Si la democracia no
logra domar a las corporaciones, las corporaciones terminan dominando a la
democracia. Y esta
afirmación no es producto de una paranoia del autor de estos apuntes. Con un
poco de memoria se confirma. También, con una recorrida por las páginas del
libro “La doctrina del shock”, de
Naomí Klain, en el que la periodista canadiense muestra las estrategias del
capitalismo –de sus salvajes actores, en realidad- para apropiarse de los
bienes en distintas partes del mundo. El documental basado en esa cuidadosa y
profunda investigación es difícil de conseguir en DVD –oh casualidad- pero
puede encontrarse en la red. Guerras,
golpes de estado, tsunamis y huracanes pueden ser útiles para incrementar el
patrimonio de estos despiadados e inescrupulosos carroñeros. Empresas
conocidas y prestigiosas que
aprovechan el sufrimiento de los ciudadanos indefensos para batir récords en
sus cuentas bancarias. No importan las muertes, que forman parte del medio que
justifica ampliamente sus fines. Entre
esas escenas desgarradoras de desconsuelo humano, entre esos momentos de
despiadada angurria están las guerras imperiales y los golpes de estado en
Latinoamérica. No es un invento del gobierno K que esas alteraciones
institucionales –eufemismo que sintetiza la monstruosidad de esas acciones-
fueron impulsadas por los dueños del poder económico que no tienen patria,
hermandad ni sentimientos. No hay
diálogo posible con esas bestias. O se las somete a las reglas de la democracia
o se las aniquila.
Un taxista le dice al pasajero: “el problema del Gobierno es que no se sienta a dialogar; tiene que
buscar el consenso y no estar siempre en contra”. El pasajero, con toda la calma
posible, respondió con las dos oraciones que cierran el párrafo anterior. El
taxista se alarmó: “¿cómo va a decir que
hay que aniquilar gente?”. “No gente –respondió el pasajero- corporaciones. Sus directivos no han tenido
reparo alguno en convocar militares para torturar, matar y desaparecer. Tampoco
en provocar crisis económicas para especular y acrecentar sus mal habidos
bienes”. Muchos individuos se apropiaron de esa prédica del diálogo y el consenso como esencia de la convivencia democrática. Una visión ingenua de la relación de
poderes. El silencio incómodo dominó el resto del viaje. El pasajero podría
haber agregado una frase para dejar más clara su postura: cuando los exponentes del poder económico llaman al diálogo es porque
intentan dictar órdenes y cuando buscan el consenso es porque exigen
obediencia.
Y cuando no logran esos objetivos, nada mejor que sacudir el
tablero para sacar a los representantes
molestos que pretenden beneficiar a la mayoría. “Hoy las corporaciones y los monopolios político-mediáticos intentan de
cualquier forma corroer, destruir, debilitar lo que hemos logrado y mienten
descaradamente para frenar este modelo de inclusión que hemos puesto en marcha
en nuestra región”, manifestó Rafael Correa en su última visita a nuestro
país. Y detrás de ellos, se escudan los
poderes fácticos que quieren siempre más, mucho más, al precio que sea. Y que
no pagan ellos, por supuesto.
Alicia Vence, jueza federal de San Martín, resolvió poner
fecha a la indagatoria de cuatro ex directivos de Ford Motors Argentina por su
participación en los secuestros y tormentos que sufrieron 25 delegados de la
planta de Pacheco después del golpe del ’76. Las instalaciones de esa planta automotriz fueron utilizadas como
centros transitorios de detención ilegal. “Hubo mucha gente
civil que golpeó las puertas a los militares para que saquen de encima el
sindicalismo –explicó Pedro Troiani, una de las víctimas- por eso esto fue un golpe cívico-militar,
cuando pasaron unos días hubo mil despidos en la fábrica, sacaron a los que
estaban contaminados con plomo, a los enfermos del corazón, a los faltadores y
a la gente que molestaba a los capataces”. El de Ford no es el único caso. Detrás de todos los golpes de estado -desde
el de 1930 al de 1976- están los intereses de quienes se sienten dueños del
país. Y los militares actuaron como las fuerzas pretorianas encargadas de
eliminar cualquier estorbo que se interponga en el innoble fin de incrementar sus
descomunales patrimonios. Juntos –corporaciones y militares- pergeñaron un plan
de exterminio ideológico para dar rienda suelta a una angurria incontenible.
Después del retorno de la
democracia, advirtieron que podían seguir gobernando sin someterse a
elecciones; que los presidentes civiles
podían convertirse en eficientes siervos de sus planes. Alfonsín por
infinitas presiones, Menem por atroz complicidad, De la Rúa por debilidad, torpeza,
inoperancia y muchas cosas más, Duhalde por mafioso. Desde la asunción de Kirchner
las cosas comenzaron a cambiar. El panorama se volvió más claro. El poder económico quiere gobernar, quiere
convertir al país en un coto de caza, quiere acrecentar su botín a costa del
sometimiento del pueblo. Pero el kirchnerismo recuperó la supremacía de los
intereses de la mayoría a través de la política y dejó expuesto quiénes son los
aliados de ese accionar destructivo.
El Gobierno K comenzó a abrir una brecha en el sentido común dominante, ese
que justifica el ideario predador. El rol del Estado ha ganado
prestigio en estos años, ha recuperado símbolos y los transformó en realidades.
Desde hace unos años, ese discurso hegemónico comenzó a perder eficacia. Ese que
apuntala la desconfianza, el desánimo, el menosprecio; que prioriza lo privado
a lo público; que alienta la mirada individual sobre la colectiva; que fomenta
la desmemoria, la conciliación, el cinismo y la hipocresía. Ese relato nocivo se está debilitando
porque ha quedado en evidencia que no defienden los intereses del país, sino los
de una minoría egoísta y despiadada.
Por eso se opusieron al rescate
de Aerolíneas Argentinas de manos de sus saqueadores. Y por eso también están a
favor de Repsol y se hacen eco de sus reclamos después de la expropiación. “La recuperación de YPF fue una decisión
estratégica –afirmó La Presidenta en la inauguración de la Primera
Expoindustria de Petróleo y Gas- Fue una
causa nacional. Si no hubiéramos tomado esta determinación, probablemente
habría terminado como Aerolíneas Argentinas. Recuperamos también la aerolínea
de bandera, a pesar de las críticas internas, cuyos ex dueños hoy están
procesados”. “En estos pocos meses hemos detenido el declive de la producción –destacó
CFK- Y esto se ve en algo muy sencillo.
Hemos vuelto a tener nafta. Misteriosamente, en los fines de semana no había
nafta, y ahora hay. Argentina decidió levantar otros paradigmas. Se trata
de sumar y multiplicar”.
Y también se recuperaron los
fondos de las AFJP. “El Estado puede y
eso les molesta –destacó el titular de la Anses, Diego Bossio- “les molesta que las AFJP en catorce años de
administrar los ahorros de los trabajadores acumularon 80.200 millones de pesos
y nosotros, en cuatro años, con técnicos y funcionarios del Estado,
multiplicamos esa cifra casi por tres. Hoy
tenemos 231.800 millones de pesos”
de ahorro previsional, gracias la creación del Fondo de Garantía de
Sustentabilidad. Estas cifras demuestran que la plata de los jubilados no estaba en buenas manos, pero ahora sí,
porque está donde debe estar, en el sistema jubilatorio de reparto.
Siempre buscan clavar sus colmillos en la yugular del Estado, es decir, en
la de todos nosotros. Aunque debilitados, siguen siendo
peligrosos. Y tienen recursos, aliados, siervos y cancerberos. El Grupo Clarín
logró patear la pelota unos metros más allá. Un par de jueces saltaron todas las normas y gritaron a los cuatro
vientos su dependencia con el poder fáctico. La extensión de la medida
cautelar -servicio judicial vip a la carta- es una pieza más de la historia desarrollada
en este apunte. Los poderes concentrados y sus cómplices pisoteando impunemente
todo lo que no sea útil a sus intereses: el Estado, el país, los ciudadanos,
las leyes. Una vez más quieren aniquilar
la democracia.
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