Después de las elecciones presidenciales del 23 el desconcierto reina en la oposición, tanto mediática como política. No saben cómo asimilar los números, aunque ya estaban cantados de antemano. La interpretación de las motivaciones del votante para elegir a CFK va desde el absurdo al ridículo. Cualquier cosa sale de esas cabezas desorientadas menos la coherencia. No la han tenido antes de las elecciones, menos van a tenerla después de la paliza. Algunos pensaban que podría haber algo de madurez y reconocimiento. Y los más extremados optimistas esperaban que se situara cada uno en el lugar que le corresponde, los políticos a la política y los medios a informar. Pero no. Parece que desde ahora hasta las elecciones legislativas de 2013 van a seguir de operación en operación, todos confundidos en el rol de periodistas políticos y políticos periodistas o todo junto. Mientras algunos se desbandan otros se arrinconan. Cualquier cosa, menos intentar comprender la necesidad de acompañar un proyecto que no sólo ha logrado mejorar la situación económica sino que ha instalado a los gobernantes del lado de los ciudadanos, para usar términos estrictamente republicanos.
Si el chofer del taxi afirma que la gente votó con el bolsillo, sólo repite una explicación liviana que ha escuchado por la radio. Y por supuesto, no se dedican a pensar en todo lo que entra en un bolsillo, desde la AUH hasta la rentabilidad de las exportaciones, desde los juicios a los represores hasta el Fútbol Para Todos. Que una señora en la cola del supermercado diga que Cristina ganó las elecciones porque resultó efectiva la simulación de viudez es comprensible porque está repitiendo una consigna dogmática que no es producto de su trabajo subjetivo. Se le podrá reprochar la ausencia de esfuerzo intelectual pero no el enunciado. Porque esta señora no se pregunta cuánto influyó la viudez en la decisión del voto. Quienes merecen el reproche son los que originan los contenidos de esos enunciados, que por lo general suelen ser “encumbrados pensadores” que operan en los medios de comunicación.
El texto de Beatriz Sarlo publicado en el diario La Nación el lunes 24 de octubre es un claro ejemplo. Ese artículo es reprochable porque es Sarlo quien lo firma y no una señora en la cola de un supermercado. No sólo es una intelectual de larga trayectoria sino que –de acuerdo a sus dichos- es una observadora incansable del mundo cotidiano. Muchas veces ha dicho que se traslada por la ciudad en colectivo o subterráneo, que asiste a actos masivos organizados por el kirchnerismo, que conversa con la gente. En síntesis, no vive encerrada en una torre de marfil. Ella se enfrenta a los hechos cotidianos, los observa, los recoge y, en la construcción de su subjetividad, los piensa, los contrasta, los elabora. Si de todo ese procedimiento intelectual la única explicación posible que encuentra de los resultados electorales del domingo 23 de octubre es que los votantes fueron engañados por CFK con una actuación de “alta escuela” en relación a su viudez, estamos en presencia de una clara construcción dogmática que tiene como objetivo no aportar elementos para la conformación de la opinión de los lectores sino alimentar prejuicios ya existentes.
La autora de Escenas de la vida posmoderna parte de una hipótesis indemostrable, de una premisa falsa en la que se niega al análisis intelectual de los hechos y construye una realidad infundada. En pocas palabras, acusa a la Presidenta de haber simulado el dolor de su viudez y subestima al electorado por haberlo creído. Si se tratara de un texto pre electoral, resultaría comprensible esa lectura. Pero ante la contundencia de los números del día después, sostener esta postura sólo puede explicarse desde la clara mal intención de negar legitimidad a la continuidad presidencial. Desde su pequeñez, su mezquindad y su odio está diciendo que CFK merece más un Oscar a la mejor actuación que la presidencia de la Nación, pues once millones de votantes fueron engañados por una brillante actriz. Cristina sería más un personaje de melodrama que la mandataria más admirada de la región. Sarlo se deja llevar por la tentación de utilizar el viejo truco de negar la voluntad popular para evitar hablar de política en serio.
Si en algo se equivoca Beatriz Sarlo es en atribuirle a la presidenta el papel de viuda. Cristina no ha sido nunca una viuda, por más que haya perdido a su marido, a su compañero de toda la vida. Si fuese una viuda, estaría enclaustrada en El Calafate con su dolor y no sería ya La Presidenta. No es una viuda ni actúa como una viuda. Es un cuadro político que ha perdido a un compañero de militancia; no llora su lecho vacío sino que hace público el hueco que ha quedado en la construcción de nuestro futuro.
Precisamente es esto lo que le reprocha Sarlo. Le molesta que la pérdida no la haya dejado inutilizada sino que se haya fortalecido a partir de la muerte de Néstor. Le inquieta admitir lo que se está construyendo en nuestro país. Le asquea la certeza de que sea el peronismo tan odiado en su formato siglo XXI el que esté garantizando el futuro.
Cuando no se encuentran argumentos por ausencia de voluntad intelectual, no queda otro camino que apelar a la burla, a la provocación simplona. Como en la fábula, cuando la zorra no puede alcanzar las uvas porque están muy altas, se aleja de la parra y dice: “no importa, están verdes”. Tal vez Sarlo no pueda explicar por qué una zorra quiere comer uvas, pero sí está en condiciones de elaborar un análisis más profundo del resultado de las elecciones. Pero no quiere. Prefiere demostrar desconcierto, recurrir a la burla porque no sabe cómo enfrentar esta nueva situación, esta confirmación del rumbo, este pacto de amor entre la Mandataria y su pueblo. Como no se atreve con los argumentos, ataca a la persona. Al atacar a Cristina, al llamarla simuladora, está menospreciando a gran parte del electorado, cuyo voto no merecería el análisis serio de la columnista. Pero además, está subestimando a sus lectores al presentar argumentos tan débiles y poco elaborados.
Y para reforzar esta idea, presenta su concepción de “voto inteligente” en los resultados del FAP. En su visión eurocéntrica, esos votos son más valiosos que los obtenidos por Cristina, aunque su conformación reúna distintas fuerzas contrapuestas. Si en su texto afirma que Cristina simuló su viudez, Sarlo simula una negación de los hechos; sigue construyendo la realidad en base a los caprichos, aunque esté en condiciones de hacerlo de manera más seria. En lugar de aportar una lectura de la realidad que contribuya a comprender mejor este nuevo fenómeno, sólo apela a sacar la lengua, como una provocación infantil. Y acusa a una de farsante y a los otros de necios. Paciencia, ya va a madurar. Lo importante es que la lengua de quienes defienden este proyecto siga elaborando ideas y no sacudirse en burlas innecesarias.
Si analizamos los fundamentos del FAP, a pesar de Binner, encontraremos que de estar ellos en el gobierno hubieran emulado las acciones de CFK porque sinó traicionarían los principios socialistas que los parió. Es más, en cuanto a la contención social el FAP no emitió objeción alguna jamás. Por lo tanto si el voto al FAP es inteligente, el voto a CFK lo es cinco veces más. Queda la crítica desvalorizante del voto de 11 millones, (¡11 millones!,¡¿No les entra en la cabeza?!), de argentinos que aparentemnente votamos con el bolsillo. Recordemos, Profe, que las zonas rurales más oligarcas también votaron a CFK, aquellos del 2008, ¿se acuerda?, ¿que la querían voltear?. ESOS VOTAN CON EL BOLSILLO, no un pueblo que vota con el corazón y la esperanza en la mano.
ResponderBorrarAMEN.
Muy bueno el análisis, Gustavo...
ResponderBorrarY si hacemos un poco de memoria, recordaremos que la subestimación del electorado no es patrimonio exclusivo de Sarlo.
Hubo funcionarios que le achacaron al electorado el Síndrome de Estocolmo y otros candidatos (muy zurdos en los papeles) que criticaron el voto de la gente cuando no los favorecía y bregaron por la "calificación" del mismo.
Se ve que el ejercicio responsable de la democracia es más complejo de lo que parecía...
Entre tanto mal periodismo ejercido a gran escala da esperanza encontrar tus notas Gustavo. A lo mejor, aunque no debería, puede ser muy temprano para que algunos se den cuenta de lo que está pasando en Argentina. Pero aunque sea lentamente vamos avanzando hacia una mirada más crítica y menos obsecuente de cara a los medios desde la gente, y eso se lo debemos (guste o no) a 6,7,8 y a este gobierno...
ResponderBorrarwww.visto-desde-el-sur.blogspot.com