Como Lodenisman se está embarrando en el fracaso, nuevos actores deben subir al escenario para agitar el ambiente. Si
bien Sandra Arroyo Salgado y algunos peleles de la oposición todavía intentan
generar titulares con la muerte del fiscal, el fallo de la Sala I sobre la
famosa denuncia augura que en pocas semanas todo quedará como un mal recuerdo. Un nuevo fiasco en las tentativas
destituyentes del Círculo Rojo. Eso sí, nadie se disculpa por haber tildado
de asesina a CFK ni por la alocada hipótesis
del comando venezolano-cubano-iraní que terminó con la vida del funcionario
simulando un perfecto suicidio. El
delirio extremo de los futuros derrotados no encuentra sus límites y
podemos esperar de ellos descabelladas patrañas y las más obscenas
provocaciones. Buitres, denunciadores seriales, jueces confabuladores y
candidatos títere no bastan para derrotar al kirchnerismo: necesitan redoblar
la apuesta. El Operativo Desgaste
necesita trabajadores disconformes, aunque sea el diez por ciento que más
cobra. Más que reclamar derechos, exigen privilegios tributarios, como si en lugar de laburantes, fueran
empresarios evasores o judiciales patricios.
La ex mujer de Nisman continúa
contaminado la investigación no sólo para evitar la verdad, sino para encontrar
un tribunal más amable con sus intereses. El
suicidio no da réditos; el homicidio dispararía los seguros de vida, además
de aportar condimento a una campaña electoral desinflada. Pero la imagen
heroica que dibujaron del fiscal se derrumba cada día más. Un hombre de carne y hueso para nada transparente que, de estar vivo, merecería
la cárcel. Además de los chanchullos monetarios y placeres de magnate, su
labor en la fiscalía era irrespetuoso con las víctimas del atentado y obediente
a intereses foráneos. En lugar de una
víctima, terminó siendo uno de los victimarios.
Si algo faltaba para bajarlo
del pedestal, el fallo de la Sala I confirma que la denuncia contra Cristina,
Timerman, Larroque y D’Elía no buscaba otra cosa más que golpear al Gobierno
Nacional. A tono con el dictamen de Daniel Rafecas, el tribunal descarta la necesidad de investigar lo que ni siquiera es
un delito. A pesar de las contundentes argumentaciones de los cinco jueces
que analizaron la denuncia, la diputada Patricia Bullrich, de acuerdo a su malintencionado accionar, consideró este hecho como “una segunda muerte de Nisman”. Y, tan
manipuladora como los medios que la avalan, concluyó: “primero muere él, ahora mueren su denuncia y su trabajo; me genera
mucha tristeza que una investigación tan importante ni siquiera se abra”. Después,
personajes como éste reclaman la necesidad de fortalecer las instituciones: considerar el mamotreto de Nisman como un
trabajo importante demuestra su bajo
nivel tanto intelectual como moral. Además, por más que se investigue
durante mil años, nada se encontrará en donde no hay un delito. Sólo busca estirar como un chicle lo que pensaron como
un golpe letal y ahora se convierte en una burla más de los que no saben
cómo construir una alternativa de gobierno.
Amarillo,
¿lindo color?
Una vieja publicidad de
planchas hogareñas introducía la novedad de sus mangos de color. El final del
corto era lo que más impacto produjo en el público: un tintorero japonés
recitaba ante la cámara la frase “amalillo,
lindo colol”. Pero en estos días de
amenazas macristas, muy lejos está ese color de lo auspicioso. Las
declaraciones mediáticas de Mauricio revelan
que su apuesta para el futuro es el caos. Aunque la ninguneada pre-candidata a
Jefa de Gobierno, Gabriela Michetti asegure que el creador del globo amarillo
es “cero ideología”, sus propuestas de campaña sólo pueden
tentar a una minoría angurrienta. Los demás votantes, serán víctimas de un
cruento engaño. La gente a la que
tanto apelan está integrada por un manojo de individuos, miembros de un club selecto que no incluye trabajadores, jubilados ni
vulnerables. Estos últimos no son
bienvenidos a la familia amarilla.
Pero
no sólo su ideario augura angustias para la mayoría. Ya es
conocido que los candidatos a suceder a Macri protagonizan una descarnada
interna: Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti son los únicos
contendientes que han quedado en pie. Aunque la senadora ostente una mayor
intención de votos y una imagen más simpaticona, el Alcalde eligió como heredero a su desagradable delfín. A pesar
de las denuncias que pesan en su contra, Macri lo definió como su hombre de “confianza”, dejando para Michetti sólo
un “enorme afecto”. Si actúa de una
manera tan ladina con sus partidarios, ¿cómo
actuará con nosotros, que no compartimos ni una sola idea con él? La
primera humillación para este clasista candidato será que Gabriela sea la elegida en las PASO; la segunda, que los radicales
coronen a Ernesto Sanz, por más que después no lo voten para la presidencia. Lo merece con creces por manifestar tanto
cinismo.
Y también lo tiene bien
merecido por representar los más mezquinos intereses que puedan imaginarse. En nada beneficiaría a todos la eliminación
de las retenciones a los sojeros ni la liberación del dólar. En estos
temas, queda pendiente una explicación que nos debe el pre-candidato del FPV
Daniel Scioli. Para el ex motonauta, esto “no
se puede sacar de un día para el otro. Es
gradualidad, ir avanzando sector por sector”. Sin dudas, el gobernador
bonaerense tiene pensado congraciarse con esos actores que no ven la hora de librarse de las retenciones y hacerse con los dólares
a los que son tan adictos, pero poco a poco. Después que no se enoje si los
kirchneristas no lo consideran como el mejor candidato para suceder a CFK.
Satisfacer
las demandas de los que más tienen es clausurar la continuidad de este proyecto. Los
manidos tópicos del diálogo y el consenso toman la forma de la obediencia
cuando se habla de la carga impositiva y los controles al dólar. Un asunto más cultural que económico que
exige especial atención. Aunque en los últimos años la moneda
norteamericana ha dejado de ser una buena inversión, todavía hay un sector
importante que la tiene en cuenta como negocio o respaldo. Y las contribuciones impositivas son vistas por muchos como un
verdadero problema.
Por eso, el tercer mes del año
terminará con un paro de los trabajadores que más ganan. Un ritual que recrudece en tiempos electorales. El impuesto a los
ingresos no es un invento argentino. En todos los países, los salarios que
superan la media deben aportar un porcentaje para que el Estado pueda seguir
funcionando. En Dinamarca, por ejemplo, ronda
el 60 por ciento, mientras que acá no supera el 35 en las escalas más elevadas.
Para solucionar este conflicto, hay que dejar de lado la mirada mezquina y revisar
las exenciones que muchos se han autoimpuesto. Pero de ninguna manera puede
estar en la mira su eliminación porque
sólo el Estado es garantía en la búsqueda de la equidad. Y ya sabemos que
un Estado desfinanciado se convierte en mínimo, cómplice o, lo que es peor, en
un deudor compulsivo. Modelos que ya
hemos probado y no nos sientan nada bien. Lo mejor es esquivar la gritería
de los individuos para continuar por
este sendero colectivo que nos conducirá al país inclusivo con el que siempre
hemos soñado.
Gustavo siempre claras tus descripciones de la coyuntura Abzo
ResponderBorrarj.pierantoni
Gracias por el aliento. Abrazo enorme
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