Una vez más, no tienen razón.
Cacerolazos, paraguazos y quema de muñecos no tienen más fundamento que el desprecio hacia un proyecto abrazado por
la mayoría. Un proyecto que transformó el país para siempre. Transformación que desdibuja a los partidos
opositores al punto de la disolución. O del servilismo, porque en lugar de
seguir sus convicciones, actúan de acuerdo a los dictados del establishment. Así se enganchan en cualquier opereta
pergeñada en la madriguera de los carroñeros, aunque después no puedan
escapar del ridículo. ¿O no es una muestra de eso la abrupta caída de Hermes
Binner quien, en 2011, salió segundo en la carrera presidencial y ahora debió abandonarla porque no estaba
entre las preferencias electorales? ¿O de Francisco de Narváez que seis
años atrás parecía avanzar con paso firme y ahora no mide ni para presidir una sociedad de fomento? Otro decadente es
Sergio Massa que, aunque intente reeditar sus mejores éxitos se convirtió en un cómodo tercero. Ahora, con un rechazo
judicial más a la inconsistente denuncia del Fiscal Nisman, ¿qué lugar ocuparán aquellos que lo
consideraron un prócer y acusaron de homicidio a La Presidenta y sus
funcionarios?
En estos días de Memoria,
circuló por las redes sociales la foto de Hebe de Bonafini junto al Jefe del
Ejército César Milani, como una muestra de las contradicciones del oficialismo
y excusa ideal para insultar a la máxima
referente de la resistencia. Una imagen que, para denostadores, agoreros y
tozudos, vale más que todo lo que se ha hecho en estos años para
condenar en serio los crímenes de la Dictadura. Con la difusión de esa
foto, los hipócritas, cómplices e indiferentes se convirtieron en fervientes
defensores de los DDHH, aunque en la soledad del baño no ven la hora de que se
termine con los juicios. También se
plegaron los que no entienden nada pero por las dudas actúan como encarnizados
opositores. Así se gestó el clima perfecto para un final vergonzante: la
quema de los muñecos en La Plata. Un
nefasto límite que traspasaron los que no saben cómo oponerse ni construir
futuro. Un hecho tan penoso que los que encendieron el fósforo jamás podrán
convertirlo en anécdota para contar a sus nietos, salvo que el arrepentimiento los guíe.
Algo similar debe ocurrir con
los comprometidos ciudadanos que marcharon el 18 de febrero para pedir
justicia por Alberto Nisman, convencidos de que en su muerte estaba
involucrado el kirchnerismo. Lejos de haber sido un personaje ilustre, los detalles de su escabrosa trayectoria
opacaron su imagen hasta desembocar en la escuálida manifestación del 18 de
marzo. Ahora, con la resolución de la Sala I de la Cámara Federal porteña, la denuncia del fiscal contra CFK, Héctor
Timerman, Andrés Larroque y Luis D’elía se convierte en papel desechable. El
Operativo Nisman que tenía como objetivo destituir –o al menos, desgastar- al
Gobierno se desinfló hasta la extinción. De
acá en más, no les quedan recursos.
Nunca
se darán por vencidos
Pero no debemos dormirnos en
los laureles ni descuidarnos ante la aparente debilidad de los enemigos, que no son los siervos, sino sus Patrones.
Por eso es saludable que el Gobierno siga gobernando, que para eso lo hemos
elegido. Y con cada nuevo paso despierta
más pasión. Lejos de aquellos presidentes que salieron de la Rosada con el
rabo entre las piernas, Cristina mantiene una imagen positiva considerablemente
alta. Tanto es así que, a pesar de las
patrañas y acusaciones que difunden a diario los medios agoreros, el FPV es
la fuerza política con mayor intención de voto para las elecciones presidenciales.
La sorpresa que se llevarán los Restauradores del neoliberalismo en octubre los dejará congelados por muchos meses.
Sin embargo, algunos intentan
agitar el ambiente. En vano, por supuesto. Los trabajadores que más ganan
–apenas un diez por ciento- insisten con
parar el país para extorsionar al Gobierno en reclamo por el impuesto a los
altos ingresos. Los que hicieron punta en esta movida fueron los del transporte
público y después se prendieron camioneros y bancarios, para despertar el beneplácito del Círculo Rojo. Mientras esta obvia
contribución a la campaña ocurre, el ministro del Interior y Transporte,
Florencio Randazzo presentó el tren Alerce, de fabricación nacional en un 80 por ciento, equipado con
tecnología de última generación. Una
muestra más de la recuperación de estos tiempos. Con más fuerza aún,
comenzará en el Congreso la creación de Ferrocarriles Argentinos, una decisión
histórica que revierte la decadencia de
este medio de transporte en las últimas décadas del siglo pasado.
Ahora que estamos en la etapa
de garantizar la continuidad de este sendero se hace necesario abrir nuevos
frentes de batalla. El año pasado, logramos esquivar las embestidas de los
Buitres. Aún continúan con sus nefastos intentos de succionar nuestros recursos, pero no les resulta tan fácil. Cuando
el servilismo no puebla la Rosada deben apelar a todas sus tretas para alcanzar
sus mezquinos objetivos. Ellos se
sienten a sus anchas con apátridas y entregadores, como ocurrió en el pasado.
En cambio, con funcionarios que defienden a ultranza los intereses nacionales, se topan con los muros de la Patria. Antes,
se les obedecía; ahora se los denuncia.
Desde el momento en que el ministro de Economía Axel Kicillof explicó el
complot entre Paul Singer y el CitiBank, los
estafadores pierden su poder de daño.
Lo mismo ocurre con el HSBC y
la complicidad con la evasión y fuga de 3500 millones de dólares. El Congreso ha tomado las riendas para
evitar que los recursos de todos los argentinos queden en manos de unos pocos.
La comisión bicameral presidida por Roberto Feletti deberá indagar a las
autoridades del banco y a los titulares de las cuentas para desarmar una
operación dañina para nuestros intereses. Después de la elaboración del
informe, planteará una serie de reformas legislativas a las leyes de Entidades
Financieras y Penal Cambiaria. Lástima
que una parte de la Justicia mira hacia otro lado a la hora de condenar el
accionar de los poderosos, sino todo sería más sencillo. Y más rápido.
También hay una fuerza política
que evita participar de estas iniciativas y jamás acompaña los proyectos de ley que limitan los privilegios de los
integrantes del Círculo Rojo. Sin dudas, el PRO es la expresión más sincera
de los intereses de los que más tienen, disfrazada
siempre con las más floridas consignas. El líder amarillo, Mauricio Macri,
no duda a la hora de cuestionar la estatización de los fondos de pensión, del
fútbol, de Aerolíneas Argentinas y de los FFCC; tampoco titubeó cuando afirmaba
que había que obedecer el fallo de
Griesa; no se le mueve un músculo cuando promete poner los dólares a disposición de los bolsillos más
angurrientos y eliminar los impuestos que indisponen a sus amigotes
agropecuarios; ni se le asoma una lágrima al
pontificar sobre la necesidad de achicar el gasto
público.
A pesar de todas estas
posturas para nada secretas, la pre candidata a Jefa de Gobierno porteño por
ese exclusivo club, Gabriela Michetti, puede
apelar a su inocente cinismo al
describir a su jefe: "Mauricio
es cero ideologizado, en el sentido malo del término. Las personas
ideologizadas tienen la cabeza como cuadrícula. El es abierto, puede tomar lo
mejor de cada uno". Sentido malo, cuadrícula, abierto. Quien se deje convencer por este aluvión de
hipocresía es un necio o un futuro beneficiario de estas trapisondas envueltas
en buenas intenciones. Quien crea que atendiendo las ambiciones de una
minoría se respetarán los derechos de la mayoría está inevitablemente confundido y su voto puede provocar nuestra ruina.
Mauricio Macri y su banda de cínicos es la peor opción si el objetivo es un
país para todos.
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