domingo, 1 de marzo de 2015

Un brindis con choripanes



Después de más de once años en nuestras vidas, ya sabemos que el kirchnerismo convierte los protocolos en fiestas populares. La inauguración del nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso no fue la excepción. Esta vez, para no irritar el frágil estado de ánimo de la oposición, la hinchada se mostró contenida, aunque en algunos momentos explotó de entusiasmo. Así y todo, alguno se mostró molesto y otros, hasta ofrecieron su espalda a Cristina, como si fueran niños enfurruñados. Pero el mal humor viene de hace unos días: el plan destituyente pergeñado por el establishment se desmoronó como un castillo de naipes apenas se conoció la resolución del juez Daniel Rafecas sobre la denuncia de Nisman y la versión digerida de Pollicita. Si las acusaciones desafiaban a los militantes a mostrar su apoyo a CFK, la demoledora desestimación del delito de encubrimiento los invitó a celebrar. Una fiesta con todas las letras. La tensión y el temor acumulados desde mediados de enero comenzaron a aliviarse el jueves, ni bien se conoció el escrito de Rafecas y se evaporaron el domingo en el brindis con choripanes en la Plaza del Congreso.
El documento del juez no sólo establece la ausencia de delito –algo esencial en cualquier denuncia- sino que deja abierta una puerta para profundizar en el tema. No en el encubrimiento que señalaba el último Nisman sino en el cambio rotundo de su posición en tan pocos días. Lo que Rafecas revela es la existencia de dos documentos en los que el fallecido fiscal pondera las gestiones del Gobierno Nacional para esclarecer el atentado a la AMIA. O, en palabras de La Presidenta, “la denuncia debería ser re-caratulada y llamarse Nisman vs. Nisman. Porque... ¿a qué Nisman le creo: al que presentó la denuncia o al que me felicitaba? ¿Con qué Nisman me quedo? ¿Con el que nos acusa de encubrimiento o el que se dirigía hacia mí y reconocía todo lo que habíamos hecho?”.
En el mundo racional, ahora las sospechas deberían caer sobre todos los que presionaron a Nisman para que se convierta en acusador o los que le prometieron la gloria si aportaba su granito de arena a la destitución de Cristina. En el reducto de una oposición enloquecida, la pueril desconfianza seguirá ordenando la campaña política hacia un fracaso seguro. Tantas injurias, insultos y mentiras quedarán sin disculpas. Por el contrario, los monigotes opositores habían amenazado con retirarse del recinto ante el primer agravio. Más desvergonzados no pueden ser. Pero se quedaron con las ganas de regalar un nuevo paso de comedia para las cámaras agoreras. Ya padecerán la soledad de las urnas vacías, que es lo que merecen por ponerse a disposición de los conspiradores del Círculo Rojo.
Por ahora, que aprendan cómo transformar un país y despertar la pasión de un pueblo; que tomen apuntes sobre cómo llenar una plaza con miles de personas que construyen un colectivo esperanzado y feliz, en lugar de amontonar individuos indignados sin motivo y manipulados por mercenarios mediáticos; que asuman de una vez la representación que –sin demasiado mérito- conquistaron, en lugar de continuar como servidores de los que se creen dueños de todo; que se comprometan a construir, en lugar de intentar la destrucción –con impotencia y envidia- de lo que el kirchnerismo ha recuperado en estos años; que se animen a tener propuestas propias y a elaborar un pensamiento autónomo y coherente, en lugar de recitar los alocados y mentirosos libretos que los enemigos escriben desde las sombras; que dejen de buscar excusas, como el viento de cola, la dictadura, micros y choripanes y evalúen en serio qué es lo que están haciendo mal porque, en cierta forma, los necesitamos.
Los primeros pasos del nuevo ciclo
Gracias a las advertencias de la diputada Elisa Carrió no hubo autogolpe. Por el contrario, Cristina no sólo no se autogolpeó, sino que reivindicó todo lo realizado en estos años y, como si tuviera todo el tiempo del mundo, explicó lo que se viene. Afuera, miles de militantes la escuchaban con atención, bajo la lluvia y sin paraguas, mostrando rostros sonrientes y esperanzados. Y así, sin paraguas, se los podía contar con facilidad. ¿Quién de todos los que critican a CFK puede despertar tanta pasión? En lugar de desdeñar eso que llaman populismo, deberían tratar de comprenderlo. Porque si este gobierno recibe tanto fervor en sus últimos meses –algo insólito- es porque ha logrado conquistar derechos y distribuir dignidad. Y sus apasionados seguidores encuentran en Ella las explicaciones que necesitan para comprender las dificultades que se cruzan en el camino y la manera de esquivarlas.
Como era de esperar, a los criticones les molestó la extensión de su discurso. Si eso ya se sabe: Cristina nunca apela a síntesis confusas y además, tiene mucho para contar y proponer. No como Sergio Massa, que prometió discursos de no más de quince minutos, en el lejano caso de alcanzar la presidencia. Y bueno, será que no tendrá demasiado para decir o evitará enojar a los medios hegemónicos con la Cadena Nacional. O Mauricio Macri que, en la inauguración de la Legislatura porteña ocupó más de media hora y sorprendió a su público improvisando párrafos completos sin echar una sola mirada a los papeles que le esperaban en el atril. Un poco reiterativo con eso del “trabajo en equipo para solucionar los problemas de la gente”, pero hay que valorar su esfuerzo. Cuesta decir algo interesante cuando no se siente nada. El día que se pregunte para qué quiere ser presidente, sus respuestas guiarán un discurso más encendido, aunque terrorífico.
En cambio, Cristina mostró mucho recorrido y mucho por venir. Como si no faltaran sólo diez meses, como si supiera que su sucesor será del mismo palo, como si tuviera la convicción de que todos defenderemos lo conquistado. Para hacer más apasionante el camino hacia la Rosada, desafió a los candidatos de la oposición a que digan qué es lo que quieren cambiar, para que los ciudadanos estén advertidos. En referencia a un artículo periodístico, aclaró: “no dejo un país cómodo para los dirigentes, dejo un país cómodo para la gente”.
Sus discursos tienen tanta riqueza que nos dejan muchos días pensando. Y también festejando. En este caso –y como si su dedo señalara al candidato- anunció el proyecto de ley para recuperar plenamente el control estatal del transporte ferroviario. Acá se permitió interactuar con Federico Pinedo, episodio que será recordado por la inesperada “V” que dibujaron los dedos del diputado del PRO con ilustre nombre. "Escuché a un candidato presidencial –en referencia a Macri- decir que levantaba todos los principios del Justicialismo, así que calculo que va a estar de acuerdo con lo que hizo Perón. Calculamos que la bancada del compañero candidato presidencial que ha declarado que comparte todos los principios del Justicialismo, salvo los de este gobierno, nos va a acompañar con su voto por lo menos".
Otro día inolvidable de estos tiempos históricos. Los que sueñan con el fin de ciclo se van a topar con una pared muy dura. Y si no cambian de estrategia, deberán conformarse con ocupar los papeles principales sólo en los estudios televisivos, porque en la vida real de la política, no les alcanza ni para los roles secundarios.

7 comentarios:

  1. excelente nota..me recomendaron tu blog..muy interesante
    sergio

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    1. Bienvenido. A veces resulta útil atender las recomendaciones. Espero no decepcionarte. Abrazo enorme

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  2. Gracias, maestro, no me falle y siga escribiendo!

    Pablo Lòpez

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    1. Gracias a vos Pablo. Sigo adelante con esta cruzada "escribidora" porque tengo lectores que me alientan. Abrazo enorme

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  3. Gustavo.Excelente nota. Por favor, si nos permitìs, la comparto en nuestra pàgina: Rosarinos por una Argentina para Todos.Gracias. Oscar Guitre

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    1. No hay problemas, mientras cités la fuente. Muchas gracias por ayudar con la difusión. Abrazo

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  4. Muy bueno Gustavo, muchas gracias!!

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