Durante último mes del año, la Justicia tomó un protagonismo
inusitado. O mejor, su administración. Tanto la cautelar del 6 de diciembre que
favoreció –una vez más- al Grupo Clarín como el fallo del Tribunal Tucumano en
la causa Marita Verón, piden a gritos
una profunda reforma institucional que incluya a sus principales actores.
Ambos hechos significaron una profunda decepción en amplios sectores de la
sociedad; ambas indican que muchos jueces no han comprendido que el país se ha transformado y que no es
el mismo que cuando fueron nombrados. Ya pasaron 29 años desde el retorno a
la democracia, pero el Poder Judicial es el que menos se ha modificado. Casi
sigue igual que en los tiempos oscuros. Después del fallo de impunidad ocurrido
el martes en El jardín de la República,
hubo manifestaciones de rechazo en distintos puntos del país. En casos como éste, afloran los
oportunistas. Los que apedrearon la Casa
de la provincia de Tucumán en la CABA con el solo objetivo de contaminar el
ambiente, son unos. La diputada Victoria Donda, acusada por el periodista
Eduardo Feinman de arrojar piedras, es
otra, pues aprovechó el malsano incidente
para pegarle al Gobierno Nacional. ¿Qué brújula le habrá sugerido a la
legisladora que el lanza-cascotes
mediático de ultraderecha actúa a favor del kirchnerismo? Si hasta el más conservador decimonónico se
espantaría al escucharlo. Más allá de esto, la Justicia está en el ojo de
la tormenta. Lo que vendrá: un revoleo de multicolores propuestas para
modificar ese poder estatal que hasta ahora parecía intocable.
El fallo por la causa Marita Verón parece un mensaje dirigido
directamente a La Presidenta, quien el domingo le había entregado a Susana
Trimarco el premio Azucena Villafor por su lucha contra la trata de personas. Y
también por lo que dijo en su discurso: “la
gente está cansada; por eso necesitamos una Justicia que sirva al pueblo, que
sea menos corporativa”. El día posterior al fallo del tribunal tucumano,
CFK se mostró sorprendida. “Vamos a tener
que poner en marcha –afirmó- creo que
la sociedad lo reclama y creo que todos deberán entenderlo, una democratización del Poder Judicial,
porque es en definitiva el poder que decide sobre cosas, es el último eslabón
en la decisión”.
"María de los
Ángeles desapareció, pero no sabemos cómo ni qué le pasó –afirmó Alberto Piedrabuena, el
presidente del juzgado que absolvió a los 13 imputados- No hay forma de determinarlo”. Diez años de investigación, diez
meses de debate oral, 150 testigos y los
descomunales prontuarios no fueron suficientes para esclarecer los hechos y meter
entre rejas a los más que sospechosos acusados. Los Ale nacieron en un puesto del mercado de
abasto y se hicieron poderosos a fuerza de prepotencia. De ahí, extendieron sus
zarpas a la barra brava de San Martín de Tucumán. Y después, La Chancha, uno de
los integrantes de la familia, culminó
como presidente del club. Junto a su mujer, abrió la remisería Cinco Estrellas
con 400 coches 0 Km que, en poco tiempo se reprodujeron
hasta 1200, número excesivo para una ciudad de 550000 habitantes. Cuando
asume José Alperovich como gobernador, en 2003, se prohíbe la circulación de
remises, lo que termina con el negocio legal de los Ale pero les abre la puerta
de los negocios clandestinos. Robo de tierras, agresiones y relación con
muchos prostíbulos de Tucumán. Y la casi certeza de que han sido autores de muchos
homicidios. A pesar de todo esto, están
libres.
“Creo que hay una gran
demanda de democratización en la sociedad –afirmó CFK en Pilar- como dije el otro día. Cuando yo afirmé que los jueces dejan entrar y
salir a narcotraficantes, a gente que viola o mata, no le gustó a algunas
organizaciones y me lo reprocharon, pero nunca pensé que eso podría pasar en
este juicio con tal nivel de conocimiento público”. Claro, una cosa es un
delincuente ocasional –no menos peligroso ni punible- cuya historia se enreda
con la exclusión y otra una banda
organizada para el delito que mueve fortunas, con el visto bueno de quienes
deberían impedir esas actividades. Dicho esto para no mezclar las cosas ni
para que nadie señale contradicciones
inexistentes. “No tengo pruebas –confesó
La Presidenta- pero no tengo dudas de que
cuando hay dinero de por medio puede estar el mundo tocando trompetas que no
les importa nada”. En una clara
alusión a los beneficios económicos que puede haber significado el fallo para
los letrados.
“Ya tenía información de que La Chancha Ale ha
sacado los dólares debajo del colchón y les puso a ellos” –señaló Susana Trimarco- “No puede ser esto. Es una vergüenza, es una
estafa. Estafaron a todas las pobres
víctimas que se sentaron a decir lo que les hicieron”. Muchas sospechas
que flotarán durante algún tiempo en la agenda informativa hasta que se
confirmen. Si la Justicia actúa con celeridad. Si el Poder Político se decide a actuar y no se queda sólo en las
simples y floridas palabras. Y esto involucra a todos. O casi, porque
algunos estarán más que satisfechos por tener algunos jueces en el armario dispuestos a blanquear los chanchullos. ¿Qué otro poder del Estado –preguntó
Cristina- díganme qué otro poder del
Estado o inclusive desde el mundo privado, qué poder dentro de la sociedad
tiene un cargo asegurado para toda la vida y si hay que juzgarlo lo juzgan
únicamente los pares y los abogados que son los que dependen de él?”.
El nuevo desafío está en marcha: nuestro próximo escalón es democratizar la administración de justicia.
La consigna parece fácil de comprender, así a simple vista. Sin embargo, ni
tanto ni tan poco. Por supuesto que nadie propondrá que los jueces comiencen a
usar togas, martillos y cenicientas pelucas con bucles para parecer más magistrales. Divertido, pero camino
equivocado. Porque democratizar puede significar muchas cosas, desde someter a los
jueces a elecciones libres hasta la conformación de jurados populares, que no
deben ser considerados como brigadas linchadoras. O reeducar a los magistrados en los principios de los nuevos tiempos
que estamos transitando. O jubilar de un plumazo a todos los jueces que fueron
nombrados durante la dictadura y siguen actuando como si nada hubiese cambiado.
O comprender que la justicia deja de
serlo cuando se demora. O todo junto.
Sin dudas, resulta difícil afrontar la transformación del
sistema judicial si algunos desconcertados a voluntad todavía claman por la reconciliación o analizan la historia
desde el modelo de los dos demonios. O
como Margarita Stolbizer, que con tal de
obtener unos centímetros de fama, se aferra con uñas y dientes a las faldas
del Grupo Clarín. Y eso no es nada: pone
bajo sospecha el testimonio de una víctima del terrorismo de Estado, al
denunciar que Lidia Papaleo y Gobierno Nacional “acordaron para que su testimonio sea el sostén de toda la operación” en
la causa sobre la apropiación de Papel Prensa. Y fundamenta sus dichos con un absurdo. "Creo que, con Lidia Papaleo, había un acuerdo del Gobierno previo
para que el testimonio fuera el sostén y el fundamento de toda su operación, por lo tanto no me parece
extraño que Lidia Papaleo haya salido en
defensa del argumento oficialista". Pero, por supuesto, lúcida
legisladora, que el testimonio de la viuda de Graiver es el punto de partida: si es la víctima del mafioso latrocinio,
junto a los integrantes de la empresa fundada por su marido. En lugar de
reclamar el avance de la causa para conocer la verdad, la líder del GEN enturbia el ambiente con insostenibles denuncias.
Aunque demoramos demasiado en encontrar el camino de la
Justicia, Argentina se ha convertido en un ejemplo en la lucha por condenar a
los genocidas, gestores de nuestro peor pasado. Ahora estamos avanzando hacia
los cómplices civiles, verdaderos ideólogos
y beneficiarios de la dictadura. Y eso es lo que quieren frenar. Como Clarín
está tan debilitado para seguir brindando protección a las grandes
corporaciones económicas, ahora deberán
apelar a los guerreros del Poder Judicial para reforzar los muros defensivos. Por
eso es oportuno comenzar a pensar en una nueva institución que administre
justicia, con más herramientas, controles y sanciones; con un recambio
periódico; con una interacción más fluida con la sociedad. Y para eso habrá que discutir todo lo que haya que discutir y cambiar
lo que sea necesario cambiar. Hasta la Constitución, si en algún momento resulta
un obstáculo, por más autógrafos que recopilen los que se resisten a
comprender.
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