá es quién sería reelegida indefinidamente. El Pacto de Olivos I (me veo obligado por Carrió a aclarar) era la reelección de Menem, por en ese caso Duhalde no se quejaba... Ahora es Cristina, una mina que no le teme a los poderosos y que se confiesa del lado del pueblo, y esa no puede tener 4 años más que estos.
Más escondida todavía, se encuentra la otra razón del llamado a votar legisladores contra. Lo que ellos quieren no es sólo frenar una posible reforma constitucional (¿la tendrán pensada o es todo mito de la opo?¿no sería más redituable dar el debate sobre si estamos o no a favor de la reelección indefinida que negarla antes de saber por qué?). Ellos quieren frenar las medidas revolucionarias de Cristina como la ley de medios o la de matrimonio igualitario... Pero señores opositores: Los votos son del pueblo, no se compran con spots ridículos!
¿Me extendí mucho? Perdón. Jajaja, seguimos en contacto, pasá por mi blog a leer las últimas entradas si tenés tiempo y fijate que mañana escribo algo más!
Digo yo:
ResponderBorrar1) - ¿Son estos opositores le rémora de lo que en otros tiempos significó nuestra permanente desgracia?. Carrió, Dhualde, Alfonsín, ¿Son opositores o enemigos?. Si son opositores, gladiadores políticos que pretender mejorar lo que está hecho. ¿Por qué no nos hablan de sus ideas, en lugar de esgrimir un discurso apuntado a destruir a Cristina?. Si son enemigos habrá que eliminarlos, porque al adversario se le gana, al enemigo se le destruye. Preguntas sin respuestas.
Y digo yo, Binner: ¿Que tiene de malo nuestro sistema presidencialista?. ¡Que berretín de estar mirando siempre a Europa!. ¿Ves, Facundo?, no nos sirven.