No hay que ser ilusos:
Hermenegildo Sabat no publicará una caricatura de Magneto con un ojo en
compota. No es lo mismo la burla del triunfador -como el dibujo de La
Presidenta golpeada- que el reconocimiento de una derrota. Esa ilustración
no sólo puede condenarse por aludir de manera irresponsable a la violencia de
género. Ese ojo en compota pertenece a todos los ciudadanos, que recibieron
cada uno de los golpes –con todo lo que eso significa- que el Grupo Clarín ha
dado cuando necesitó crecer. Para la mirada del individuo absoluto -medios con
hegemonía en decadencia, cacharreros y políticos cómplices- el golpe lo recibió
Cristina como individuo. Para la visión
de un colectivo, de un conjunto de ciudadanos que decidió ser país, de una
mayoría que eligió con énfasis un nuevo proyecto, ese golpe hirió a casi todos.
Como también cada una de sus mentiras, de sus intentos por quebrantar el lazo
que une a La Presidenta con sus representados, de su insistencia en instalar un
clima de sospecha permanente, de sus mensajes mafiosos, de sus zarpazos a
nuestro patrimonio. Porque no olvidemos que nos deben mucho. Gran parte de la deuda externa –sino toda-
es una transferencia de recursos al Poder Económico, concretada por gobiernos
cómplices o sumisos sin nuestro consentimiento. Acatar de una vez por todas
al Estado como gestor de la vida nacional en todas sus dimensiones en beneficio
de las mayorías sería una manera de saldar esas deudas. Quizá la más leve que podemos conceder.
Otro fin de semana para el
recuerdo. El 25N se adelantó unos días y el juez Horacio Alfonso nos regaló un
fallo histórico. La LSCA no afecta la
libertad de expresión ni ningún otro derecho. Todos los legisladores y
exponentes de las fuerzas políticas –cada vez más debilitadas- que desfilaron
por las emisoras del Grupo quedaron, como siempre, descolocados ante la
realidad. Y lo seguirán estando, mientras insistan en jugar a la no-política
bajo las faldas del poder fáctico; mientras se empecinen en la negación de toda
legitimidad y reconocimiento al Gobierno Nacional; mientras sigan camuflando los preceptos nefastos del neoliberalismo con
buenas intenciones. Pero, sobre todo, mientras sigan ignorando el proyecto
de país que apoyó la mayoría: el único
en mucho tiempo que está reparando el pasado, restaurando el presente y construyendo
un futuro.
Pero no es ése el único fallo
que nos alegró el fin de semana. El Tribunal del Mar determinó que el embargo
de la Fragata Libertad contradice todas
las normas jurídicas y acuerdos internacionales, por lo que debe ser liberada
antes del 22 de diciembre. Una foto del 8N: una cacerolera furiosa gritó a
la periodista Cynthia García “devolvé la
fragata, chorra”. Una foto absurda
que es el resultado de una película artera, de una batería de informaciones
falaces cuya usina se sitúa en las oficinas del monopolio. Y no sólo los
caceroleros cacharreaban. Hermes Binner –feliz con su nuevo rol de coleccionista
de autógrafos- quería convocar a los ciudadanos para estampar su rúbrica en una solicitud a La Presidenta para que se
arrodille ante los buitres. El Frente, más que progresista, debería
llamarse entreguista. No fue el
único, por supuesto. Algunos propusieron hacer una vaquita a través de una cuenta bancaria. Otros resultaron más patéticos, irrisorios, miserables, ladinos. Cipayos con todas las letras, aunque a algunos
les parezca anticuado utilizar ese vocablo. Y ya que estamos, rescatemos otra
antigualla muy actual: oligarcas.
Otra más: patricios.
Hasta arriesgamos la
construcción de una frase: los cipayos
son los que defienden los intereses foráneos en beneficio de los oligarcas, de
los patricios, de los que se creen los dueños del país. Si esa gente no ha
cambiado, ¿por qué debe actualizarse el lenguaje? ¿O acaso Macri –por ejemplo-
no piensa como un oligarca de principios del Siglo XX pero con el camuflaje del
presente? ¿O ya nos olvidamos que reivindicó los tiempos del Centenario y los
calificó como los mejores de nuestra historia? Por supuesto que no tiene la
formación intelectual necesaria para llegar a esas conclusiones y sólo recita
frases hechas, esa especie de sentido
común de las clases privilegiadas. No es imprescindible ser inteligente ni
instruido para tener muchísima plata. Los ignorantes con abultadas cuentas
bancarias abundan por doquier. Y, como
sólo la avidez cobra sentido en esas mentes, pretenden imponer un mundo
injusto, malsano, excluyente, desalmado, empobrecido, desigual, violento, que
es lo que garantiza el crecimiento de su capital.
Con el dictamen de Fernando
Uriarte y el fallo del juez Horacio Alfonso se aleja un fantasma agitado por
los agoreros. Pero además, esos dos
escritos se convierten en una justificación rotunda de la ley: no sólo es
constitucional, sino también necesaria. Contra todas las tonterías que
dicen y escriben los apologistas del latrocinio, sin ella no podría
garantizarse la libertad de expresión. La Comisión Interamericana de Derechos
Humanos afirma que “los monopolios y
oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar
sujetos a leyes anti-monopólicas por cuanto conspiran contra la democracia”.
En su escrito, el juez sienta las bases de una comunicación verdaderamente
democrática: “debe prevalecer el derecho de televidentes y oyentes y no el de los
emisores, ya que es crucial el derecho del público a disponer de un acceso
adecuado a las ideas y experiencias sociales, políticas, estéticas, morales de
otro tipo”. Además, Alfonso sostiene que los artículos 45 y 48 no
afectan la libertad de expresión. Sobre todas las cosas, la sentencia concluye
que “el interés general tenido en mira
por el nuevo ordenamiento responde al objetivo de diversificar la oferta informativa y ampliar la posibilidad de ejercer
la libertad de expresión a la mayor cantidad posible de medios de comunicación”.
Los abogados del Grupo Clarín
podrán apelar una y mil veces este fallo, acá y en Marte y sus sicarios
periodísticos podrán practicar gestos asustados, estreñidos o indignados frente
a cámara para alimentar los odios y temores del público cacharrero. Pero
nada más podrán hacer para frenar una ley aprobada en el Congreso y avalada por
la Corte Suprema, salvo alterar el orden institucional. Aunque pongan en
escena a prestigiosos constitucionalistas
que reciten un guión insostenible. Una
nueva victoria de la Política sobre la Economía. De la política en serio,
que no incluye a las marionetas que saltan de partido en partido según la
conveniencia. Tampoco a los que se
escudan en generalidades para no revelar lo que piensan ni a los que niegan sus
principios por unos centímetros de fama.
Los motivos de un título
Para los que no comprenden
demasiado el porqué de tanto júbilo, Clarín es mucho más que un diario o un
multimedios. Un sentido común
asfixiante, un ideario carroñero y destructivo, con intenciones angurrientas.
Oficina de prensa del Poder Fáctico. Clarín es un primer paso, el más largo y
difícil, pero está casi dado. Un muro de
protección que se empieza a desmoronar.
En breve, los demás monopolios y
corporaciones quedarán al desnudo, exhibiendo los abultados y adiposos rollos
que deforman su cuerpo, como producto del despiadado saqueo. Tal vez los
cambios no sean visibles en el corto plazo, pero en lo inmediato, significa que el Estado vuelve a tomar las
riendas del país en beneficio del conjunto y no de unas minorías emperradas en
incrementar su patrimonio a costa de las penurias de millones. El acto del
domingo fue una inyección de fuerza. El fallo del viernes nos dio la razón
constitucional. Y el sábado, nos devolvieron la dignidad internacional.
Las cosas cambian cuando ya no se
soporta la permanencia de un statu quo demoledor. A lo largo de nuestra
historia nos encontramos ante hechos que se convirtieron en límite: la guerra, la
dictadura, el soldado Carrasco, la crisis de 2001, Marita Verón. En el
caso de Clarín, con su avance permanente para obtener más, aunque para ello
deba alterar nuestro bienestar, la frontera es un muro que ya estamos
derribando. Cuando ya tenían todo, quisieron mucho más, a costa de
condicionar gobiernos legítimamente elegidos. El juez Alfonso afirma, en
sintonía con la Corte, que si, por la aplicación de la ley padecen alguna
pérdida pecuniaria, deberá acordarse una forma de resarcimiento entre las
partes. Más que caraduras serían si
reclaman algo. Aunque queden en cero, nos seguirán debiendo una fortuna.
Por fin la democracia está cobrando su verdadero sentido; por fin la política
está asumiendo su rol; por fin estamos
construyendo un país con todas las letras. Bienvenidos a este tren que
parece tener mucho combustible. Y asegura
un recorrido apasionante, con paisajes coloridos y un destino luminoso.
Bienvenidos a la democracia.
Lo más terrible fue ver a gente festejando el fallo. Es increible la capacidad de organizar discurso de los medios, sobran las expresiones "si la gente no quisiera comprar Clarín no lo haria", a partir de los últimos y descarados spots.
ResponderBorrarBuena reseña. Saludos.
El mote traidor a la Patria no es para los imperios o las 101 familias que manejan el mundo, que son del poder capital internacional donde los Magnetto son solo funcionales a ellos. Si son traidores a la Patria porque son argentinos. El Imperio no es el malo; puede ser astuto o violento. Nosotros con Inglaterra sufrimos todo eso; violento en 1806, 1807, 1845, 1982 o astuto con el Pacto Roca Runciman, los años 90, o la gran frase de George Canning, "no entremos como soldados entremos como comerciantes".
ResponderBorrarAlgo de ese génesis, de estos traidores argentinos que se ponen contento porque a la Argentina le hacen juicios, a su país, apunté en Doc9.
Abrazo grande