Después
de más de once años en nuestras vidas, ya sabemos que el kirchnerismo convierte los protocolos en fiestas populares.
La inauguración del nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso no fue la
excepción. Esta vez, para no irritar el frágil
estado de ánimo de la oposición, la hinchada se mostró contenida, aunque en
algunos momentos explotó de entusiasmo. Así y todo, alguno se mostró molesto y
otros, hasta ofrecieron su espalda a
Cristina, como si fueran niños enfurruñados. Pero el mal humor viene de
hace unos días: el plan destituyente
pergeñado por el establishment se desmoronó como un castillo de naipes
apenas se conoció la resolución del juez Daniel Rafecas sobre la denuncia de
Nisman y la versión digerida de Pollicita. Si las acusaciones desafiaban a los
militantes a mostrar su apoyo a CFK, la
demoledora desestimación del delito de encubrimiento los invitó a celebrar.
Una fiesta con todas las letras. La tensión y el temor acumulados desde
mediados de enero comenzaron a aliviarse el jueves, ni bien se conoció el
escrito de Rafecas y se evaporaron el
domingo en el brindis con choripanes en la Plaza del Congreso.
El
documento del juez no sólo establece la ausencia de delito –algo esencial en
cualquier denuncia- sino que deja abierta una puerta para profundizar en el
tema. No en el encubrimiento que
señalaba el último Nisman sino en el cambio rotundo de su posición en tan pocos
días. Lo que Rafecas revela es la existencia de dos documentos en los que
el fallecido fiscal pondera las gestiones del Gobierno Nacional para esclarecer
el atentado a la AMIA. O, en palabras de La Presidenta, “la denuncia debería ser re-caratulada y llamarse Nisman vs.
Nisman. Porque... ¿a qué Nisman le
creo: al que presentó la denuncia o al que me felicitaba? ¿Con qué Nisman
me quedo? ¿Con el que nos acusa de encubrimiento o el que se dirigía hacia mí y
reconocía todo lo que habíamos hecho?”.
En
el mundo racional, ahora las sospechas deberían caer sobre todos los que presionaron a Nisman para que se
convierta en acusador o los que le prometieron la gloria si aportaba su
granito de arena a la destitución de Cristina. En el reducto de una oposición
enloquecida, la pueril desconfianza
seguirá ordenando la campaña política hacia un fracaso seguro. Tantas
injurias, insultos y mentiras quedarán sin disculpas. Por el contrario, los
monigotes opositores habían amenazado con retirarse del recinto ante el primer
agravio. Más desvergonzados no pueden
ser. Pero se quedaron con las ganas de regalar un nuevo paso de comedia
para las cámaras agoreras. Ya padecerán la soledad de las urnas vacías, que es lo que merecen por ponerse a disposición de
los conspiradores del Círculo Rojo.
Por
ahora, que aprendan cómo transformar un país y despertar la pasión de un pueblo;
que tomen apuntes sobre cómo llenar una plaza con miles de personas que
construyen un colectivo esperanzado y feliz, en lugar de amontonar individuos indignados sin motivo y manipulados
por mercenarios mediáticos; que asuman de una vez la representación que
–sin demasiado mérito- conquistaron, en lugar de continuar como servidores de
los que se creen dueños de todo; que se
comprometan a construir, en lugar de intentar la destrucción –con
impotencia y envidia- de lo que el kirchnerismo ha recuperado en estos años; que se animen a tener propuestas propias y
a elaborar un pensamiento autónomo y coherente, en lugar de recitar los alocados
y mentirosos libretos que los enemigos escriben desde las sombras; que dejen de
buscar excusas, como el viento de cola, la dictadura, micros y choripanes y
evalúen en serio qué es lo que están haciendo mal porque, en cierta forma, los
necesitamos.
Los primeros pasos del nuevo ciclo
Gracias
a las advertencias de la diputada Elisa Carrió no hubo autogolpe. Por el contrario, Cristina no sólo no se autogolpeó, sino que reivindicó todo lo realizado en
estos años y, como si tuviera todo el tiempo del mundo, explicó lo que se
viene. Afuera, miles de militantes la escuchaban con atención, bajo la lluvia y sin paraguas, mostrando rostros
sonrientes y esperanzados. Y así, sin paraguas, se los podía contar con
facilidad. ¿Quién de todos los que critican a CFK puede despertar tanta pasión?
En lugar de desdeñar eso que llaman
populismo, deberían tratar de comprenderlo. Porque si este gobierno recibe
tanto fervor en sus últimos meses –algo insólito- es porque ha logrado conquistar derechos y distribuir
dignidad. Y sus apasionados seguidores encuentran en Ella las explicaciones
que necesitan para comprender las
dificultades que se cruzan en el camino y la manera de esquivarlas.
Como
era de esperar, a los criticones les molestó la extensión de su discurso. Si
eso ya se sabe: Cristina nunca apela a síntesis
confusas y además, tiene mucho para contar y proponer. No como Sergio Massa,
que prometió discursos de no más de quince minutos, en el lejano caso de alcanzar
la presidencia. Y bueno, será que no tendrá demasiado para decir o evitará enojar a los medios hegemónicos con
la Cadena Nacional. O Mauricio Macri que, en la inauguración de la
Legislatura porteña ocupó más de media hora y sorprendió a su público improvisando párrafos completos sin echar
una sola mirada a los papeles que le esperaban en el atril. Un poco reiterativo
con eso del “trabajo en equipo para
solucionar los problemas de la gente”, pero hay que valorar su esfuerzo. Cuesta decir algo interesante cuando no se siente nada. El día que se
pregunte para qué quiere ser presidente, sus
respuestas guiarán un discurso más encendido, aunque terrorífico.
En
cambio, Cristina mostró mucho recorrido y mucho por venir. Como si no faltaran
sólo diez meses, como si supiera que su
sucesor será del mismo palo, como si tuviera la convicción de que todos
defenderemos lo conquistado. Para hacer más apasionante el camino hacia la
Rosada, desafió a los candidatos de la oposición a que digan qué es lo que quieren cambiar, para que los
ciudadanos estén advertidos. En referencia a un artículo periodístico,
aclaró: “no dejo un país cómodo para los
dirigentes, dejo un país cómodo para la gente”.
Sus discursos tienen tanta riqueza que nos dejan
muchos días pensando. Y también festejando. En este caso –y como si su dedo
señalara al candidato- anunció el proyecto de ley para recuperar plenamente
el control estatal del transporte ferroviario. Acá se permitió interactuar con
Federico Pinedo, episodio que será recordado por la inesperada “V” que
dibujaron los dedos del diputado del PRO con ilustre nombre. "Escuché
a un candidato presidencial –en
referencia a Macri- decir que levantaba
todos los principios del Justicialismo, así
que calculo que va a estar de acuerdo con lo que hizo Perón. Calculamos que
la bancada del compañero candidato presidencial que ha declarado que comparte todos los principios del Justicialismo,
salvo los de este gobierno, nos va a acompañar con su voto por lo
menos".
Otro día inolvidable de estos tiempos
históricos. Los que
sueñan con el fin de ciclo se van a topar con una pared muy dura. Y si no
cambian de estrategia, deberán conformarse con ocupar los papeles principales sólo
en los estudios televisivos, porque en
la vida real de la política, no les alcanza ni para los roles secundarios.
excelente nota..me recomendaron tu blog..muy interesante
ResponderBorrarsergio
Bienvenido. A veces resulta útil atender las recomendaciones. Espero no decepcionarte. Abrazo enorme
BorrarGracias, maestro, no me falle y siga escribiendo!
ResponderBorrarPablo Lòpez
Gracias a vos Pablo. Sigo adelante con esta cruzada "escribidora" porque tengo lectores que me alientan. Abrazo enorme
BorrarGustavo.Excelente nota. Por favor, si nos permitìs, la comparto en nuestra pàgina: Rosarinos por una Argentina para Todos.Gracias. Oscar Guitre
ResponderBorrarNo hay problemas, mientras cités la fuente. Muchas gracias por ayudar con la difusión. Abrazo
BorrarMuy bueno Gustavo, muchas gracias!!
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