viernes, 24 de mayo de 2013

Una década “negada”



Lo que los protestones no quieren ver
Algunos piensan que es exagerado hablar de la Década Ganada. Otros, directamente, miran con sorna cuando aparece esta expresión. Incansables, despotrican, protestan, blasfeman, injurian, calumnian. En conversaciones cotidianas, pierden los estribos, niegan realidades, repiten titulares. Pero, sobre todo, se sumergen en la amnesia, mal endémico que siempre nos ha traído problemas. Con sólo mirar hacia atrás, los argumentos vienen solos. Pero una mueca de desprecio surge del cacerolero de turno. Claro, para ellos, sólo alguien muy ingenuo puede creer en el relato K. Ingenuo o comprado. Los K somos tontos o corruptos, no queda otra. De acuerdo, uno también sostiene cosas parecidas sobre los anti-K. Dicho esto apelando al tan mentado beneficio de la duda. Sin embargo, las desmentidas abundan, aunque ellos no se enteran. Algunas patrañas con forma de titular caen por su propio peso, pero la voluntad de creer supera toda coherencia. También, pesan mucho la costumbre de estar en contra y la tradición de la desconfianza. Y, por supuesto, el enojo permanente que dibuja un imperturbable fruncimiento del rostro. Algunos, nomás, porque gran parte de la población mantiene desde hace unos años una amplia sonrisa que no puede borrarse con nada.
Y no es para menos. A pesar de las crisis que pronostican los agoreros, cada vez estamos más lejos del pantano de principios de siglo. Y la catástrofe nunca llega. Mientras en los países del ex Primer Mundo se suceden los ajustes, La Presidenta anuncia en Cadena Nacional un incremento de todas las asignaciones, que supera los índices de inflación más alucinados. Gran diferencia: en las últimas décadas del siglo pasado, los mandatarios usaban la cadena sólo para enviarnos por un tubo a la cámara séptica. En cambio, ahora nos estamos acostumbrando a que nos den buenas noticias.
Estamos tan lejos de aquellos tiempos. Los de expresión estreñida hablarán de la corrupción, pero los que vivimos en los noventa sabemos muy bien lo que es eso. También recordamos lo que es la impunidad instaurada desde el propio Estado. Y además, conservamos en la memoria  aquella Corte que de suprema no tenía nada. Los ajustes eran una constante y la política económica dejaba nuestros bolsillos cada vez más flacos. Eso sí, casi no había inflación. Tampoco crecimiento. O sí, pero lo que crecía era la desocupación y la pobreza. Un poco más atrás, tuvimos una verdadera dictadura. Así que no nos pueden engañar tampoco con eso. Menos aún los que fueron sus instigadores, cómplices y beneficiarios.
Cuando asumió Néstor Kirchner en 2003, el salario mínimo era de 200 pesos y ahora de 2875. Un 1337 por ciento de aumento. Los negadores dirán que la inflación se comió esas mejoras. Al contrario, con el actual salario mínimo se pueden comprar más cosas. En 2003, quien cobraba el mínimo podía comprar 190 litros de leche La Serenísima. Hoy, puede comprar 435. Diez años atrás con ese monto se adquirían 60 kilos de arroz Gallo y hoy 171. Si hablamos de queso cremoso Sancor sólo alcanzaba para 25 kilos y hoy para casi 60. Antes, uno podía obtener 91 docenas de huevos y hoy 169. Y respecto de la carne, un asalariado de la mínima se arreglaba con 25 kilos de tapa de nalga y hoy da para 59 kilos. Estos números son más fáciles de comprender que los casos de corrupción casi novelescos con los que muchos se apasionan. Encima, casi todos infundados.
Desde las propaladoras de estiércol ya no saben qué hacer para romper el embrujo K. Como están acostumbrados a digitar el ánimo del público, no entienden cómo las viejas tretas han dejado de dar resultado. Para fin de mes planean una nueva catarsis cacerolera –de las espontáneas- y quizá por eso ponen todo su ingenio en juego para inventar los casos más alocados. Ni siquiera se preocupan por inventar historias verosímiles. Las bolsas de dinero vuelan descontroladas en una peligrosa coreografía de corrupción. Las denuncias se convierten en sentencias antes de llegar al kiosco de Tribunales. El Jurado mediático apuesta al linchamiento porque, en la vida real, la Justicia es más lenta. Los cómplices y bufones de esta estrategia destructiva apuran las denuncias ante cámara porque saben que un Juez no las tomaría en cuenta, salvo para darles el gusto. O para entrar en el juego.
Los que se abroquelan en la tan desorientada oposición participan del casting que propone el establishment para coronar al Elegido, sin sospechar que de esa manera van camino a la aniquilación. La agenda mediática es tan antojadiza que es imposible convertirla en política y los políticos que se zambullen en ese tejido terminan tan enredados que no saben qué pensar. Ejemplos sobran. Pero el último resulta doloroso. El gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, quizá conmovido por la reciente muerte del Dictador o preocupado por el futuro de los cómplices civiles, realizó una confusa propuesta que después se esmeró en negar. Tarde, por supuesto. “Argentina necesita un baño de reconciliación” exclamó, como un iluminado, en el programa de Alfredo Leuco. Lejos de reconocer algún mérito al gobierno que eliminó las Leyes del Perdón e impulsó los juicios por delitos de Lesa Humanidad, trató de ironizar pero quedó en ridículo. El mediterráneo con aspiraciones al fracaso afirmó que el gobierno desarrolla “una política del resentimiento; en vez de negociar para conseguir la información necesaria se dedicó a amenazarlos diciéndoles ‘los vamos a reventar’”. Inspirado a más no poder, propone una negociación con los genocidas, “como en otros países: ‘Te ofrezco reducirte las penas si me decís realmente dónde están los que nos faltan’”. El repudio no fue escaso ante semejantes ideas extemporáneas.
Porque para seguir creciendo hay que avanzar y no retroceder. Para recuperar lo que perdimos en décadas pasadas, el Estado tiene que ocupar aquellos espacios que los privados abandonan. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, no descartó “estatizar el sistema ferroviario de pasajeros si las empresas que operan las líneas no cumplen con su función, que es que los pasajeros viajen todos los días un poco mejor”. Una diferencia enorme con otros tiempos, cuando lo privado era garantía de excelencia, pero, en realidad, privaba a los usuarios hasta del mínimo servicio. Lo único de excelencia era la cantidad de plata que se llevaban.
Cualquier síntesis que se haga de estos diez años resultará insuficiente. Los anuncios de La Presidenta muestran un Estado que garantiza la distribución del ingreso y reactiva el mercado interno para dinamizar el crecimiento. Pero además, es capaz de señalar a los responsables de la inflación, que tanto desespera a los adoradores de la ortodoxia económica. Por eso, CFK convocó a los militantes con el programa “Mirar para cuidar”, que recibió las más disparatadas interpretaciones de los disparatados de siempre. Antes, la observación de los precios estaba en manos de individuos que recorrían las góndolas para cuidar su propio bolsillo. A partir de ahora, serán grupos de ciudadanos organizados que destinan su tiempo para resguardar el bolsillo de todos. Las transformaciones que hemos tenido en estos años son tantas, que no entran en ningún texto que pretenda ser sintético. Menos aún, en una frase. Pero lo más significativo de esta década es, sin dudas, la conformación de un colectivo solidario que se vuelve cada vez más indisoluble.

3 comentarios:

  1. Buen post! Primera vez que leo tu blog.
    Lo que más duele de lo que falta es el trabajo en negro, porque muchos de los logros del gobierno articulan con estar en blanco (PROCREAR, por ej).
    Lo que está claro es que, según ellos, los datos duros de la realidad indican que en cualquier momento el humor social se vuelve en contra de ese gobierno. Y eso indica que no entendieron nada.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. En realidad, muchos de los que se oponen entienden muy bien lo que está pasando. Y por eso se oponen con tanto énfasis. El trabajo no registrado es una de las deudas pendientes en gran parte por una cuestión cultural. También de especulación. Muy difícil revertir en diez años un mal que es histórico. Así y todo, como propongo en este texto, con sólo mirar cómo estuvimos, los argumentos sobran. Un abrazo enorme y espero verte seguido por mi blog.

      Borrar
  2. ME GUSTÓ.
    PROPONGO SEGUIR AGREGANDO RAZONES DE ÍNDOLES VARIADOS.
    POR EJEMPLO: HACE 10 AÑOS CON UN SALARO MÍNIMO ALQUILABAS TRES CUARTO DEPTO . HOY CASI DOS. ( SI TE HACÍAS CON EL MENCIONADO SALARIO PUES DURANTE CASI OCHO MESES ALGUNOS NI LOS PERCIBIMOS). MIGUEL PARJOMETZ

    ResponderBorrar

Un viernes negro

  La fortuna nos dio una chance. El disparo no salió, pero podría haber salido . El feriado del viernes es un casi duelo. La ingrata sorpres...