Algunas alianzas se arman y se
desarman en un parpadeo; lo que antes
era un límite, ahora es una posibilidad. El desconcierto reina en la
oposición y lo que todavía no debería ser una campaña parece una alocada danza
sin ritmo ni melodía. La diputada espiritual
–su cuerpo casi nunca entra al recinto-,
Elisa Carrió afirmó que trabaja en silencio para conformar una alianza. Si esto es el silencio, como será su
vocinglería. Un cruce de piropos con Mauricio Macri puede poner en un brete
al senador Fernando Solanas, que siempre consideró inadmisible trabajar junto
al líder del PRO. Por ahora, por
supuesto. Hace unos años aseguraba estar en las antípodas de la que hoy es
su principal aliada. UNEN, el lema que encontraron para identificarse, más que
una agrupación política parece el nombre de fantasía de un pegamento que, en lugar de adherir, pegotea, apelmaza, produce una
alquimia absurda. Los radicales más
conservadores también ven en Macri la posibilidad de perdurar. O en Massa,
de acuerdo a quién mida más. Esa mirada extraviada anula toda coherencia en la
elaboración programática, por lo que no proponen nada: sólo balbuceos quejosos y contradicciones descomunales.
Como sea, la candidatura
presidencial de Mauricio Macri no sólo levanta polvareda en el estudio televisivo
de la no-política. También puede
acarrear problemas familiares. Una vez más, Franco, el padre de la creatura, aconsejó a Mauricio que se
quede en su casa cuidando a sus hijos. El creador de una empresa que creció
gracias a su alianza con la dictadura afirmó
que su hijo puede ser un buen presidente, pero los Kirchner han sido mejores.
Con su extravagante pronunciación italiana regaló a la prensa una patética
exageración: “en Argentina todo crece,
todos compran, todos venden”. Contra lo que recita su hijo, el Alcalde de la CABA, preguntó, con
ironía, si “¿nosotros nos consideramos en
crisis?”, porque él podría dar “ejemplos de países muy desarrollados que sí
están en crisis”.
Esto no es todo. Como si estuviera haciendo una
declaración de amor, consideró que nuestro país, “con los gobiernos de los señores Kirchner, ha tomado algunos toros por
las astas y eso representa un gran esfuerzo (...) Han tratado de modernizar el país, han tratado de recrear la industria,
porque habíamos perdido totalmente nuestra capacidad industrial, y sin
industria no hay empleos”. Ya lo dijo Martín Fierro: “un padre que da consejos, más que un padre es un amigo”. Franco le
aconseja –tal vez le suplica- que por el bien de todos no rompa esta maqueta; que una cosa es juguetear con
la Capital del país, en donde viven los amigotes
que lo consienten, y otra es estropear
el país en su conjunto. Sabio consejo con formato de herencia. Una herencia que nos beneficiaría a todos.
Incoherencias
al por mayor
Desde
hace un tiempo, nos hemos acostumbrado no sólo a los constantes bombardeos de
los medios opositores sino también a las
incoherencias de los políticos acólitos. Juntos tratan de convencernos de
que vivimos en el peor país, que estamos aislados, que nuestros vecinos están
mejor que nosotros. En definitiva,
tonterías sólo destinadas a los prejuiciosos. En lo posible, ni mencionan
la crisis que padecen los pueblos del ex Primer Mundo. Chile y Uruguay siempre
han aparecido en esos mensajes como ejemplos vergonzantes pues, con menos
recursos, viven mucho mejor. Por
supuesto, ésa es una mentira más con que tratan de debilitar nuestra autoestima.
Seguramente
ponderarán las iniciativas de Michelle Bachelet, aunque sean muy parecidas a las que ha tomado CFK. Tal vez
destinarán flores a los proyectos para mejorar la educación, la protección
social y el acceso a la salud en el país trasandino. Quizá aplaudan cuando los
diputados y senadores chilenos comiencen a debatir una gran reforma tributaria. Y ovacionarán a rabiar si se discute una
nueva constitución. Pero acá, todo eso
despierta los más crudos dicterios. Y si el gobierno uruguayo empieza a
observar con atención el funcionamiento del programa Precios Cuidados, tratarán de apelar a sus mugrientos
recursos para ocultar esa novedad.
Un plan para contener los
precios que aparecía como uno más entre otros, destinado al fracaso o al olvido.
Sin embargo, sorprendió por su
repercusión pues permitió visibilizar el origen de la distorsión en los precios
y dispara la posibilidad de nuevas iniciativas para contenerlos. Lo que
quedó en evidencia es la tasa de ganancia que tienen las empresas productoras, distribuidoras
y comercializadoras, que supera el 100 por ciento hasta alcanzar el escandaloso 1300 por ciento de los limones. Quizá
por eso Precios Cuidados tiene una aceptación que ya trepa al 60 por ciento. Y
lo más interesante es que casi el 70 por ciento aprueba las sanciones que puedan recibir las empresas que incumplan con
el acuerdo.
En esto tampoco ayudan los
políticos opositores, lo que demuestra que les interesa poco y nada el
bienestar de la población. Antes de sumergirse en el ridículo por su rechazo al
proyecto del nuevo Código Penal, Sergio Massa había intentado denostar el trabajo de la
Secretaría de Comercio. Una foto en un
almacén no sólo demuestra su desorientación, sino también su impronta malintencionada.
Como Carrió, publicando en twitter esa foto en la que mira con asombro el
precio de unas alcaparras en una despensa gourmet.
En eso están, extraviados pero
destructivos, con una brújula enloquecida que apunta a cualquier lado, sin
aportar nada para garantizar un futuro.
Mientras tanto, el IPC será más bondadoso porque
algunos precios están abandonando la desmadrada carrera al infinito. Para el
secretario de Comercio Augusto Costa, “el
programa de Precios Cuidados es un éxito. Eso
es gracias a la participación de distintos actores. Estamos evitando que
algunos se apropien de lo que no les corresponde y que cada uno de los
argentinos defienda su bolsillo, porque es una responsabilidad de todos. Hoy tenemos una política instalada. Hay que
seguir ampliándola”.
El camino, entonces, será profundizar el rol del
Estado en la contención del angurria empresarial ya sea con nuevos acuerdos,
con más controles y con una legislación
que aporte más herramientas para la protección de nuestros bolsillos.
Aunque afirmen lo contrario, son los formadores de precios los que tienen la
culpa de las cifras tan descabelladas que encontramos en las góndolas.
Especulación, ambición, mezquindad, conspiración. Todo eso debe ser sancionado con rigor. El borrador del nuevo
código incluye estos tópicos como
delitos. ¿Será por esto que los candidatos
del establishment salieron con los tapones de punta y no por la baja de las
penas, las puertas giratorias, la apertura de las cárceles y la eliminación de
la reincidencia, como afirman ante el público?
El año y
pico que queda hasta las próximas elecciones serán cruciales para la
consolidación de nuestro futuro. Aunque parezca un tema menor ante los logros de esta década, el tamaño
de la bolsa de las compras o el tope del carrito condicionan el humor de los
votantes. Hacia ese rumbo tiene que
orientarse la energía del equipo gubernamental: a facilitar el acceso a los
bienes cotidianos. La expansión del Mercado Central, el incentivo a las
economías regionales, el apoyo a las empresas familiares y cooperativas y,
sobre todo, disminuir el poder de daño de los monopolios y oligopolios. Todo esto y mucho más deberá encararse en
estos meses mientras los monigotes siguen bailoteando en los escenarios
televisivos de siempre.
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