viernes, 5 de abril de 2013

El después que nos espera



Después de un acontecimiento tan dramático como el ocurrido esta semana, nada puede quedar igual. Desde ningún punto de vista. Cuando un hecho de estas características sucedía en algún otro lugar del país, ocupaba durante unos días el interés de los medios nacionales y después pasaba al olvido. Ni siquiera las sucesivas lluvias que desbordaron a la CABA en los últimos años se convirtieron en asuntos nacionales con tanta facilidad. Esta vez, parece haber un punto de inflexión. O por lo menos, debe haberlo. Quizá la casi simultaneidad de la inundación en las dos capitales conduzcan a pensar otras cosas, además de la infraestructura pluvial. La concentración urbana desproporcionada y el abandono de toda planificación pueden ser los temas en los que se concentren las miradas a partir de ahora. Otra cuestión importante puede pasar por dejar de pensar en las grandes ciudades como el blanco principal del negocio fácil, sobre todo en términos de construcción edilicia. Y también, una vez más, en la desequilibrada distribución poblacional que tiene nuestro país, que concentra en una provincia más del 40 por ciento de sus habitantes y no en todo su territorio, sino en una franja. Tanto amontonamiento provoca colapsos en muchos sentidos: en la circulación, en los servicios, en la convivencia, en el espacio. Todo acontecimiento dramático tiene un antes y un después. El después de este caso merece pensarse con seriedad y compromiso.
El antes de estas inundaciones tiene que ver con lo que no se hizo y en lo que se realizó mal. Las obras pluviales prometidas desde su primera campaña electoral por el procesado Jefe de Gobierno porteño no pasaron de la intención. Motivos y excusas inadmisibles para el distrito con el mayor presupuesto del país. El capricho de endeudarse del empresario es una conducta a la que hay que poner fin. Bastante hemos sufrido los argentinos en nuestra infausta relación con la deuda externa, producto de la más aberrante entrega durante la dictadura y el menemismo. También debilidad, ineptitud y sometimiento de los otros gobiernos. Como sea, el endeudamiento debe ser el último recurso y no el primero al momento de decidir una obra de infraestructura. Pero además de la financiación de una obra, es importante definir las prioridades. A partir de ahora, cualquier ladrillo que se coloque en la trama urbana debe estar pensado en el bien común y no en el interés de los que siempre se benefician.
En La Plata ocurrió algo parecido. La única ciudad del país diseñada para ser perfecta, sucumbió a los antojos del mercado, que siempre dejan saldos dolorosos. Si bien la cantidad de agua caída en poco tiempo se ha convertido en un récord, las consecuencias se acrecentaron por un deficiente mantenimiento de los conductos de desagote y también por el llamado boom de la construcción. Pero lo que se hizo evidente en ambos casos es la ausencia de un plan de emergencia del que los ciudadanos formen parte. Saber qué hacer en una situación extraordinaria puede disminuir los estragos y facilitar el trabajo de los rescatistas. Una sociedad organizada puede reaccionar mejor ante estos fenómenos y significará una ayuda invaluable para las autoridades.
Pero además de la difusión de un plan de emergencia a través de los medios de comunicación, simulacros en establecimientos educativos y en oficinas públicas y privadas, también es necesario que los ciudadanos abandonen la desaprensión en su relación con la ciudad y se involucren en su mantenimiento. Sobre todo en el tratamiento de todo tipo de residuos. Si bien todos los estados tienen que hacerse cargo de la recolección de residuos de manera periódica y completa, los ciudadanos también deben asumir el compromiso de mantener limpios los espacios públicos. Y no sólo por una cuestión estética o de salubridad. Un papel de caramelo puede parecer insignificante, pero cuando flota al azar en los torrentes pluviales se puede potenciar con otros compañeros de especie y obstaculizar los drenajes. Papeles, hojas, botellas, ramas, bolsas y demás envoltorios pueden ser peligrosos cuando van a la deriva. De nada sirve que las autoridades se comprometan a instalar cestos y contenedores si los individuos arrojan los residuos en cualquier sitio. Tampoco podemos dejar que los gobiernos se encarguen de todo, hasta de recoger el papelito que tiramos.
El primer paso para una sociedad madura: toda acción personal puede perjudicar o beneficiar al colectivo. Eso es solidaridad. No sólo la conmovedora respuesta ante una contingencia extraordinaria, sino pensar en el Otro siempre, en cada una de nuestras acciones. En cada paso que damos. Sólo el compromiso horizontal puede transformarse en el mandato de nuestros representantes. El lugar del Otro, desde cualquier lugar. La importancia que tiene el Otro. La empatía con el dolor. “La Patria es el Otro”, sintetizó La Presidenta en Puerto Madryn. Mucho más que una acción: una consideración. Si el Otro forma parte de mi vida, se transforma en alguien más próximo.
Esto significa abandonar las prácticas individuales que siempre conducen a la desintegración de toda manada humana. Individuos tanto de a pie como con cargo. Cuando los individuos eligen alguien que los represente, el obvio resultado es el de un individuo que conduzca a un manojo de individuos. Nada colectivo sale de un engendro así. Nada productivo ni beneficioso. Muchos casos hay en nuestra historia, pero ya no debe haber lugar para ellos.
Hay un antes y un después en estos dolorosos acontecimientos. Y también un durante, en el que cualquier cosa puede pasar. Palabras que entorpecen o recalientan el ambiente. Escenas que conmueven, indignan, desalientan. Imágenes difundidas con otras intenciones. Gestos que se convierten en símbolos. Pero estos hechos que nos desbordan también brindan la oportunidad para ser inoportuno. Y algunos explotan esas ocasiones para ser desatinados con todo el énfasis del que son capaces. Lo primero que Macri expresó apenas pisó el país se encuadra en esta caracterización. Excusas a montones y cero de autocrítica. Tanta desorientación como los damnificados, con el agregado del cinismo. La ostentación del descompromiso. La ofuscación por tener que interrumpir sus vacaciones. Después, bastante después, comprendió o le hicieron comprender qué es lo adecuado para hacer y decir en estas situaciones. Y ahora, hasta parece humano.
Quienes derraparon feo, mostrando la crudeza de su egoísmo, fueron los seguidores de Hugo y Pablo Moyano que, ajenos a cualquier colectivo, bloquearon las salidas del Polo Industrial Dock Sud, con el pretexto de reclamar “mayor seguridad”. De esta manera, se dificultaba la distribución de combustible de Shell, YPF y Pdvsa, entre otras empresas petroleras, en un momento inadecuado para generar cualquier conflicto. Otros que no sintonizan son los comerciantes que abusan de las necesidades con el incremento de los precios. Esos son los individuos que afectan al colectivo. A ésos hay que combatir, no con armas, sino con la integración, el compromiso y la interacción con el Otro. Con la solidaridad, no como una acción esporádica sino como una conducta permanente. Ese es el después necesario que debe dejarnos esta catástrofe.

3 comentarios:

  1. suscribo de punta a punta, en el caso de La Plata hay que sumar la desverguenza y mentira de Bruera y la bestial negligencia de su gestión ,cero limpieza de desagotes, cero decencia

    ResponderBorrar
  2. Bruera, si mintió, tendrá que terminar como Ibarra porque faltaron a la cuestión de honor. Ibarra lo hizo al no ir mientras Cromañon ardía y luego perdió políticamente. Pero antes perdió en el honor. Bruera, perdió por mentiroso. Te digo Gustavo, que a estos políticos de hoy, no habría que votarlos más. Y hasta la propia Cristina con quien uno suscribe más que con los otros miserables, debe prestar atención a la tragedia esta que nada tendrá de igual como bien decís. Bruera y Macri, impresentables, el primeor más que el segundo quien luego dijo, "tengo derecho a vacacione" como si la Ciudad de Buenos Aires fuera una empresa. Abrazo

    ResponderBorrar
  3. Si. Y es en lo que demuestra su poca calidad política. Dice que tiene derecho a vacaciones como todo el mundo. Pero él no es como todo el mundo. Tiene un cargo ejecutivo de la mayor responsabilidad. Siempre prioriza sus cuestiones personales, vacaciones, familia, descanso. Por eso es un individuo, porque su primer pensamiento radica en él. Y así son los individuos. Ven el mundo a través de su ombligo.

    ResponderBorrar

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...