viernes, 31 de enero de 2014

Los gusanos rurales de la especulación


Silos-bolsa: enormes gusanos plásticos y blanquecinos
que parecen carcomer la argentinidad de los campos.
Apuntes discontinuos, 29 de enero de 2014

Cuántos de los que apoyaron sin comprender demasiado la rebelión de los estancieros en 2008 estarán dispuestos a sumarse a la nueva asonada que el poder fáctico pergeña. En aquellos tiempos, las frases “yo estoy con el campo” o “el campo es patria” adornaban vidrieras y parabrisas casi con orgullo ciudadano. Hoy, tal vez, avergonzaría un poco sumarse a los conspiradores eternos de la democracia. Más aún, cuando los grandes productores siguen negándose a liquidar los granos a la espera de mayores ventajas para llenar sus rellenos bolsillos. Encima, justifican su avaricia tratando de despertar solidaridad con sus desconsolados lamentos. Carlos Garetto, de Coninagro, manifestó que “si hubieran ganado plata, estarían en Dubai”. Ese es el paraíso para ellos, el monumento a la riqueza obscena, a la desigualdad bestial, al aquelarre económico en donde ganan unos pocos. En eso quieren transformar nuestro país. El círculo rojo se ha puesto en movimiento porque sus integrantes comienzan a sentirse menos dueños del país que consideran su exclusiva posesión.
Un nuevo embate estamos presenciando, cuyo objetivo es propinar un golpe mortífero al Gobierno Nacional. Una acción coordinada que incluye operadores económicos, políticos y mediáticos que quieren instalar la idea de una economía que se derrumba. Un imaginario construido desde los medios hegemónicos que apunta a mostrar una Presidenta sola, desconcertada, desfalleciente, inactiva. Como siempre, titulares que manipulan, mienten, exageran, silencian. Y en las sombras, siniestros personajes que apuestan sus fichas para acelerar un desmadre que, desde hace mucho, les está negado. Más de una vez se ha dicho en este espacio que esos individuos angurrientos ganan mucho más en el desastre que en la bonanza. Nada les importa más que llenar sus arcones con fortunas extraídas de la miseria. Tanto quieren al país que hacen lo imposible por hundirlo. 
Algunos exponentes de este grupete despreciable se animan a poner la cara para difundir su nefasto ideario, hasta justificar la indisimulable gula que los impulsa. Desde que el Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció la adquisición de dólares para atesoramiento, están más encabritados que nunca. En vez de menear los rabos ante la devaluación del dólar –como exigen siempre-, gruñen y babean porque quieren más. Quizá algún desprevenido no comprenda del todo el alcance de sus pretensiones. Simple: ellos quieren todo. Los integrantes del círculo rojo serían más que dichosos con un gobierno que elimine los impuestos, garantice sus ganancias exorbitantes, permita la explotación laboral y esconda a los desplazados. El país ideal sería uno en el que 40 millones trabajen por mendrugos para preservar los privilegios de diez mil patricios. El país del Centenario, con todas las letras.
Para muestra, basta un poroto
Sin pudor, exhiben un gataflorismo patético, más adecuado para un personaje de Capusotto que para la vida real. En todos estos años los hemos escuchado clamar por una devaluación de nuestra moneda porque con un dólar bajo, las exportaciones no son competitivas. Para ellos, ‘competitivo’ significa ganar mucho fácilmente, sin invertir, sin innovar. Sus ganancias no son el resultado del trabajo, sino de una renta jugosísima. Ahora que las autoridades económicas ubicaron la moneda verde a ocho pesos, tampoco están conformes. El titular de Coninagro, Carlos Garetto, aseguró que esa cotización “no es un incentivo” para liquidar los granos que descansan en el vientre de los enormes gusanos blancos que infectan nuestros campos. Pero, en una esquizofrenia aterradora, se lamentó porque "los productores compran muchos insumos importados, así que, en ese sentido, un dólar más caro no es tan conveniente". Entonces, ¿qué quiere? ¿Un dólar a 20 pesos para exportar y otro a uno para importar?
El mismo individuo también habló de la presión tributaria, que parece asfixiarlos hasta volverlos azules, como el dólar con el que juegan. Pero ellos quieren ser verdes, como las tierras que explotan y el dólar que anhelan. La cotización que los excita es la del ilegal, el que ellos llaman blue por elegancia cromática, aunque en realidad debería ser ghost, fantasma, porque aumenta aunque nadie opere con él. Y el condimento ideal para completar este plato es la anulación absoluta de cualquier tributo.
Antes de que alguno se conduela ante tanto sufrimiento, este dirigente que dice representar a los cooperativistas, adopta los argumentos de los patricios rurales, los grandes productores que monopolizan la argentinidad tanto simbólica como material. Los terratenientes herederos de tierras usurpadas a fuerza de balas y los nuevos estancieros que crecieron gracias a su complicidad con la dictadura y al descontrol noventoso. Porque no son humildes campesinos los que están clamando por un beneficio mayor: los pequeños y medianos productores no tienen el respaldo económico para mantener su cosecha en los silos. Son los grandotes, los que no sólo tienen respaldo, sino un asiento aerodinámico reclinable con masajeador incorporado.
De acuerdo a los cálculos del ministro de Agricultura, Carlos Casamiquela, “hay 8 millones de toneladas de granos, mayormente soja, sin liquidar. Esto equivale a 3500 millones de dólares que podrían ingresar al país”. Como para que no queden dudas de que estamos ante una conspiración, en enero del año pasado se había liquidado el 97 por ciento de la cosecha de soja, en cambio hasta ahora sólo se puso en movimiento el 83. En la campaña en curso, se estima que la producción superará los 103 millones de toneladas y, de todo eso, la soja constituye la mitad. Una entrada de divisas por 5760 millones de dólares con una ganancia para los exportadores de más de 30000 millones de pesos. Demasiado dinero para pocas manos; mucho poder para mentes tan perversas.
Estos malintencionados están pidiendo medidas drásticas. Para la exportación de productos agropecuarios, la histórica Junta Nacional de Granos. Para la derivación de recursos a la industria, una especie de IAPI. La aplicación de la ley de abastecimiento también abarcaría a los que especulan con los productos esenciales. El Congreso tendrá la posibilidad de discutir leyes antimonopólicas y poner un freno a la extranjerización de la economía. Los poderosos están desbocados y nosotros, al borde del hartazgo. Para continuar con este proyecto de país, no sería saludable que ganen la pulseada. Si nos derrotan en esta mano, nos pasan por encima. Y lo estamos pasando demasiado bien para perder otra vez.

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