lunes, 30 de marzo de 2015

Nuevos capítulos de la Operación Campaña



Como Lodenisman se está embarrando en el fracaso, nuevos actores deben subir al escenario para agitar el ambiente. Si bien Sandra Arroyo Salgado y algunos peleles de la oposición todavía intentan generar titulares con la muerte del fiscal, el fallo de la Sala I sobre la famosa denuncia augura que en pocas semanas todo quedará como un mal recuerdo. Un nuevo fiasco en las tentativas destituyentes del Círculo Rojo. Eso sí, nadie se disculpa por haber tildado de asesina a CFK ni por la alocada hipótesis del comando venezolano-cubano-iraní que terminó con la vida del funcionario simulando un perfecto suicidio. El delirio extremo de los futuros derrotados no encuentra sus límites y podemos esperar de ellos descabelladas patrañas y las más obscenas provocaciones. Buitres, denunciadores seriales, jueces confabuladores y candidatos títere no bastan para derrotar al kirchnerismo: necesitan redoblar la apuesta. El Operativo Desgaste necesita trabajadores disconformes, aunque sea el diez por ciento que más cobra. Más que reclamar derechos, exigen privilegios tributarios, como si en lugar de laburantes, fueran empresarios evasores o judiciales patricios.
La ex mujer de Nisman continúa contaminado la investigación no sólo para evitar la verdad, sino para encontrar un tribunal más amable con sus intereses. El suicidio no da réditos; el homicidio dispararía los seguros de vida, además de aportar condimento a una campaña electoral desinflada. Pero la imagen heroica que dibujaron del fiscal se derrumba cada día más. Un hombre de carne y hueso para nada transparente que, de estar vivo, merecería la cárcel. Además de los chanchullos monetarios y placeres de magnate, su labor en la fiscalía era irrespetuoso con las víctimas del atentado y obediente a intereses foráneos. En lugar de una víctima, terminó siendo uno de los victimarios.
Si algo faltaba para bajarlo del pedestal, el fallo de la Sala I confirma que la denuncia contra Cristina, Timerman, Larroque y D’Elía no buscaba otra cosa más que golpear al Gobierno Nacional. A tono con el dictamen de Daniel Rafecas, el tribunal descarta la necesidad de investigar lo que ni siquiera es un delito. A pesar de las contundentes argumentaciones de los cinco jueces que analizaron la denuncia, la diputada Patricia Bullrich, de acuerdo a su malintencionado accionar, consideró este hecho como “una segunda muerte de Nisman”. Y, tan manipuladora como los medios que la avalan, concluyó: “primero muere él, ahora mueren su denuncia y su trabajo; me genera mucha tristeza que una investigación tan importante ni siquiera se abra”. Después, personajes como éste reclaman la necesidad de fortalecer las instituciones: considerar el mamotreto de Nisman como un trabajo importante demuestra su bajo nivel tanto intelectual como moral. Además, por más que se investigue durante mil años, nada se encontrará en donde no hay un delito. Sólo busca estirar como un chicle lo que pensaron como un golpe letal y ahora se convierte en una burla más de los que no saben cómo construir una alternativa de gobierno.
Amarillo, ¿lindo color?
Una vieja publicidad de planchas hogareñas introducía la novedad de sus mangos de color. El final del corto era lo que más impacto produjo en el público: un tintorero japonés recitaba ante la cámara la frase “amalillo, lindo colol”. Pero en estos días de amenazas macristas, muy lejos está ese color de lo auspicioso. Las declaraciones mediáticas de Mauricio revelan que su apuesta para el futuro es el caos. Aunque la ninguneada pre-candidata a Jefa de Gobierno, Gabriela Michetti asegure que el creador del globo amarillo es “cero ideología”, sus propuestas de campaña sólo pueden tentar a una minoría angurrienta. Los demás votantes, serán víctimas de un cruento engaño. La gente a la que tanto apelan está integrada por un manojo de individuos, miembros de un club selecto que no incluye trabajadores, jubilados ni vulnerables. Estos últimos no son bienvenidos a la familia amarilla.
Pero no sólo su ideario augura angustias para la mayoría. Ya es conocido que los candidatos a suceder a Macri protagonizan una descarnada interna: Horacio Rodríguez Larreta y Gabriela Michetti son los únicos contendientes que han quedado en pie. Aunque la senadora ostente una mayor intención de votos y una imagen más simpaticona, el Alcalde eligió como heredero a su desagradable delfín. A pesar de las denuncias que pesan en su contra, Macri lo definió como su hombre de “confianza”, dejando para Michetti sólo un “enorme afecto”. Si actúa de una manera tan ladina con sus partidarios, ¿cómo actuará con nosotros, que no compartimos ni una sola idea con él? La primera humillación para este clasista candidato será que Gabriela sea la elegida en las PASO; la segunda, que los radicales coronen a Ernesto Sanz, por más que después no lo voten para la presidencia. Lo merece con creces por manifestar tanto cinismo.
Y también lo tiene bien merecido por representar los más mezquinos intereses que puedan imaginarse. En nada beneficiaría a todos la eliminación de las retenciones a los sojeros ni la liberación del dólar. En estos temas, queda pendiente una explicación que nos debe el pre-candidato del FPV Daniel Scioli. Para el ex motonauta, esto “no se puede sacar de un día para el otro. Es gradualidad, ir avanzando sector por sector”. Sin dudas, el gobernador bonaerense tiene pensado congraciarse con esos actores que no ven la hora de librarse de las retenciones y hacerse con los dólares a los que son tan adictos, pero poco a poco. Después que no se enoje si los kirchneristas no lo consideran como el mejor candidato para suceder a CFK.
Satisfacer las demandas de los que más tienen es clausurar la continuidad de este proyecto. Los manidos tópicos del diálogo y el consenso toman la forma de la obediencia cuando se habla de la carga impositiva y los controles al dólar. Un asunto más cultural que económico que exige especial atención. Aunque en los últimos años la moneda norteamericana ha dejado de ser una buena inversión, todavía hay un sector importante que la tiene en cuenta como negocio o respaldo. Y las contribuciones impositivas son vistas por muchos como un verdadero problema.
Por eso, el tercer mes del año terminará con un paro de los trabajadores que más ganan. Un ritual que recrudece en tiempos electorales. El impuesto a los ingresos no es un invento argentino. En todos los países, los salarios que superan la media deben aportar un porcentaje para que el Estado pueda seguir funcionando. En Dinamarca, por ejemplo, ronda el 60 por ciento, mientras que acá no supera el 35 en las escalas más elevadas. Para solucionar este conflicto, hay que dejar de lado la mirada mezquina y revisar las exenciones que muchos se han autoimpuesto. Pero de ninguna manera puede estar en la mira su eliminación porque sólo el Estado es garantía en la búsqueda de la equidad. Y ya sabemos que un Estado desfinanciado se convierte en mínimo, cómplice o, lo que es peor, en un deudor compulsivo. Modelos que ya hemos probado y no nos sientan nada bien. Lo mejor es esquivar la gritería de los individuos para continuar por este sendero colectivo que nos conducirá al país inclusivo con el que siempre hemos soñado.

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