Con sinceridad, cuesta mucho resistir la tentación de realizar
un balance de lo que ha sido este poderoso año. No es la pretensión de Este
Ignoto Profesor de Provincias pergeñar un anuario que resultaría tedioso,
insuficiente y, por supuesto, arbitrario. Quien
quiera, podrá revisar el nutrido archivo de este blog para revivir los momentos
más significativos de este año que ya se desvanece. Además, a lo largo de
esta semana los profesionales de los medios ofrecerán síntesis un poco más rigurosas
que las que puede ofrecer este modesto aficionado. Sin embargo, algo de eso
habrá: hechos destacados, pinceladas
incompletas, impresiones y recuerdos que se desarrollarán en los textos
subsiguientes. Eso, por supuesto, sin omitir lo nuevo, que nunca se toma
descanso. Porque los estancieros están en pie de guerra, dispuestos a resistir
la venganza de Cristina. Porque
aparecen nuevos datos y opiniones sobre los intentos de desestabilización del
19 y 20 de diciembre. Porque habrá nuevos condenados por crímenes de Lesa
Humanidad. Y porque, de una vez por
todas, la aplicación de la LSCA necesita una definición de Los Supremos. Con
todo esto, no queda mucho tiempo para los balances, aunque son imprescindibles para valorar lo recorrido y afianzar el
sendero. Y también para distinguir entre los que acompañan, los que proponen
un atajo hacia las sombras, los que arrojan piedras desde sus escondites y los
que, acurrucados en sus madrigueras, aguardan
la oportunidad de dar un zarpazo para rapiñar un poco del poder perdido.
“Si un gobierno en
cuatro años hubiera hecho la mitad de lo que hizo Cristina Fernández en un año
podría darse por hecho”, afirmó el Senador Daniel Filmus, durante la presentación del nuevo número
de la revista “Desafíos”. “Este material –agregó
Filmus en referencia a la publicación- es
para la militancia, para la discusión, para el debate, para poder profundizar en cada una de las transformaciones realizadas
en nuestro país”. El Salón Arturo Illia del Senado se convirtió en el
escenario donde representantes y funcionarios oficialistas exhibieron su
compromiso con el proyecto en curso. El ministro de Trabajo, Carlos Tomada,
recordó la salvaje represión de
diciembre de 2001 y señaló que el kirchnerismo es hijo de aquellos dolorosos hechos. “En aquel momento el pueblo argentino dijo basta –destacó Tomada- Y también hoy estamos acá por ese 19 y 20 de
diciembre, por quienes interpretaron y
fueron capaces de llevar a la práctica las respuestas que nuestro pueblo
reclamaba”. Pero el ministro también sugirió lo que se viene: “las corporaciones hoy tienen nombre y
apellido y están arriba de la mesa”.
Un balance que promete
futuro. Diferente del
panorama que borronea el Jefe de Gobierno porteño, que recicla sus sandeces para disimular sus perniciosas intenciones.
Para Mauricio Macri, el próximo año será “duro
y tenso”, porque considera que La Presidenta manejará “una agenda de enorme confrontación”. Como resulta evidente, para
el empresario devenido político, la
única posibilidad de tener un futuro en paz es la permanencia del statu quo. Más aún, para evitar todo tipo de
confrontación, agresividad y conflicto, nuestro país debería retornar al neoliberalismo
en estado puro, esos tiempos añorados por las minorías patricias. Con la profundidad y precisión que caracteriza siempre sus palabras, Macri explicó que “nuestra presidenta cambió la agenda del año
pasado por la cual recibió tanto apoyo, que era de conciliación, de diálogo, de
mayor tranquilidad, por una agenda de enorme confrontación". Que el líder
del PRO haya aprobado pre-escolar es un hecho tan sorprendente como que
alguien tome con seriedad cada una de sus deposiciones verbales.
Tamaña subestimación de sus destinatarios ya resulta
insultante. Afirmar que Cristina
prometió “eso que él dice” es una
sobredosis de amnesia. De ninguna manera puede interpretarse el “vamos por más, vamos por todo” como esa
concepción Heidi de la vida que el Cínico Ingeniero despliega ante los
micrófonos. El 54 por ciento no votó por conciliación, diálogo y todas las
hipocresías que repite a diario El
Detractor de Freddy Mercuri, sino
por contener a las bestias y recuperar algo de lo que nos expropiaron en los noventa. Lo que la gente como él
considera ‘confrontación’ no es más que la intención política de gobernar La
Economía. Eso es lo que provoca el
insomnio de los poderosos. Para la gente como él no es confrontación
rebajar salarios, aumentar tarifas, sancionar o despedir trabajadores sin
motivo, especular, evadir, explotar, insultar, mentir, complotar.
Que los que se creen
dueños del país piensen de esa manera, resulta repugnante pero no llamativo. Ahora, que alguien que se dice progresista sea más conservador que un
abuelito decimonónico, sorprende hasta a un adivino. Cada vez que el referente
máximo del FAP, Hermes Binner, intenta balbucear alguna crítica hacia el
Gobierno Nacional, desconcierta a sus seguidores. Eso sí: jamás se sabe desde dónde habla ni hacia dónde apunta, de tan
desorientado –y desesperado- que está. “Las
políticas populistas no evitan la fragmentación social –afirmó sin
aclarar, como siempre- y sólo puede
superarse promoviendo el trabajo y el estudio”. Por supuesto, en sus
dubitaciones no existe reconocimiento alguno de los logros alcanzados, como el
número de escuelas inauguradas desde 2003, la recuperación del empleo o las
medidas de inclusión. Tampoco sugiere una lectura progresista de esa
fragmentación, que no fue ocasionada por la gestión presente, sino por la despiadada complicidad de los
gobiernos anteriores con los expoliadores de siempre. Menos aún menciona el
foco de resistencia angurriento de los grandes grupos económicos. En su limitado pensamiento político –por denominarlo
de alguna manera- no hay historia: sólo quejosas consignas superficiales y
confusas.
Con una precisión sospechosa, el ex gobernador de Santa Fe
aseguró que "hay un millón de
jóvenes que en la Argentina no estudia ni trabaja. Lo primero que surge es 'de
qué viven estos jóvenes': viven siempre de prebendas, de ayudas". Preocupado
hasta la obsesión por la fragmentación, advirtió que “si no la paramos a tiempo, no vamos a tener posibilidades de
revertirla. El populismo no ayuda, al contrario: el populismo, a través de
subsidios, regalos, prebendas, genera actos que verdaderamente no son los que
necesita hoy la población". Tampoco
necesita carroñeros que tiren tarascones desde los rincones más oscuros para
defender sus privilegios, pero de eso nunca habla el ex candidato presidencial
del progresismo.
En una muestra de su sabiduría
ancestral, el ex Todo, concluyó que los incidentes de la semana pasada
fueron el resultado de “una división muy
profunda entre aquellos que tienen acceso a comprar todo lo que tienen por
delante y aquellos que se dedican a delinquir en forma directa". Una traducción auxiliar: resentimiento por
la disparidad del acceso al consumo. Sin embargo, al referirse a los
saqueos en Rosario, entró en una contradicción enorme con lo que había
declarado antes: “en Rosario tuvieron muy
poco que ver con la necesidad de la gente. Tenemos relevados supermercados que
fueron saqueados exclusivamente donde están las bebidas alcohólicas y donde
estaban los electrodomésticos. No coincide con lo que pasó en 2001 y 2002: ahí,
fundamentalmente, la gente iba a buscar alimentos". Si los saqueos no
fueron producto de la necesidad como once años atrás, quiere decir que la situación mejoró y que lo del populismo, la
fragmentación, las prebendas, el resentimiento consumidor y todo lo demás es
sólo un cóctel indigesto cuyo único fin es molestar. Eso sí, por las dudas,
evitó las hipótesis conspirativas para no enemistarse con cualquier posible
aliado.
El listado de los logros de este año seguramente será extenso.
Pero hay uno que resume todos: los
carroñeros están cada vez más expuestos, junto a sus cómplices y voceros y, por
tanto, debilitados. Y también salen a la luz los personajes que, por incomprensión
y torpeza –impotencia, de paso-, terminan haciendo el juego a los que quieren
volver. Esos son los más peligrosos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario