Karina
Rabolini ha demostrado nula aptitud para los culebrones porque su llanto es poco creíble. Más allá de
que en otras oportunidades no se ha molestado por las referencias al brazo
ausente de Scioli, el gag protagonizado
junto a Alejandro Fantino la deja un poco descolocada. Cualquier
kirchnerista que se precie de tal activa su escudo protector cuando un titular
de Clarín atraviesa su camino: cada gota
de tinta del ex Gran Diario Argentino exuda hedor a operación, entre otras
cosas. Ella, por el contrario, baja todos sus escudos y se deja llevar por
el relato que su interlocutor le hace de los dichos de Florencio Randazzo en la
asamblea de Carta Abierta y se zambulle como un inocente conejo a las fauces
del lobo. Si ella hubiera minimizado el
incidente, tal vez su marido saldría fortalecido. En cambio, como ella se
entregó al juego del monopolio, él también tuvo que hacerlo. De ser así, este episodio
sólo está destinado a conquistar esa porción
cacerolera del electorado que sueña con el fin de ciclo.
Ya
casi no importa si Randazzo dijo lo que dicen que dijo. Si la metáfora del proyecto manco se refería o no a Scioli
ya no tiene trascendencia. Hacia el interior del FPV se percibe una cierta
tirantez que, mientras no se convierta
en aversión, todavía es saludable. Las dos versiones del proyecto se tornan
cada vez más evidentes, aunque todavía puede haber algunos confundidos. De
cualquier modo, las diferencias no son, por ahora, promesa de división, como
esperan los medios hegemónicos. Ni deberán serlo porque, después de las PASO, todos deberán encolumnarse detrás del
elegido para conducirlo hacia la continuidad del proyecto iniciado doce años
atrás.
Durante
un tiempo, CFK celebró todas las candidaturas y evitó intervenir en las
internas. Pero, desde que introdujo el concepto de baño de humildad, el menú se redujo a dos, un “cara a cara” –para
no decir mano a mano, por las dudas- que convoca la atención de más de la mitad
de los argentinos. Dos estilos
discursivos, dos versiones del proyecto, dos posibles maneras de continuar por
este camino. Algunos consideran que Scioli no será un fiel continuador, a
pesar de lo que afirman sus colaboradores. Sus gestos y coqueteos lo hacen
parecer tibio y este último incidente, con su esposa como estrella, puede
despertar recelo.
El mañana que emociona
Quizá
por eso, aunque nadie se atreva a decirlo en voz alta, Cristina está señalando, con sutileza, a su elegido. Incluir la
promulgación de la ley de Refundación de Ferrocarriles Argentinos en las
celebraciones de la Semana de Mayo puede
interpretarse como un indicio. “Recuperamos los ferrocarriles para todos los
argentinos porque creemos que es una herramienta fundamental para el desarrollo
económico”, afirmó el
ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, antes de la Cadena
Nacional de La Presidenta. “Estamos reparando una deuda que tiene más
de medio siglo –agregó- devolviendo
parte de la memoria que les habían robado a muchos argentinos que crecieron
en torno del desarrollo del ferrocarril”.
La Memoria ya había estado presente en los festejos
durante la inauguración de un nuevo espacio en la ex ESMA. Allí Cristina comenzó a
enumerar la herencia, el legado que
debemos defender, la antorcha que no debemos olvidar para no extraviar el
camino, para no volver a ese pasado tan
destructivo, pleno de sangre y despojo, de derrota y humillación. Con la
recuperación del tren, no sólo hay memoria, sino futuro. Un desarrollo que se
extenderá a todo el país. Con este acto en Retiro, Randazzo ocupó protagonismo en el presente con proyección hacia más
allá de diciembre.
Y entonces, también señaló a otro de sus
continuadores. A un lado estaba Randazzo, del otro, Aníbal Fernández y un lugar más allá se ubicaba un funcionario
insólito: Axel Kicillof, el ministro sin
corbata, el que nos ha enseñado tanto de economía como de honor, el que
enfrentó a enemigos monstruosos con rotundo éxito. “Kicillof es mi mano derecha
–confesó CFK- mi mejor asesor y mi mejor
asistente, pero las decisiones son siempre políticas en economía”. Una
diferencia enorme con aquellos tiempos en que el presidente estaba sometido a un ministro que, en realidad, era
vocero de los poderosos. Además, como líder indiscutible de este momento
histórico, marcó lo que hace falta para afrontar lo que se viene. Por eso instó
a los candidatos del oficialismo a “hablar
de las cosas que queremos hacer” y agregó “no los necesito haciendo
pantomimas, los necesito con ideas, propuestas, diciendo cuál va a ser la
dirección que va a tener la patria a partir del 10 de diciembre”.
Tantas definiciones y símbolos
están circulando en estos días que la prensa opositora no puede frenarlos. Una vergüenza que el jueves no hayan publicado
nada en sus suplementos de cultura sobre la inauguración del CCK en el edificio
del Correo Central y que al día siguiente sólo hayan entintado su rencor. Tanto
veneno destilaron que no sólo hablaron de plata sino que dudaron de que los argentinos estemos al nivel de merecer algo así.
Tan deslumbrante es el resultado de la restauración edilicia que, como no encuentran objeciones, sólo pueden
adoptar la pose del niño enfurruñado.
Tanto los desespera la derrota futura que ya no se
conforman con desinformar, ocultar, mentir, manipular, demonizar al
kirchnerismo; ahora intentan otra vez
silenciar la voz de La Presidenta. La Cadena Nacional es el objetivo y
mandan a los serviles políticos de la oposición para que presenten cautelares y
proyectos de ley que las prohíba o, al menos, las restrinja. Tan frágiles se
sienten que cuentan minutos y segundos, que
parecen mucho más potentes que las horas que tienen a su disposición para
alimentar la indignación cacerolera. Tan lejos están de recuperar el
control del país que ya dejan de apostar a sus propios candidatos -amontonados
en un cóctel explosivo- y acomodan su ficha en el casillero de Scioli, que sería la continuidad más aceptable.
Tanto han pronosticado el Fin de Ciclo que por fin está llegando, pero para Ellos.
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