lunes, 10 de diciembre de 2012

Breve ensayo sobre cómo llenar una plaza



Un domingo para la Historia y una plaza inolvidable. Rostros felices, esperanzados, comprometidos. De todas las edades, géneros y colores. Y con un solo objetivo: celebrar. Gracias a la cautelar del 6D, la democratización de los medios del 7D terminó en un desafío que tuvo su primera respuesta el 9D. Aunque esté de moda la encriptación de las fechas, no hay que abusar del recurso, que puede saturar al lector. Como también satura la judicialización de la aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La medida cautelar que el jueves a última hora sacó de la manga el Grupo Clarín indignó a muchos, pero no sorprendió. Algo tenían que hacer. Las fieras recrudecen su fiereza cuando están heridas y acorraladas. Lo que convierte el drama en absurdo es que los cómplices de esta resistencia a la autoridad son los que deben velar por el cumplimiento de las leyes. También se suman a la rebelión los que las debaten y las votan. Ni hablar de los sicarios parlantes. Los exponentes de la oposición en declive y los guardianes mediáticos se pelearon por salir en la foto que la SIP tomó en el Senado. Serviles como nunca, diseñaron alucinados escenarios para defender lo que para nada está amenazado. Algunos sospechan que la nube tóxica que invadió la CABA en la mañana del jueves ha alterado gravemente la percepción y acrecentado las incoherencias. Otros afirman que quieren perturbar el orden institucional. Algo de eso hay, por eso es necesario estar atentos.
La democracia en nuestro país se ha consolidado gracias a casi treinta años de continuidad, pero sólo en los últimos años ha mostrado su razón de ser: representar los intereses de la mayoría, sobre todo, los más vulnerables. Sólo así se legitima. De lo contrario, se convierte en simple simulacro. La madeja de las cautelares revela eso: las instituciones democráticas al servicio de intereses corporativos. Eso explica que Clarín haya presentado sus recursos judiciales en la Cámara en lo Civil y Comercial, encargada de conflictos entre particulares y no en lo Contencioso Administrativo, que trata asuntos de interés público. En esa estrategia está la confesión de sus intenciones. El Grupo ha clamado hasta el cansancio que con la aplicación de la LSCA se está afectando la libertad de expresión, pero presentó sus demandas por posibles pérdidas patrimoniales. Lo que significa que defienden su libertad de poseer y no de expresar. La primera es su realidad y la segunda, sólo una excusa o su pantomima.
Pero con esos mezquinos objetivos contaminaron el escenario, mucho más que el contenedor de Puerto Madero. Tanto que fueron los mismos jueces los que rechazaron las recusaciones que contra ellos había presentado el Gobierno Nacional. Una anomalía absoluta, como si un acusado de homicidio, con su sola declaración de inocencia, quedase absuelto de toda imputación. Si extendieron la medida cautelar a pesar de lo afirmado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, es porque hay mucho en juego. Para agravar más el panorama –y despertar justificadas suspicacias- en el Máximo Tribunal no domina un apacible paisaje con un lago calmo y cristalino. Por el contrario, las aguas bajan turbias. Un documento de la Comisión de Protección de la Independencia Judicial –presidida por Elena Highton de Nolasco y Carmen Argibay- y una porción de las entidades corporativas correspondientes advierte sobre “mecanismos directos e indirectos de presión sobre los jueces”. Por supuesto, la única presión considerada como tal es la que podría realizar el Poder Ejecutivo. Del Poder Económico concentrado, destructivo y angurriento jamás se dice nada. Claro, no ejercen presión: engrosan billeteras. Así se convierten en un muro de protección para unas minorías poderosas e insaciables. Los jueces no han comprendido las crisis ni las transformaciones que se han producido en Argentina desde la retirada de la dictadura. La mayoría de los ciudadanos, sí.
Lo más ridículo del Operativo anti-7D fue la presurosa visita de los representantes de la SIP, que no es una entidad conformada por expertos y estudiosos de la comunicación, sino por empresarios poderosos. Además de eso, es una entidad que defiende los intereses de medios gráficos, que no son afectados de ninguna manera por la ley. Y sus miembros llegaron para provocar escándalo: reuniones secretas para preparar el sainete en el Senado, entrevistas en los canales del Monopolio, vestiduras rasgadas y hasta se dieron el lujo de difundir una mentira, como acostumbran sus colegas vernáculos. Claudio Paolillo, titular de la Comisión de Libertad de Prensa, se quejó porque Martín Sabatella había rechazado un pedido de reunión. Sin embargo, al titular de la AFSCA no le costó demasiado desmentir la tramoya. Un cruce de correos electrónicos revela que fue la propia SIP la que anunció el 12 de noviembre, a través de la asistente de la Comisión de Libertad de Prensa, Melba Jiménez, que la visita a Argentina se había cancelado.
La puesta en escena en el Senado fue más divertida. Periodistas que fingían expresiones preocupadas, políticos que cuestionaban sin fundamentos una ley aprobada por el Congreso, jueces que avalaban atrocidades jurídicas y los Imperiales de la SIP prestando atención a tanta patraña. Con risas grabadas, esa reunión pública se podría transformar en una exitosa sit-com. Hay tanta libertad de expresión que pueden decir las estupideces que quieran, pero no pueden obligar al público a que crea en ellas. El que lo hace, es por propia voluntad. Y por un montón de cosas más. Desde hace un tiempo, algunos afirman que la LSCA fue pergeñada para perjudicar al Grupo Clarín. Y si así fuera, han hecho méritos suficientes para merecer algo por el estilo. Muchas deudas pendientes tienen con el país y es hora de que comiencen a devolver un poco.
Una plaza democrática
 En medio de la esgrima escandalosa que fastidió el 7D, la inauguración de Wall Kintun TV llenó de sentido la vigencia de la ley. El primer canal de televisión de los pueblos originarios se transformó en un emblema de la democratización de la palabra. Pero el hecho de que un medio mapuche haya comenzado a transmitir en la lejana Bariloche es una pieza más en la disputa del poder. “Wall Kintun TV le molesta a la familia Mitre y a sus socios –declaró Matías Melillán, representante de los Pueblos Originarios en la ASFCA- Algo bueno estaremos haciendo entonces, sino no se enojarían tanto. Debemos defender lo que tenemos, que es la posibilidad de definir el rumbo de las políticas públicas de comunicación”. Wall Kintun, que quiere decir “Buscar Alrededor”, competirá directamente con Canal 6, propiedad del Grupo Clarín, que también tiene la mayoría de las repetidoras de radio en Río Negro. Por eso despertó los prejuicios de algunos comunicadores y dirigentes políticos. El diputado por el GEN, Gerardo Milman, manifestó sus sospechas en la cueva de la bestia, es decir, en un programa de TN. Milman se preguntó cómo pudieron “estos mapuches” pagar “los 120.000 pesos que cuesta una licitación” y, en una muestra de intelectualidad sin precedentes, exhibió su prejuiciosa explicación: “pasan la película de Néstor Kirchner”. O es una ostentación de ignorancia del diputado que preside la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara o una descomunal mentira del representante. La Ley exime de licitaciones y pliegos a los pueblos originarios porque estos casos están considerados como derecho público estatal.
La ley es un triunfo de la democracia y su aplicación se convierte en un desafío. De acuerdo a un amplio sondeo realizado por CEOP, ocho de cada diez argentinos reivindican la democracia como el mejor sistema para gobernar el país. Y no sólo eso: el 40 por ciento de los encuestados considera que el gobierno de Néstor Kirchner fue el mejor desde el retorno a la democracia. Algo más: la imagen de La Presidenta continúa en las nubes, a tal punto que, en el caso de una nueva elección, volvería a ganar en primera vuelta, dejando muy lejos a sus desesperados competidores.
Así se llena una plaza democrática. Con la alegría por haber conquistado un derecho y con la seguridad de que serán conquistados muchos más. Con la pertenencia a un colectivo solidario y no a un manojo de individuos resentidos y cargados de odio. Con la felicidad por haber encontrado, por fin, el camino de la construcción de un país para todos. "Nadamos como el salmón, nadamos contra la corriente –expresó CFK en la reciente Cumbre del Mercosur- Muere en el esfuerzo, pero se reproduce y deja legados". Y como aprieta el calor, sigamos con las metáforas marinas: “tenemos que movernos como peces que corren en distintas mareas, pero tenemos límites –prosiguió La Mandataria- Yo conocí a uno que fue contra la corriente permanentemente. No tengamos miedo, lo que hicimos lo hicimos bien, a pesar de las equivocaciones. Gobernar a favor de nuestros pueblos soportando presiones que nadie soportó para que torzamos el rumbo”. Así se llena una plaza: con el desafío que significa el compromiso democrático de transformar un país que estaba en ruinas. Y también, frenando a los salvajes que quieren socavar otra vez sus cimientos.

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