No hace falta investigar demasiado para afirmar que los
desatinados incidentes del jueves y viernes fueron organizados. Nunca dejan de
serlo. Hasta en 2001 lo fueron. Claro,
en aquel entonces reinaba la pobreza producto de la crisis. O mejor dicho, del
saqueo de los poderosos. Entonces, ni éstos ni aquéllos, nada tienen de
espontáneos. En todo caso, aquéllos estaban impulsados por una carestía
profunda, que creció ante la indiferencia de un Estado cómplice. Estos, en
cambio, fueron inspirados por la desesperación, pero no de los que pusieron el
cuerpo, sino de los que los instigaron. Aquello
fue un drama; esto, una sátira; y de la peor calidad. La elección de la fecha
resulta una bofetada para la memoria colectiva. En medio de ese torbellino
informativo que pretendía transformar en estallido una serie de actos
vandálicos, una buena noticia pasó desapercibida: la recuperación del predio
ferial de Palermo. Tal vez, el
recrudecimiento de los incidentes esté relacionado con la nueva situación del
patricio inmueble. Como sea, no pudimos asimilar esa inesperada conquista.
Si los saqueos de 2001 fueron consecuencia de un Estado cómplice del poder
fáctico, los de estos últimos días
pueden pensarse como una amenaza para amedrentar a este Estado inclusivo que se
inauguró en 2003.
Ante estos hechos, quedaron en ridículo los apologistas de la espontaneidad. Los
medios con hegemonía en bancarrota y la oposición telepolítica tomaron como un valor el apócrifo carácter espontáneo de
las primeras manifestaciones cacharreras de este año. Una forma de actualizar
el esquema sarmientino: la espontaneidad
es el patrimonio del civilizado
republicano comprometido con las instituciones y la organización es la
expresión de la barbarie enamorada
del populismo K. Unos, espontáneamente, marchan a la Plaza para defender
valores y derechos de alta gama; los
otros, seducidos por apetitosos choripanes, se amontonan, hediondos y sudorosos, para rendir culto a la Reina Autoritaria. En el caso de los recientes saqueos, la
espontaneidad –en las confusas mentes de estos analistas- parecía convertir a
los marginados partícipes en paladines de la democracia. La cosa puede ser así:
los morochos de la barriada y demás
invasores indeseables pueden mutar en ciudadanos ilustres con sólo emitir una
crítica al Gobierno Nacional, como ya ocurrió con cierto extraviado camionero.
Que un grupo de ellos irrumpa con violencia –y sin conducción- en un
supermercado apuntala la hipótesis de que todo lo K nos arrastra al desastre.
Por eso necesitaban la espontaneidad de los incidentes. Pero una vez más, la realidad se estampó en sus narizotas.
Que la propagación de
estos incidentes se agudizó con el anuncio de la recuperación del predio ferial
es nada más que una sospecha del Autor de Estos Apuntes. Cuando el Jefe de
Gabinete de ministros, Juan Manuel Abal Medina, dio a conocer el decreto 2552
que declaró nula la entrega de ese
terreno en 1991, sólo se habían producido los asaltos en Bariloche y algunos en
Rosario. Para determinar la relación en estos hechos habrá que hilar muy
fino. Pero el símbolo es muy fuerte, casi tanto como la desmonopolización del
mapa de medios. De Ellos, puede esperarse cualquier cosa. El Gobierno Nacional está decidido a domesticar a las bestias y ha
emprendido una batalla para reparar
el presente y garantizar el futuro, aunque tenga que corregir las agachadas del
pasado. Porque esta fue una más entre muchas. Quizá no tan significativa
desde el punto de vista económico, pero demuestra una fortaleza indiscutible.
Esto parece demostrar que ya van quedando menos intocables. En tiempos de Neoliberalismo
Despiadado, cuando el riojano que de manera insultante está libre y ostenta una
inmerecida banca en el Senado, no había conflictos con el poder fáctico. Una connivencia escandalosa deshojaba el
patrimonio nacional, pisoteaba cualquier símbolo y se burlaba de la pobreza
creciente. Mal que les pese a muchos, parte de lo que se rifó se está
recuperando. Y los beneficiarios del latrocinio ahora hablan de inseguridad
jurídica y propiedad privada. El predio ferial “fue sustraído del patrimonio del Estado Nacional mediante la maniobra
de asignarle un menor valor”, fundamenta el decreto leído por Abal Medina. Para darle más fuerza a la medida, hay
un fallo del juez federal Sergio Torres y un dictamen de la Procuración del
Tesoro de la Nación emitido en 2010. Una
galería de innombrables intentó en todo este tiempo explotar de diferentes
formas el predio, desnaturalizando sus funciones iniciales.
“Este no es un hecho
aislado –aseguró
Abal Medina- sino que se inscribe
claramente en la política de recuperación del Estado, de sus capacidades, de
sus propiedades y sus condiciones. Esta es la recuperación de un Estado que
había sido prácticamente destruido a partir del año ’76, con las consignas del
neoliberalismo”. Ahora aparecerán
las voces destempladas que intentarán disfrazarse de víctimas; y desfilarán
los figurones mediáticos que siempre defienden a los indefendibles; y
representantes de los ciudadanos que recitarán párrafos enteros de la Constitución
para denunciar atropellos que no están ocurriendo; también abogados y jueces que construirán un laberinto con este caso, a
la espera de tiempos más benévolos.
Laberintos interminables como el de la aplicación de la LSCA,
en donde nadie se atreve a pronunciar la
última palabra. Jueces que parecen jugar a dos puntas –o más- sembrando confusión y desconcierto. Si el
fallo de Horacio Alfonso prometía una resolución definitiva, las incongruencias
sobre la medida cautelar que protege al Grupo Clarín y la conformidad con la
apelación presentada amenazan con un
horizonte de nuevas pujas judiciales. Además, dejó abierta la puerta para
que el monopolio mediático pueda reclamar un resarcimiento económico, algo que
podrá parecer justo pero no es legítimo. Quizá
habría que descontar los beneficios obtenidos con las diferentes estatizaciones
de deuda privada que se concedieron desde 1982. Eso sí, gracias a todas las
artimañas desplegadas para eludir el cumplimiento de una ley constitucional,
hemos descubierto las cautelares, los per saltums y el turismo judicial.
Ahora, todo parece quedar en manos de la Corte Suprema, que
se reunirá el jueves en un plenario para definir si siguen estirando el
culebrón o le dan una solución definitiva. Sin intención de presionar al Máximo
Tribunal, cabe esperar que dé un nuevo
valor al lugar que ocupan. Los Supremos
deberán decidir de qué lado están, si de la legalidad constitucional, legítima
y democrática o de la ilegalidad facinerosa y nociva de las voraces corporaciones.
Ya no hay más vueltas. La legalidad ha
sido pisoteada durante tres años, no sólo por el monopolio, sino por los
coreutas que salieron en su defensa.
Absurdo que los que siempre alteraron el orden, saquearon a
mansalva, impulsaron genocidios y sacaron ventajas en nuestras peores crisis,
ahora reclamen por la legalidad y los derechos. Cínicos, siempre han demostrado que no saben vivir en Democracia y les
importa poco el bienestar de la mayoría. Ellos claman por la Justicia pero
no titubean a la hora de enamorar jueces.
Hipócritas, se lamentan por la división que
reina en el país y se espantan cuando se utilizan metáforas bélicas. Ellos, los que aplaudían con cada abatido
por los esbirros de la dictadura. Ellos, que son capaces de desplegar los
más violentos incidentes cuando un Gobierno no satisface sus angurrias.
En un año electoral como el que viene, el sendero que conduce
hacia el país soñado presenta una seductora
–y siniestra- bifurcación, un convite
para enfriar los frentes abiertos, una tentación para conquistar a algunos
cacharreros. Grosero error sería tomar ese
desvío. En este momento crucial de nuestra historia, sumará más la profundización de este proyecto que la alianza con los
carroñeros. Los que tomen ese atajo se enredarán en la oscuridad de pasado,
se perderán en el olvido y serán fagocitados por las Fieras. O gobiernan las instituciones democráticas o
nos devoran las corporaciones; un Estado comprometido con la mayoría o uno
cómplice de los intereses de la minoría; un Estado dispuesto a lograr la
equidad o a facilitar el saqueo de los que siempre lo han hecho. Si gobierna la Política o nos sumerge la
Economía. Soberanos o sometidos. Nada más que eso.
El libro sobre la deuda externa, todo el trabajo de Alejandro Olmos, le recomiendo Gustavo en esta tarea. DE más esta decir, si quiere utilizar parcialmente o totalmente los Apuntes del Doc9 para la elaboración de sus Apuntes.
ResponderBorrarO el portal de mi padre wwww.armandovidal.com; Congreso Abierto desde google.
Comparto lo que usted dice, sólo puede agregarle el aplauso.
Y si, antes las corpos del país chico, ubicado en la ciudad /puerto en su totalidad, golpeaban las puertas de los cuarteles del Ejército traidor a San Martín y Belgrano; ahora van a los medios hegemónicos en su totalidad. Felicidades
Conozco el trabajo-denuncia penal de Alejandro Olmos. Hay un documental que se llama "La mayor estafa al pueblo argentino" que sintetiza su investigación. De cualquier modo, Kirchner, al reestructurar la deuda, la reconoció totalmente, en nombre del Estado. No hay vuelta atrás al respecto. Pero, al menos, saber qué pasó para pararles el carro a estos tipos que todavía pretenden más
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