Anoche charlábamos con Juan, uno de mis amigos, sobre el extraño caso del señor Pino Solanas, que sufre una mutación humana que ni el propio Stevenson podría haber inventado. El doctor Jeckyl se convertía en Míster Hyde gracias a una pócima de su invención. ¿Qué habrá tomado Pino para quedar así? Pregunta más interesante aún: ¿en qué se quiere convertir?
Lo último de lo último de esta temporada: cuestionar la calidad del voto cuando no gana el candidato que uno quiere que gane… o lo que es más o menos lo mismo pero más lastimoso, cuando gana el candidato que uno no quiere que gane.
Y entonces caben varias posibles explicaciones. Ya en muchos análisis políticos se planteó el caso patológico de la mutación de Solanas y se realizó la comparación de sus ideas actuales con las expresadas a lo largo de su carrera cinematográfica. ¿Dónde habrá quedado el Pino de “La argentina latente” o “La dignidad de los nadies”?. Porque fueron los nadies salteños los cuestionados por el otrora director progre de cine.
Después de la charla con mi amigo, quedé meditando en tan preocupante caso y se me ocurrió que puede haber tres explicaciones posibles, además de una píldora mal recetada. Siempre se ha dicho que los extremos se tocan. Siguiendo esa línea argumentativa, Pino se ha vuelto tan pero tan progresista que no sólo ha tocado el extremo conservador sino que ha traspasado sus límites y es un conservador extremo. También puede ser que estemos ante la presencia de una estrategia política nunca antes utilizada por político alguno: el progresista camuflado de conservador. De esta manera, los conservadores confiarán en él, lo erigirán como presidente y una vez en el poder gestionará como el auténtico presidente progresista que pervive en su interior.
Y una última: el que vemos declarando conservadoramente en los medios no es Pino, sino un androide teledirigido o un clon manipulado genéticamente para ser lo contrario de lo que debía ser. Es increíble a lo que se llega para ganar una elección.
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