miércoles, 12 de marzo de 2014

Había una vez un circo


Algunas alianzas se arman y se desarman en un parpadeo; lo que antes era un límite, ahora es una posibilidad. El desconcierto reina en la oposición y lo que todavía no debería ser una campaña parece una alocada danza sin ritmo ni melodía. La diputada espiritual –su cuerpo casi nunca entra al recinto-, Elisa Carrió afirmó que trabaja en silencio para conformar una alianza. Si esto es el silencio, como será su vocinglería. Un cruce de piropos con Mauricio Macri puede poner en un brete al senador Fernando Solanas, que siempre consideró inadmisible trabajar junto al líder del PRO. Por ahora, por supuesto. Hace unos años aseguraba estar en las antípodas de la que hoy es su principal aliada. UNEN, el lema que encontraron para identificarse, más que una agrupación política parece el nombre de fantasía de un pegamento que, en lugar de adherir, pegotea, apelmaza, produce una alquimia absurda. Los radicales más conservadores también ven en Macri la posibilidad de perdurar. O en Massa, de acuerdo a quién mida más. Esa mirada extraviada anula toda coherencia en la elaboración programática, por lo que no proponen nada: sólo balbuceos quejosos y contradicciones descomunales.
Como sea, la candidatura presidencial de Mauricio Macri no sólo levanta polvareda en el estudio televisivo de la no-política. También puede acarrear problemas familiares. Una vez más, Franco, el padre de la creatura, aconsejó a Mauricio que se quede en su casa cuidando a sus hijos. El creador de una empresa que creció gracias a su alianza con la dictadura afirmó que su hijo puede ser un buen presidente, pero los Kirchner han sido mejores. Con su extravagante pronunciación italiana regaló a la prensa una patética exageración: “en Argentina todo crece, todos compran, todos venden”. Contra lo que recita su hijo, el Alcalde de la CABA, preguntó, con ironía, si “¿nosotros nos consideramos en crisis?”, porque él podría dar “ejemplos de países muy desarrollados que sí están en crisis”.
Esto no es todo. Como si estuviera haciendo una declaración de amor, consideró que nuestro país, “con los gobiernos de los señores Kirchner, ha tomado algunos toros por las astas y eso representa un gran esfuerzo (...) Han tratado de modernizar el país, han tratado de recrear la industria, porque habíamos perdido totalmente nuestra capacidad industrial, y sin industria no hay empleos”. Ya lo dijo Martín Fierro: “un padre que da consejos, más que un padre es un amigo”. Franco le aconseja –tal vez le suplica- que por el bien de todos no rompa esta maqueta; que una cosa es juguetear con la Capital del país, en donde viven los amigotes que lo consienten, y otra es estropear el país en su conjunto. Sabio consejo con formato de herencia. Una herencia que nos beneficiaría a todos.
Incoherencias al por mayor
Desde hace un tiempo, nos hemos acostumbrado no sólo a los constantes bombardeos de los medios opositores sino también a las incoherencias de los políticos acólitos. Juntos tratan de convencernos de que vivimos en el peor país, que estamos aislados, que nuestros vecinos están mejor que nosotros. En definitiva, tonterías sólo destinadas a los prejuiciosos. En lo posible, ni mencionan la crisis que padecen los pueblos del ex Primer Mundo. Chile y Uruguay siempre han aparecido en esos mensajes como ejemplos vergonzantes pues, con menos recursos, viven mucho mejor. Por supuesto, ésa es una mentira más con que tratan de debilitar nuestra autoestima.
Seguramente ponderarán las iniciativas de Michelle Bachelet, aunque sean muy parecidas a las que ha tomado CFK. Tal vez destinarán flores a los proyectos para mejorar la educación, la protección social y el acceso a la salud en el país trasandino. Quizá aplaudan cuando los diputados y senadores chilenos comiencen a debatir una gran reforma tributaria. Y ovacionarán a rabiar si se discute una nueva constitución. Pero acá, todo eso despierta los más crudos dicterios. Y si el gobierno uruguayo empieza a observar con atención el funcionamiento del programa Precios Cuidados, tratarán de apelar a sus mugrientos recursos para ocultar esa novedad.
Un plan para contener los precios que aparecía como uno más entre otros, destinado al fracaso o al olvido. Sin embargo, sorprendió por su repercusión pues permitió visibilizar el origen de la distorsión en los precios y dispara la posibilidad de nuevas iniciativas para contenerlos. Lo que quedó en evidencia es la tasa de ganancia que tienen las empresas productoras, distribuidoras y comercializadoras, que supera el 100 por ciento hasta alcanzar el escandaloso 1300 por ciento de los limones. Quizá por eso Precios Cuidados tiene una aceptación que ya trepa al 60 por ciento. Y lo más interesante es que casi el 70 por ciento aprueba las sanciones que puedan recibir las empresas que incumplan con el acuerdo.
En esto tampoco ayudan los políticos opositores, lo que demuestra que les interesa poco y nada el bienestar de la población. Antes de sumergirse en el ridículo por su rechazo al proyecto del nuevo Código Penal, Sergio Massa había intentado denostar el trabajo de la Secretaría de Comercio. Una foto en un almacén no sólo demuestra su desorientación, sino también su impronta malintencionada. Como Carrió, publicando en twitter esa foto en la que mira con asombro el precio de unas alcaparras en una despensa gourmet. En eso están, extraviados pero destructivos, con una brújula enloquecida que apunta a cualquier lado, sin aportar nada para garantizar un futuro.
Mientras tanto, el IPC será más bondadoso porque algunos precios están abandonando la desmadrada carrera al infinito. Para el secretario de Comercio Augusto Costa, “el programa de Precios Cuidados es un éxito. Eso es gracias a la participación de distintos actores. Estamos evitando que algunos se apropien de lo que no les corresponde y que cada uno de los argentinos defienda su bolsillo, porque es una responsabilidad de todos. Hoy tenemos una política instalada. Hay que seguir ampliándola”.
El camino, entonces, será profundizar el rol del Estado en la contención del angurria empresarial ya sea con nuevos acuerdos, con más controles y con una legislación que aporte más herramientas para la protección de nuestros bolsillos. Aunque afirmen lo contrario, son los formadores de precios los que tienen la culpa de las cifras tan descabelladas que encontramos en las góndolas. Especulación, ambición, mezquindad, conspiración. Todo eso debe ser sancionado con rigor. El borrador del nuevo código incluye estos tópicos como delitos. ¿Será por esto que los candidatos del establishment salieron con los tapones de punta y no por la baja de las penas, las puertas giratorias, la apertura de las cárceles y la eliminación de la reincidencia, como afirman ante el público?
El año y pico que queda hasta las próximas elecciones serán cruciales para la consolidación de nuestro futuro. Aunque parezca un tema menor ante los logros de esta década, el tamaño de la bolsa de las compras o el tope del carrito condicionan el humor de los votantes. Hacia ese rumbo tiene que orientarse la energía del equipo gubernamental: a facilitar el acceso a los bienes cotidianos. La expansión del Mercado Central, el incentivo a las economías regionales, el apoyo a las empresas familiares y cooperativas y, sobre todo, disminuir el poder de daño de los monopolios y oligopolios. Todo esto y mucho más deberá encararse en estos meses mientras los monigotes siguen bailoteando en los escenarios televisivos de siempre.   

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