Nadie se hubiera enterado de la
travesura de Macri de no haber aparecido un fotógrafo dispuesto a conseguir una
oportuna nota gráfica. De cualquier modo, la perversa lógica empresarial del
Ingeniero convirtió la foto en algo mucho más grave. Todo es una mercancía para los tipos como él. Comprar el silencio,
como hace en su principado. El público cautivo de los medios hegemónicos no se
entera de nada malo sobre el niño Mauricio.
Y los conflictos de vivir en una ciudad gobernada por alguien así sólo tiene un
responsable: Cristina y su equipo, que
viven para hacer imposible la vida de los porteños. Mientras el Alcalde
Amarillo regatea fotos en el baño de un aeropuerto, algunos exponentes de la
oposición inauguran el año con las sandeces de siempre, pensando que harán
historia. Sin embargo, la ola de calor que derritió a las principales ciudades
del centro del país ya les ha ganado, no sólo por la intensidad de las altas
temperaturas sino por su persistencia. No es casualidad que así sea: en ellas han abandonado el verde por el
cemento, y eso se paga. Si de cada tres demoliciones que se realizan para
construir torres, destinaran una a un espacio arbolado, las cosas serían
diferentes. Si no primara el negocio,
tanto en las ciudades como en el campo, tendríamos menos dificultades para
convivir con el clima.
No sólo el incidente de la foto
puso en ridículo al procesado Jefe de Gobierno porteño. Al simulacro de
interrupción de sus vacaciones permanentes, se le suma su propuesta de
modificar el horario, medida que, en otros tiempos, sólo ha aportado más
trastornos que ahorro energético. Además,
esto no es un problema de cantidad, sino de llegada. Por más que se
modifique la hora, son cables y transformadores los que no dan más. Y algunos,
con buenas intenciones, proponen consumir menos energía como una muestra de
solidaridad con los damnificados. Está bien promover una disminución del
derroche, como el de esos grandes
negocios que tratan de mantener un clima interior fresco con sus enormes
puertas abiertas al infierno. O la disminución de las luminarias en las
marquesinas de negocios y diversos locales de entretenimiento. Pero nada debe
evitar que sean las empresas encargadas de la distribución las
que asuman su responsabilidad al mezquinar inversiones, a pesar de las
ganancias que devienen de tener un público cautivo.
Si esta ola de calor que afectó
al centro del país se hizo sentir hasta lo insoportable, no sólo fue por los
cortes en el suministro de energía sino también por la indiferencia de los
directivos de las empresas. Y su cinismo, también, porque salieron a recitar
inconsistencias en los medios
protectores a fuerza de innecesarios aportes publicitarios. Porque, ¿qué
otra finalidad tiene la presencia de empresas regionalmente monopólicas entre
las pautas de ciertos canales más que una especie de soborno? Si los clientes no tienen la posibilidad de
elegir, ¿para qué publicitar los servicios? Sólo es dinero utilizado para
comprar silencio, en lugar de destinarlo a la inversión para brindar una mejor
prestación. Hasta ahora, el Estado Nacional se ha limitado a aplicar multas –frenadas, por supuesto, por las cautelares
de siempre- y a realizar algunas reprimendas públicas.
Las medidas deben ser otras,
mucho más enérgicas, valga la metáfora. La suspensión de la publicidad debería
ser la primera. O, para que no chillen desde los medios hegemónicos, que sus mensajes sean sólo un pedido de
disculpas ante las molestias ocasionadas por la angurria desmedida. En
segundo lugar, exigir la presentación de un informe que incluya autocríticas y
ganancias repartidas y además, un plan de inversión para revertir la
precariedad en la distribución. Sin llegar al extremo de la estatización
absoluta, la salida puede ser la expropiación de más de la mitad de la empresa,
como se hizo con YPF, para que los
privados aprendan cómo hacer las cosas. Y eso sí, que nos cueste lo menos
posible para que no paguemos entre todos los errores de algunos.
“Cuando
la culpa es de todos, es de nadie”, decían los abuelos. En medio de
la angustia desatada por el calor y la falta de electricidad, la confusión
estaba servida. Por eso, algunos bienintencionados y otros no tanto, pusieron
el foco en el uso y abuso del aire acondicionado. Los medios radiales, sobre
todo, en su afán de recalentar el
ambiente, difundieron testimonios de vecinos que denunciaban a otros por
dejar todo el día encendido el aparato, aunque no haya nadie en el domicilio.
Un derroche a todas luces, pero que no debe usarse para explicar esta crisis.
Quizá sí, para re direccionar los subsidios y no facilitar el mal uso del
servicio de aquellos que no les asusta pagar un poco más. Porque el problema no es de oferta sino de la insuficiencia de la red
para satisfacer la demanda. En fin, inconsistencias en medio de la
desesperación. Eso sí, a mediano y largo plazo hay que re pensar el diseño
urbano y la explotación de la tierra porque el clima ya nos está pasando una
pesada factura.
La
oposición no se refresca
Los principales referentes del
socialismo, el radicalismo y otras variantes del pseudo progresismo se
reunieron durante el fin de semana en Rosario para pergeñar una estrategia unificada a nivel nacional para disputar
con cierta dignidad la presidencia en 2015. Si llegan juntos, por supuesto. En el documento que lograron esbozar
critican sin reparos al equipo de CFK y se comprometen a “elaborar una propuesta de gobierno”, algo que nunca han hecho hasta ahora. La histórica “Declaración de Rosario” contiene histriónicas
declamaciones sobre temas como la inflación, la crisis energética, inseguridad,
pobreza y desigualdad.
El principal referente de este
espacio, el ex anestesista Hermes Binner, se mostró exultante ante el resultado
del encuentro. Envalentonado, no sólo
apeló a sus rutinarias e insustanciales críticas al kirchnerismo, sino que
se animó a disparar contra el Frente Renovador. “Massa es más de lo mismo. De renovador tiene sólo el nombre”, declaró
con picardía. Y agregó, sin rubor: “tenemos
que pensar en otra construcción que sea una renovación en serio”. Con él como líder, mucho no se podrá lograr
si el eje es la renovación. Además, el concepto que encierra esa palabra es
por demás de ambiguo. En este momento, la
renovación puede ser la restauración, como lo que propone el ahora diputado
Sergio Massa. Por otro lado, “lo nuevo” no siempre es beneficioso per se. Y
sobrevuela una duda: ¿qué es ‘lo mismo’ para Binner? Massa es lo mismo, ¿respecto
a qué? ¿Al kirchnerismo? ¿Al neoliberalismo? Si quiere ser presidente, sería saludable que el ex gobernador abandone
los enigmas y hable un con poco más de claridad.
Porque
emiten un documento en el que hablan de la desigualdad y la pobreza, sin tener en cuenta la reducción que se ha
producido en esos tópicos. Tampoco dicen nada del salario mínimo de
Argentina que, equivalente a 560 dólares, es
el más alto de la región, cuyo promedio alcanza los 330. Y la reducción del
desempleo, que se ubica en el 6,6 por ciento, es uno de los logros más
trascendentes de esta década. Porque
ninguna fuerza que se diga progresista puede elaborar su plataforma a partir de
una ruptura con el presente, sino cuanto mucho, como profundización. Salvo
que propongan una revolución, que no debe estar en los planes de Binner y sus
seguidores. Si Massa es una promesa de restauración noventosa, el pan radicalismo parece no ofrecer más
que el retorno de la Alianza, esa especie de republicanismo servil que tanto
fracaso rememora. Una pena que muchos se dejen confundir con la ilusión de
alcanzar el paraíso sin confrontación ni enconos. Un peligro que muchos
terminen seducidos por consignas tan livianas. Triste sería retornar a nuestro peor pasado de la mano de hipócritas
promesas de futuro.
Muy buen artículo Gustavo !!! En cuanto a las empresas de energía ,para mí deberían ser manejadas por el Estado,ya "padecimos" lo que son en manos de privados
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