jueves, 2 de enero de 2014

Año nuevo, temperatura nueva


Nadie se hubiera enterado de la travesura de Macri de no haber aparecido un fotógrafo dispuesto a conseguir una oportuna nota gráfica. De cualquier modo, la perversa lógica empresarial del Ingeniero convirtió la foto en algo mucho más grave. Todo es una mercancía para los tipos como él. Comprar el silencio, como hace en su principado. El público cautivo de los medios hegemónicos no se entera de nada malo sobre el niño Mauricio. Y los conflictos de vivir en una ciudad gobernada por alguien así sólo tiene un responsable: Cristina y su equipo, que viven para hacer imposible la vida de los porteños. Mientras el Alcalde Amarillo regatea fotos en el baño de un aeropuerto, algunos exponentes de la oposición inauguran el año con las sandeces de siempre, pensando que harán historia. Sin embargo, la ola de calor que derritió a las principales ciudades del centro del país ya les ha ganado, no sólo por la intensidad de las altas temperaturas sino por su persistencia. No es casualidad que así sea: en ellas han abandonado el verde por el cemento, y eso se paga. Si de cada tres demoliciones que se realizan para construir torres, destinaran una a un espacio arbolado, las cosas serían diferentes. Si no primara el negocio, tanto en las ciudades como en el campo, tendríamos menos dificultades para convivir con el clima.
No sólo el incidente de la foto puso en ridículo al procesado Jefe de Gobierno porteño. Al simulacro de interrupción de sus vacaciones permanentes, se le suma su propuesta de modificar el horario, medida que, en otros tiempos, sólo ha aportado más trastornos que ahorro energético. Además, esto no es un problema de cantidad, sino de llegada. Por más que se modifique la hora, son cables y transformadores los que no dan más. Y algunos, con buenas intenciones, proponen consumir menos energía como una muestra de solidaridad con los damnificados. Está bien promover una disminución del derroche, como el de esos grandes negocios que tratan de mantener un clima interior fresco con sus enormes puertas abiertas al infierno. O la disminución de las luminarias en las marquesinas de negocios y diversos locales de entretenimiento. Pero nada debe evitar que sean las empresas encargadas de la distribución las que asuman su responsabilidad al mezquinar inversiones, a pesar de las ganancias que devienen de tener un público cautivo.
Si esta ola de calor que afectó al centro del país se hizo sentir hasta lo insoportable, no sólo fue por los cortes en el suministro de energía sino también por la indiferencia de los directivos de las empresas. Y su cinismo, también, porque salieron a recitar inconsistencias en los medios protectores a fuerza de innecesarios aportes publicitarios. Porque, ¿qué otra finalidad tiene la presencia de empresas regionalmente monopólicas entre las pautas de ciertos canales más que una especie de soborno? Si los clientes no tienen la posibilidad de elegir, ¿para qué publicitar los servicios? Sólo es dinero utilizado para comprar silencio, en lugar de destinarlo a la inversión para brindar una mejor prestación. Hasta ahora, el Estado Nacional se ha limitado a aplicar multas –frenadas, por supuesto, por las cautelares de siempre- y a realizar algunas reprimendas públicas.
Las medidas deben ser otras, mucho más enérgicas, valga la metáfora. La suspensión de la publicidad debería ser la primera. O, para que no chillen desde los medios hegemónicos, que sus mensajes sean sólo un pedido de disculpas ante las molestias ocasionadas por la angurria desmedida. En segundo lugar, exigir la presentación de un informe que incluya autocríticas y ganancias repartidas y además, un plan de inversión para revertir la precariedad en la distribución. Sin llegar al extremo de la estatización absoluta, la salida puede ser la expropiación de más de la mitad de la empresa, como se hizo con YPF, para que los privados aprendan cómo hacer las cosas. Y eso sí, que nos cueste lo menos posible para que no paguemos entre todos los errores de algunos.
“Cuando la culpa es de todos, es de nadie”, decían los abuelos. En medio de la angustia desatada por el calor y la falta de electricidad, la confusión estaba servida. Por eso, algunos bienintencionados y otros no tanto, pusieron el foco en el uso y abuso del aire acondicionado. Los medios radiales, sobre todo, en su afán de recalentar el ambiente, difundieron testimonios de vecinos que denunciaban a otros por dejar todo el día encendido el aparato, aunque no haya nadie en el domicilio. Un derroche a todas luces, pero que no debe usarse para explicar esta crisis. Quizá sí, para re direccionar los subsidios y no facilitar el mal uso del servicio de aquellos que no les asusta pagar un poco más. Porque el problema no es de oferta sino de la insuficiencia de la red para satisfacer la demanda. En fin, inconsistencias en medio de la desesperación. Eso sí, a mediano y largo plazo hay que re pensar el diseño urbano y la explotación de la tierra porque el clima ya nos está pasando una pesada factura.
La oposición no se refresca
Los principales referentes del socialismo, el radicalismo y otras variantes del pseudo progresismo se reunieron durante el fin de semana en Rosario para pergeñar una estrategia unificada a nivel nacional para disputar con cierta dignidad la presidencia en 2015. Si llegan juntos, por supuesto. En el documento que lograron esbozar critican sin reparos al equipo de CFK y se comprometen a “elaborar una propuesta de gobierno”, algo que nunca han hecho hasta ahora. La histórica “Declaración de Rosario” contiene histriónicas declamaciones sobre temas como la inflación, la crisis energética, inseguridad, pobreza y desigualdad.
El principal referente de este espacio, el ex anestesista Hermes Binner, se mostró exultante ante el resultado del encuentro. Envalentonado, no sólo apeló a sus rutinarias e insustanciales críticas al kirchnerismo, sino que se animó a disparar contra el Frente Renovador. “Massa es más de lo mismo. De renovador tiene sólo el nombre”, declaró con picardía. Y agregó, sin rubor: “tenemos que pensar en otra construcción que sea una renovación en serio”. Con él como líder, mucho no se podrá lograr si el eje es la renovación. Además, el concepto que encierra esa palabra es por demás de ambiguo. En este momento, la renovación puede ser la restauración, como lo que propone el ahora diputado Sergio Massa. Por otro lado, “lo nuevo” no siempre es beneficioso per se. Y sobrevuela una duda: ¿qué es ‘lo mismo’ para Binner? Massa es lo mismo, ¿respecto a qué? ¿Al kirchnerismo? ¿Al neoliberalismo? Si quiere ser presidente, sería saludable que el ex gobernador abandone los enigmas y hable un con poco más de claridad.
Porque emiten un documento en el que hablan de la desigualdad y la pobreza, sin tener en cuenta la reducción que se ha producido en esos tópicos. Tampoco dicen nada del salario mínimo de Argentina que, equivalente a 560 dólares, es el más alto de la región, cuyo promedio alcanza los 330. Y la reducción del desempleo, que se ubica en el 6,6 por ciento, es uno de los logros más trascendentes de esta década. Porque ninguna fuerza que se diga progresista puede elaborar su plataforma a partir de una ruptura con el presente, sino cuanto mucho, como profundización. Salvo que propongan una revolución, que no debe estar en los planes de Binner y sus seguidores. Si Massa es una promesa de restauración noventosa, el pan radicalismo parece no ofrecer más que el retorno de la Alianza, esa especie de republicanismo servil que tanto fracaso rememora. Una pena que muchos se dejen confundir con la ilusión de alcanzar el paraíso sin confrontación ni enconos. Un peligro que muchos terminen seducidos por consignas tan livianas. Triste sería retornar a nuestro peor pasado de la mano de hipócritas promesas de futuro.

1 comentario:

  1. Muy buen artículo Gustavo !!! En cuanto a las empresas de energía ,para mí deberían ser manejadas por el Estado,ya "padecimos" lo que son en manos de privados

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