Increíble. Todavía quedan algunos que piden una
porción de caviar noruego en una panchería y después se quejan porque el
despachante no satisfizo su antojo. Eso aporta un motivo para hacer
comparaciones absurdas con lo que ocurre en otras latitudes. Claro, en
Noruega, el caviar noruego se vende hasta en los kioscos. Como la pose de
Beatriz Sarlo, que pretendía visitar un museo a la hora en que se disputaba la
final del Mundial. Una intención malsana de una intelectual que pretende
comprender la sociedad. ¿Cuántos domingos tuvo desde 1990 hasta hoy para
asistir a un museo? Unos 1200, de acuerdo a un cálculo apresurado. Además,
muy poco solidaria con quienes viven la pasión por el fútbol, más aún en una
situación tan particular. En fin, tan desubicada como aquellos que quisieron
opacar las celebraciones del domingo. Siempre hay una minoría que pretende
nadar contra la corriente, no por vanguardismo, sino de puro mal llevados,
nomás.
Tanto una como los otros, son de los que siempre
buscan aguar cualquier fiesta. Los que van disfrazados a un casamiento y con
saco y corbata al corso. En cierta forma, se esfuerzan en quedar
descolocados para responsabilizar a los demás. Por supuesto, estos dos
hechos son diferentes. Lo de Sarlo no es más que una travesura de quien se
empecina en buscar pelos hasta en huevos depilados. Los vándalos del domingo,
en cambio, aportan otro matiz. Ambos son planificados: ella decidió ir a un
museo justo ese día para poder denostar nuestras costumbres; ellos asistieron
al obelisco para practicar costumbres denostables.
Tanto ella como ellos buscaron cámaras para
amplificar la pose. Si Sarlo no hubiera asistido a un programa de TV para
narrar su tragedia dominguera,
quedaría como una distracción, capricho senil o distinción cultural. Al momento
de hacerlo público, deja de ser un incidente particular para convertirse en
un hecho político: las masas alienadas por el fútbol le impiden gozar de un
paseo intelectual. Eso le inspira pensar en las mayorías que se imponen sobre
una minoría, pero no cualquier minoría, sino una de tinte aristocrático. Por
eso la derecha recurre a calificativos como autoritarismo, demagogia, populismo
para hacer referencia al momento que estamos viviendo. Claro, los que
suscriben a esta posición están más tranquilos cuando se da el proceso inverso,
el de la minoría imponiendo sus intereses –monetarios o culturales- a la
mayoría. Eso es un verdadero modelo autoritario.
Los vándalos del domingo también constituyen una
minoría -no aristocrática pero igualmente marginal- y también protagonizaron
una puesta en escena ante la presencia de las cámaras. Según el secretario
de Seguridad, Sergio Berni, sólo se organizaron para delinquir, como los
bandoleros que poblaban los caminos rurales en la Francia del siglo XVIII,
inspiradores de tantos personajes románticos de la literatura. La hipótesis
oficial sugiere que, mientras un grupo distraía a la policía con los
disturbios, los otros aprovechaban para saquear negocios y que 12 de ellos
pertenezcan a las barras de Independiente y Chacarita es pura coincidencia. ¿No
serán ellos los organizadores? Y de ser así, ¿no habrá ninguna relación con
Luis Barrionuevo y Hugo Moyano? El primero, suspendido como socio de Chacarita
después de los escándalos de su gestión y aceptado nuevamente en febrero de
este año y el segundo, recién asumido como presidente del Rojo de
Avellaneda.
Siempre rondan las sospechas sobre estos dos
personajes de la peor política vernácula, pero nadie se anima a convertirlas
en certezas. Ante cada incidente de estas características aparecen los
mismos actores, barrabravas relacionados con Moyano, Barrionuevo y alguno más
de esa calaña y las cámaras de TN. El guión ya se conoce, pero nunca se
descubre al autor de esta tragicomedia. O sí, pero nunca encuentran pruebas
o las investigaciones quedan en la nada.
Fotos
que nos hacen bien
Como sea, los dos hechos ocurridos el mismo día alimentan
la fascinación del colonizado. Beatriz Sarlo afirmando sin rubor que en
Alemania y Brasil los museos funcionaban normalmente, a pesar de la final. Los
medios hegemónicos destacando los civilizados
festejos germanos, aunque hayan contenido burlas, ataques y hasta un acuchillado.
No se preguntan qué recepción hubieran tenido si la selección alemana perdía el
partido del domingo. No encuentran ningún valor a lo que ocurre acá porque
hasta los desmanes callejeros tienen un color civilizado cuando ocurren fuera
de nuestras fronteras.
Y bueno, tendremos que seguir lidiando con esa
mirada que nos acompaña desde la fundación de nuestro país, la que se refuerza
día a día con episodios insignificantes, la que repite sin cesar que éste es
un país de mierda y que nunca podremos ser serios porque vivimos acá. No importa que el hemisferio norte
se encuentre sacudido por conflictos sociales, económicos o bélicos. Mientras
en nuestro país recibimos con felicidad a los subcampeones, los norteamericanos
celebran la llegada de un nuevo tipo de armamento: EXACTO, una bala
teledirigida de calibre .50 que siempre da en el blanco, especial para
francotiradores con blancos en movimiento. Mientras Argentina es visitada
por presidentes de indiscutibles potencias y participa de la Cumbre de BRICS,
los agoreros de siempre afirman que vivimos en la peor cloaca del mundo.
Menos mal que son tan absurdas esas afirmaciones que
ya parecen parodias de sí mismas. No somos los mejores del mundo, pero tampoco
los peores. Si miramos modelos importados, seremos malos imitadores; si nos
miramos el ombligo, terminaremos encorvados. Sólo observar nuestro entorno,
admirar el paisaje, incorporar al otro en nuestra mirada nos puede conducir
a consolidar el país que estamos construyendo. Esas son las fotos que deberían
estar en nuestro álbum, el mejor de toda la historia.
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