Al recorrer la historia de nuestro país encontramos una interesante articulación política: los antagonismos. Realistas-criollos, unitarios-federales, liberales-conservadores, personalistas-antipersonalistas, peronistas-gorilas hasta llegar a lo que parecía uno de los últimos antagonismos imaginables: antiK-ultraK.
Pero hace unos meses nació un nuevo antagonismo que va cobrando cada vez más fuerza, seisieteochistas-antiseisieteochistas. En efecto, ante las cámaras de algunos canales, en columnas periodísticas y espacios radiales muchos políticos y periodistas descargan su libido ideológica hacia un programa de la TV pública. Recién ahora manifiestan preocupación por los contenidos del canal estatal. Nadie decía nada cuando en los noventa ATC vaciaba de contenido a la audiencia con los encuentros de box de Mauro Viale o los cortes de manzana de Sofovich. Y en aquel entonces, ese despliegue de superficialidad y negociados de su director no eran criticados por el establishment corporativo político mediático. Ahora sí chillan por un programa de la TV pública; se muestran ofendidos, ultrajados, calumniados, agredidos, censurados, intimidados, amenazados porque ese programa muestra lo que son, cómo son y qué hacen. Los muestra al desnudo, con sus miserias, contradicciones y obscenidades al aire. 678 los muestra y para ellos es insoportable ser seisieteochados.
Estos políticos se han acostumbrado a ser adulados por los medios… En realidad, hay un doble juego de adulación. Se adulan mutuamente en una solidaridad aduladora. Las entrevistas parecen más citas amorosas, con preguntas edulcoradas y respuestas saturadas. Y todos siguen un guión; recitan palabras escritas por Otro. Y se enojan porque los seisieteochean, es decir, los ponen en evidencia. Y periodistas y políticos explotan cuando desde un “programita” descubren sus mentiras. Claro, antes un periodista de TN o de Clarín podía contar cualquier cosa sin que nadie lo cuestionara. Hoy, el seisieteochómetro hace sonar la alarma cuando Bonelli -por poner sólo un ejemplo- recita tartamudeando un versito armado por su amo ante un sorprendido Pino Solanas que no cree ni en su sorpresa.
678 molesta porque desnudó el juego, avivó a los espectadores, les enseñó a relacionarse de una manera más soberana con la información. Pero 678 molesta, casi duele, porque apoya un modelo, el modelo. Es por eso que hoy se puede hablar de un nuevo antagonismo que articula la política
Habría que explicar claramente lo que es seisieteochar, definirlo como verbo, porque está un poco confuso
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